Cada vez más, voy creciendo
en la convicción que para vivir mejor nuestra fe, deseo que todos tenemos, lo
que nos hace falta no es tanto saber más cosas, sinó ir profundizando las que
ya sabemos, ir viviendo, experimentando, más y más las que ya conocemos.
Por ejemplo, la confianza en
Dios. Podemos tener una cierta vivencia de la confianza en Dios, pero al leer
un evangelio como éste nuestra confianza se ve llamada a crecer. No hemos
aprendido nada de nuevo, pero nuestra confianza
en Dios ha crecido. Y por tanto, hemos avanzado en la fe.
Haré una interpretación de
esta escena a nivel eclesial/parroquial, (dentro de tres años a nivel de
iglesia doméstica).
Interpretación
eclesial/parroquial: Jesús ha estado todo el día rodeado de seguidores, les ha
estado hablando con parábolas, cuando la gente ha marchado se ha quedado con
los discípulos explicando el sentido de las parábolas. Y Jesús decide ir a la
otra orilla del lago, territorio de los gerasenos (zona dominada por el demonio
según la mentalidad de aquel tiempo). Por tanto, una zona hostil.
A partir de aquí la
interpretación simbólica que podemos hacer:
La barca es la Iglesia.
Tradicionalmente en la barca, y más en ciertas escenas como ésta, se ha visto
una imagen de la Iglesia.
El temporal es este ambiente
contrario que dificulta la tarea de la Iglesia, dificulta que la Iglesia
avance. El temporal sería la secularización. Estamos en una sociedad que ha
expulsado a Dios. No quiere saber nada de la dimensión religiosa, ni de Dios.
Esto es para nosotros una dificultad.
Las olas, que caen sobre la
barca, es el mal (el mar es un símbolo del mal) que entra en la Iglesia. Sería
el pecado de los miembros de la Iglesia. Que hace que la barca esté a punto de
hundirse.
Los discípulos que tienen
miedo a hundirse, somos nosotros, que viendo el ambiente secularizado,
escuchando de los Medios de Comunicación Social, noticias negativas de la
Iglesia, nos parece que todo esto se está hundiendo.
Los discípulos despiertan al
maestro, porque le ven presente entre ellos. Nosotros ya ni le despertamos
porque hemos perdido el sentido de su presencia entre nosotros. ¡Nos pensamos
que estamos solos! Que nosotros lo hemos de hacer todo. Y ya no sentimos la
presencia del Señor que está dentro de la barca, dentro de la Iglesia.
Cuántas veces hemos pensado
que esto se está hundiendo..., y nos hemos quedado aquí, “se está hundiendo” y
ya está. Y no hemos despertado a Jesús, porque hemos perdido hasta el sentido
de su presencia entre nosotros. No hemos despertado a Jesús, quiere decir que
no le hemos rezado, no hemos clamado a él, ante el pensamiento de que esto se
hunde.
¡Jesús está presente! “Yo
seré con vosotros cada día...”
“Se puso en pie, increpó
al viento y dijo al lago: -<¡Silencio, cállate!>. El viento cesó y vino
una gran calma”. Dios es
todopoderoso. Dios puede más que el ambiente secularizado. Dios puede más que
todo el pecado de los miembros de la Iglesia. ¡Dios puede más que todas las
dificultades que puedan surgir! ¡Dios puede más!, pero nos hace falta confiar
en su acción! Domingo pasado: Él hace crecer la semilla.
Como decíamos la semana
pasada su acción reclama nuestra fe.
“Dios pone casi todo, el hombre pone casi nada, pero Dios no pone su casi todo,
si tú no pones tu casi nada”. El casi nada es confiar en él.
Jesús está presente y está
actuando en la Iglesia.
Los cristianos no hemos de
ser personas optimistas, porque el optimismo es una cualidad natural, nosotros
hemos de ser confiados, que es muy distinto. Confiamos en Cristo resucitado.
Nuestra esperanza no se deposita en nosotros mismos, ni en nuestros planes, ni
en nuestros esquemas, ni en nuestras capacidades, nuestra esperanza se
fundamenta en Cristo resucitado. Porque él está presente y actuante en la
Iglesia.
Decía
la Beata Teresa de Calcuta: “Lo único que me pide Jesús es que me apoye en él.
Que en nadie más que él deposite mi total confianza. Que me rinda a él de
manera incondicional”. Pues eso …
Después
les dijo: “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”. Viene a
decir Jesús, si sois cobardes es porque no tenéis fe. Me encanta que Jesús
plantee una fe que elimina la cobardía, elimina el miedo. No puede haber miedo,
ni cobardía, si confías en Dios.
Hoy Jesús nos lanza a nosotros
estas preguntas: ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?