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Hoy es el primer Domingo de Pascua donde no contemplamos
una aparición de Jesús resucitado. Aunque evangelio que nos propone la liturgia
es muy pascual porque nos habla de un Jesús vivo, presente y operante en
la Iglesia y en nuestra vida.
En el IV
domingo de Pascua en los tres ciclos A, B y C, siempre contemplamos la figura
del “Buen Pastor”. Es muy aleccionador:
hasta ahora hemos repetido hasta la saciedad que Jesús ha resucitado y que él
está vivo. Pero, entonces surge la pregunta: ¿y cómo se hará presente en mi
vida? ¿Y cómo actuará en mi vida? La respuesta nos la da el evangelio del
cuarto domingo de Pascua: Jesús Resucitado se hará presente y actuará en
nuestra vida como Buen Pastor.
Hay un previo para que Jesús pueda llegar a ser para
nosotros el Buen Pastor. El previo es que nosotros deseemos ser sus ovejas.
¡Deseemos quiere decir deseemos! Si la oveja quiere ir a la suya, hacer los
caminos que a ella le parece, si no desea a Jesús como a pastor, entonces Jesús
no puede ejercer de Buen Pastor.
Ahora bien, para aquel que lo reconoce como a Buen Pastor
y desea ser su oveja, Jesús llega a ser una presencia viva y activa en su vida.
Mirad, hay muchos “Yo soy...” de Jesús en el evangelio. “Yo
soy la luz del mundo”. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. “Yo soy la resurrección y la vida”. “Yo soy
el pan vivo bajado del cielo”, ... Son unas afirmaciones extraordinarias,
que nos revelan Jesús de una manera muy clara. Pero, la afirmación: “Yo soy
el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas”; encuentro que es
tremendamente evocadora, cercana, tangible.
Cuando Jesús dice “Yo soy el buen pastor,
que da la vida por las ovejas”, está diciendo mucho, nos está diciendo que:
. Él nos dirige
. Él nos encamina
. Él nos protege
. Él nos sana, cuando nos herimos
. Él nos busca cuando nos perdemos
. Él nos alimenta
. Nos conoce, nos ama
. Y que él está dispuesto a dar su vida por cada uno de nosotros.
Lo que hace un pastor con sus ovejas,
pues eso y mucho más, es lo que hace Jesús con nosotros y por nosotros. Por lo
tanto, “Yo soy el Buen Pastor” no es
una imagen bucólica y pastoril, sino que Jesús con esta imagen nos explica su
modo de relacionarse con nosotros.
Él nos está diciendo: “yo os voy a
dirigir, a proteger, a sanar, a alimentar, yo estaré con vosotros en todo
momento..“
No es sólo que la Iglesia afirme que ha
resucitado, sinó que estamos llamados a sentirlo vivo en nuestra vida, guiándonos y conduciéndonos, ...
Y esto no es una frase bonita, ¡¡es una
realidad!! El Buen Pastor camina con nosotros y nos va indicando el camino a
seguir y el camino a evitar constantemente. Y esto de “constantemente” lo
quisiera recalcar. Hemos de aprender a verlo con nosotros, siempre dispuesto a
guiar, conducir, dar fuerzas. Si estamos atentos notaremos su influjo: son
pequeños impulsos a hacer una cosa, pequeñas sugerencias que recibimos. ¡¡Vivir
así la vida es una gozada!!
Pero todo esto no nos lo acabamos de creer ... no lo
vivimos ... Una cosa que me pasó el viernes ... Fui a la Parroquia de San Félix
a hacer una charla.
En el inicio les hice dos preguntas y una de ellas era: ¿Cuando escogisteis vuestros estudios, universitarios, o
un grado medio, o superior, fue una decisión dialogada con Jesús? (arriba las
manos los que no dialogaron...). La mayoría levantó la mano... Jesús no
entró en su decisión. En ningún momento el Buen Pastor, que guía, que orienta,
que conduce, fue invitado a hacer su aportación, a dar luz, a orientar...
¿Y nosotros qué?: Tengo un problema con un hijo ¿por
dónde tirar?… ¿le comentamos al Buen Pastor? ¿Pedimos luz, guía, ayuda? ¿O
hacemos lo que a nosotros nos parece?
He de decidir qué hacer con una casa deshabitada,
negocio, ..., ¿por dónde tirar? ¿le comentamos al Buen Pastor? ¿Pedimos luz,
guía, ayuda? ¿O hacemos lo que a nosotros nos parece?
¿Hace Jesús de Buen Pastor en tu vida?
¿Le dejas hacer de Buen Pastor?
¿Deseas ser oveja?
Es importantísimo que el Buen Pastor entre en nuestra
vida ordinaria, si no corremos el riesgo de vivir una espiritualidad
desencarnada, que no afecta, casi, casi,
nuestra vida.
En conclusión; ¡No podemos hacer camino sin el Buen
Pastor! Pienso que Jesús el Buen Pastor, que va delante, constantemente está
girando la cabeza para ver si estamos detrás o ya hemos vuelto a coger un
camino que no es el suyo.
Que esta eucaristía nos ayude a tratar
más a Jesucristo como a Buen Pastor.