CAMINEO.INFO.- El año litúrgico
esta a punto de acabar. El domingo que viene celebraremos la solemnidad de
Cristo Rey y el siguiente será ya el primer Domingo de Adviento.
Las lecturas de esta celebración nos llevan a contemplar el fin de la historia, la
segunda venida de Jesús, aquello que se llama la Parusía.
El evangelio que hoy hemos leído nos presenta dos
cuadros, dos escenas, ..
La primera es una escena sombría y desoladora: “el sol se oscurecerá y la
luna no dará resplandor, las estrellas
caerán del cielo y las fuerzas celestes se tambalearan”
En la tradición
judía esta es la manera, el estilo literario de referirse a las grandes
intervenciones de Dios en la historia de la humanidad.
En la primera
lectura hemos visto como también el profeta Daniel se expresaba de con este
estilo literario. Por tanto no hay que interpretar el texto en un sentido
literal.
La segunda escena es grandiosa, es deslumbrante, difícil de
imaginar. “Entonces verán venir
al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad”. Describe la segunda venida del Hijo de Dios, la segunda venida de Cristo. Jesucristo vino
hace 2000 años, y sabemos, porque él así nos lo ha dicho, que volverá a venir
como Señor y Juez de la Historia.
Esta segunda venida de Cristo es el acontecimiento que da sentido a toda la historia. Toda la
historia se encamina hacia ese momento. En este acontecimiento se fusionan el
plano histórico y el plano divino (escatológico). En Cristo se da la recapitulación
de todas las cosas.
Dice la carta de San
Pablo a los Efesios:“Dios Padre
constituye a Cristo en cabeza de todas las cosas, las del cielo y las de
la tierra”. La Parusía es este momento en que todo queda recapitulado
en Cristo.
Ante este futuro acontecimiento, nosotros podemos preguntarnos; ¿y a nosotros
todo esto qué?, ¿todo esto qué le dice a mi vida?. Todo esto podría parecer que
son músicas celestiales, que nos quedan un poco lejanas y que no afectan a
nuestra vida y no es así … Algunas ideas que nos ayudan a hacernos más cercanos
este acontecimiento:
• Estos
textos nos ayudan a ver que la Historia
tiene un final, y que Dios es Señor de la Historia. La historia, por muy
mal que vayan las cosas, no se le escapa de las manos a Dios. Dios es el Señor
de la historia.
• Al final la última palabra la tiene Dios y el
mal es vencido. Aunque hoy todo nos parezca muy negro, al final el bien vence
al mal.
• El triunfo de
Cristo, hace visible también el triunfo
de los que le han sido fieles. La primera lectura hablaba de los que están “inscritos en el libro” y el evangelio
habla de los “elegidos”. Todo ello
debe acrecentar la esperanza de que algún día estaremos con Cristo. San Agustín nos dice: “No nos opongamos a la primera venida, para
que no nos horroricemos en la segunda.”
• Las frase “Os aseguro que no pasará esta generación
sin que todo esto suceda” hay que entenderla no en un sentido cronológico.
No habla de generación en un sentido cronológico, sino que busca interpelar a
sus oyentes. Hay que vivir como si esto fuera a ocurrir ya ahora. Y de algún
modo ocurre en cada generación, pues nuestra muerte, cosa 100% segura, es en
final de nuestra historia personal. Hemos vivir como si la Parusía
o nuestra muerte pudieran llegar mañana mismo.
• La esperanza
de vida eterna debe iluminar nuestra
vida presente. Estos textos nos ayudan a recordar hacia donde estamos caminando, cual es el término de nuestra vida. Y
contemplar estas realidades debe influir en nuestra manera de vivir la vida. A
veces parece que viviéramos como si no hubiera un cielo, como si no nos esperase el mejor de los finales posibles a
nuestra vida.
Debemos contemplar más la vida eterna para que esa esperanza ilumine nuestra vida presente… Amen.