CAMINEO.INFO.- La semana pasada contemplábamos como Jesús enviaba a sus
discípulos, aquellos hombres sencillos, del pueblo, sin estudios, a predicar de
dos en dos la conversión y a curar los enfermos. Lo hicieron durante unos
cuantos días. Lo sabemos por la recomendación de Jesús sobre el alojamiento. El
evangelio de hoy es su continuación.
Os propongo tres contemplaciones y de cada una de ellas
alguna enseñanza.
Primera contemplación: Vemos como los discípulos vuelven
de esta tarea encomendada por Jesús, y el evangelista dice: “Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús
y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado”. ¡Contemplamos la
primera puesta en común en la historia de la Iglesia!… Es fácil imaginarnos
cómo debían ir las cosas: hacen una puesta en común de cómo les ha ido. Cada
uno explica qué es lo que han hecho, qué es lo que han enseñado, cómo ha
reaccionado la gente, qué cosas les han pasado. Hay emoción, excitación y
alegría,: han visto por primera vez cómo el poder de Jesús ha actuado a través
suyo. Hablan, se escuchan, se interrumpen entre ellos, ríen, y Jesús se los
mira, sonríe y da gracias a su Padre por haber actuado a través de sus
discípulos. Para Jesús es también un momento importantísimo: constata que el
poder que él tiene, lo puede transferir a sus discípulos.
De esta primera contemplación dos breves enseñanzas: La
primera es que la fuerza de Jesucristo, la gracia de Dios también quiere actuar
a través nuestro. A pesar de nuestras debilidades, carencias, Dios quiere
actuar en nosotros y a través de nosotros para salvar el mundo. Lo hizo con los
discípulos que eran gente sencilla, sin estudios, también lo puede hacer con
nosotros. ¡¡Esperémoslo!! y ¡concretémoslo en nuestra realidad personal!
Y la segunda enseñanza es que los discípulos explican las
maravillas que Dios ha hecho en ellos y a través de ellos. ¡También nosotros
tenemos que hacerlo! No seamos miedosos a la hora de explicar nuestra vivencia
espiritual. Dios obra en nosotros y a través de nosotros. No nos lo guardemos
para nosotros. ¡Expliquémoslo siempre que podamos! ¡Que el miedo no sea nuestro
criterio de acción!
Este sábado pasado fui con unos amigos a la playa, de
noche: a jugar a voley, baño, y cenar de fiambrera. Después de la cena una
joven de dieciocho años nos explicó su
testimonio vocacional, en el mes de agosto entrará en las calcutas. Me hizo
mucho bien escuchar cómo Dios había actuado en su vida, cómo la había ido
conduciendo y cómo le había hablado con claridad en Lourdes, ante la gruta de
la Madre de Dios. Le costó mucho dar el testimonio, ¡mucho!, pero lo hizo
porque veía que era un bien para sus amigos.
Segunda contemplación: los discípulos están haciendo esta
puesta en común, pero hay gente que les rodea, que les pide cosas, no les dejan
ni comer, y Jesús les propone: “Venid
vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco”. Y marchan en
barca a descansar con Jesús.
Enseñanza: también Jesús nos dice a nosotros: “venid vosotros solos...”. Nos llama a
separarnos del ruido, de las prisas, y encontrarnos tranquilamente con él, para
descansar en el Señor, para reposar en el Señor: “Venid a mi todos los que
estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar””. ¡Ahora en el verano
Jesús nos llama a descansar en Él! Saber descansar en Él: aquí está el secreto
de la vida cristiana.
Tercera contemplación: Cuando llegan al lugar escogido
por Jesús, allá donde tenían que estar solos y poder descansar, el lugar ya se
ha llenado de gente. ¿Y qué hace Jesús? ¿Se queja porque han alterado sus planes? No. ¿Se molesta porque la gente
no entiende que necesitan descansar? No. Se compadece y seguirá predicando
largamente...
Enseñanza: Pienso que aquí tenemos una enseñanza
importante de cómo aceptar las contradicciones del día a día. Jesús desea una
cosa, descansar con sus discípulos, pero “Al desembarcar, Jesús vió una multitud y le dio lástima” Jesús
acepta que la gente le cambie los planes. ¡Y no se queja! ¡No se molesta! Gran
enseñanza. Nosotros, ¿ante las contradicciones
cómo reaccionamos?
Como dice la canción de Hakuna: “Conciencíame de no vivir para cumplir mis metas, sino para
amar tu voluntad”. Miremos de no guiarnos por nuestros planes, sino de buscar
el querer de Dios en cada momento. Y preguntarnos: ¿y Dios qué me pide ahora?
Resumiendo: Jesús quiere evangelizar a través de
nosotros. Nos llama a descansar en él, y a dejarnos interpelar por los
imprevistos y contradicciones. Amén.