CAMINEO.INFO.-
Hoy la primera
lectura y el evangelio nos presentan un tema muy potente, que nos toca a todos:
el problema del mal, del dolor, de la enfermedad, del sufrimiento del inocente.
En la vida de todos
hay sufrimiento:
Sufrimiento por el
futuro de los hijos, de los nietos, ...
Sufrimiento por la
fragilidad laboral, hoy tienes trabajo y mañana no tienes, o sufrimiento por no
encontrar trabajo...
Sufrimiento por la
pérdida de personas a las que amabais
Sufrimiento,
demasiadas veces nos sentimos frágiles
Y el sufrimiento
genera ansiedad. La enfermedad de moda en estos momentos. Las pastillas más
consumidas: los ansiolíticos.
Es interesante contemplar como dialogan hoy la primera
lectura y el evangelio.
En la primera
lectura hemos palpado, gracias a la expresividad de Job, su desasosiego, su
angustia, que se transforma en una queja dirigida a Dios… ante el mal que se ha
hecho presente en su vida.
También nosotros, a
veces, nos quejamos a Dios por lo que nos pasa. ¿No?
Job aparece como el
paradigma del inocente que sufre, es la imagen de tantas personas que no
encuentran sentido a su dolor y a su vida.
Dice Job: “Mi herencia son meses baldíos, me asignan
noches de fatiga… Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis
días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza. Mi vida es un
soplo, mis ojos no verán más la dicha”. ¡¡Qué fuerza expresiva!!
Estos sentimientos
no son ajenos a nuestro corazón. Todos, en ciertos momentos de nuestra vida,
hemos vivido momentos de falta de esperanza, de falta de sentido, momentos de
dolor y de tristeza.
Y nosotros los
cristianos: ¿Qué decimos ante este dolor?
La respuesta la
tenemos en el evangelio de hoy. Es este diálogo del que hablaba entre la
primera lectura (donde vemos la queja de Job) y el evangelio (donde vemos la
respuesta de Jesús). Y la respuesta de Jesús no es una respuesta teórica, ni
conceptual. Jesús no hace un discurso sobre el mal. Nunca intenta desarrollar
una explicación sobre el mal. La respuesta de Jesús es una respuesta vivencial,
de experiencia.
La respuesta de
Jesús es doble:
Por un lado vemos a
Jesús que se acerca a los que sufren, la escena nos muestra un Jesús muy cercano, muy próximo a los enfermos, se acerca a los que
sufren y no es nada indiferente a su dolor, aunque sea una fiebre alta, como la
de la suegra de Pedro. Contemplemos la escena.
• Jaime y Juan le debían de decir,
al salir de la sinagoga, que la suegra de Pedro estaba en la cama, enferma.
• Jesús la fue a visitar, se hace
presente en su casa. Se alegran de su visita.
• Jesús se acerca a ella, habla un
rato con ella.
• Finalmente, con una sonrisa le da
la mano, y la hace levantar. La cura.
• Habiendo cenado, tal y como se
expresa el evangelista, da la impresión que Jesús estuvo muchas horas
acercándose a los enfermos, hablándoles y curándolos.
Si contemplamos la
escena, como si presente me hallara... se ve, se palpa, se puede sentir, el
amor de Jesús hacia todos, pero de una manera especial hacia los enfermos. Se
palpa su proximidad. ¡Es cercano!
Pero esto no es una cosa del pasado. Los discípulos de
Jesús experimentamos esta cercanía, que nos permite decir: “Jesús está conmigo
en el sufrimiento. Dios me acompaña, Dios no me ha dejado, Dios me da fuerzas,
Dios camina conmigo, Dios coge mi mano, Dios se compadece, Dios sufre conmigo,
el Señor es mi pastor… aunque camine por
cañadas oscuras nada temo porque tu vas conmigo, tu vara y tu cayado me
sosiegan”. Esta es nuestra experiencia.
Como encaja todo esto con la respuesta del salmo: “Alabad
al Señor, que sana los corazones destrozados”. ¡Dios que sana los
corazones, Dios que nos conforta!
Decíamos antes que
la respuesta de Jesús ante el mal es
doble, por un lado, acompañando y confortando al que sufre, y en segundo lugar
con una actitud de lucha contra el mal. Sus curaciones y liberaciones de
posesiones diabólicas se interpretan como una lucha en contra del mal.
También nosotros,
sus discípulos asumimos esta tarea de luchar contra el mal. Y lo hacemos a
nivel personal, haciendo todo el bien que podemos, y lo hacemos
comunitariamente desde la parroquia...
luchamos contra el
mal a través de la catequesis, enseñando la verdad revelada por Dios.
Luchamos... a través
de los diversos grupos de adolescentes, jóvenes, matrimonios, y tercera edad,
donde se anima a vivir como vivió Jesús...
Luchamos... a través
de Cáritas, alimentando al necesitado (comedor social), dando alimentos (Banco
de alimentos), acogiendo (cada día dos horas de acogida), ayudando en la
formación (refuerzo escolar), y tantas otras cosas.
Luchamos contra el
mal en el tercer mundo a través de Manos Unidas.
La parroquia lucha
contra el mal... Los miembros de la parroquia luchan contra el mal. ¡¡Tiene
mucha épica!! ¿Por qué lo hacemos? Queremos vivir como vivió Jesús.
A veces nos dicen: “¿Qué hace Dios ante el mal?” Hemos
de decir: “Mira lo que Jesús hace en el evangelio y lo sabrás”. En primer lugar
descubrirás un Jesús que nos acompaña en el dolor, en la enfermedad. ¡No nos
deja solos! Y descubrirás un Jesús que nos catapulta, nos mueve, exhorta a luchar
en contra del mal.
¡No hay ninguna entidad en el mundo que haga tanto bien
como hace la Iglesia, ninguna, ni de lejos! Sigamos avanzando en este camino...