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Jesús nos habla hoy a nosotros con parábolas. Estos
relatos breves con los que a partir de cosas cotidianas Jesús nos comunica
ideas importantes.
Hoy nos expone dos parábolas sobre el Reino de Dios. Esta
expresión es muy importante. En el Nuevo Testamento aparece ciento veintidós
veces y noventa de ellas en boca de Jesús.
¿Qué es el Reino de Dios? Seguro que nos lo hemos
preguntado unas cuantas veces porque es una expresión muy común. El Reino de
Dios es la obra de Dios en el mundo. El Reino de Dios es el hacer de Dios en la
historia.
Nuestro Dios no es un Dios que se desentienda de
nosotros. No es un Dios que se lo mire de lejos. No es un Dios que sea
indiferente a lo que nos pasa. Nada de todo esto, sino todo lo contrario.
Si Dios es amor. Si Dios nos ama. Es un Dios cercano, que
está pendiente de nosotros. Y va conduciendo la historia. A Dios la historia no
se le escapa de las manos. Hemos de descubrir el designio amoroso de Dios.
Y ante el mal, ¿qué?. Dios no quiere el mal. Nos ha hecho
libres. Permite el mal porque si no nosotros seríamos como los otros animales.
Pero Dios no quiere el mal. Su Reino procura la expulsión del mal.
Muchos se escandalizan ante el mal, y tenemos tantos
ejemplos de estos días en los Medios de Comunicación Social. Nosotros nos
escandalizamos y actuamos. Ante el mal, no nos podemos quedar de brazos
cruzados. No es lo que Jesús nos enseña.
¿Cómo Dios construye el Reino? ¿Cómo edifica? Reinando en
nosotros, moviendo nuestros corazones,
nuestras manos, nuestras piernas...
El Reino de Dios no es una entelequia, no es una cosa
abstracta: el Reino de Dios es: La Botigueta, la acogida de Cáritas, los
alimentos que damos, la catequesis, la kt-kolla, vuestros hogares, el bien que
hacéis, la tarea anónima en el trabajo. Todo esto es el Reino de Dios en
crecimiento en construcción. Todo esto
es la obra de Dios en el mundo, que es posible por nuestra colaboración.
Por tanto, ¿cómo Dios construye el Reino? A través de
nosotros... Si nosotros le abrimos la puerta de nuestro corazón. El corazón del
hombre sólo se abre desde dentro. Dios no nos puede forzar. Dios respeta nuestra libertad. Si no quieres saber nada de
Dios, Dios lo respeta.Si quieres vivir una religión a la carta, que casi no te
compromete, Dios lo respeta. Si quieres ser
tu quien manda y no Dios, Dios lo respeta.
Dios no fuerza nuestros corazones. No puede hacerlo. Eres
tú que le abres el corazón... Eres tú que le dices: “toma posesión de mi,
utilízame, que sea tus manos en el mundo. quiero avanzar ayúdame a hacerlo...
quiero ser santo, dame el don”...
Quisiera destacar una segunda idea de las parábolas y de
la primera lectura.
Hemos visto en la parábola que hay una acción del hombre:
“un hombre que echa simiente en la tierra”. Para llegar a este punto, el
hombre ha hecho unas cuantas cosas: ha buscado el grano, lo ha transportado, lo
ha guardado, ha trabajado la tierra, ha decidido cuando plantar, ... El hombre
ha hecho cosas.
Pero lo que da a entender la parábola y la primera
lectura es que Dios hace muchomás, que él lo hace casi todo. “Él duerme de
noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él
sepa cómo”. Y para que quede claro: “La tierra va produciendo la cosecha
ella sola...”
Primera lectura dice Dios a Ezequiel: “Arrancaré una
rama del alto cedro y la plantaré. De sus ramas más altas arrancaré una tierna
y la plantaré..” “...yo soy el Señor, que humilla los árboles altos y
ensalza los árboles humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los
árboles secos”.
Yo, yo, yo... ¡¡Dios actúa!! ¡¡No lo vemos!! ¡¡Pero lo
hace!!
¡¡No dudemos de la acción de Dios!! Con esta parábola
Jesús viene a decir: “Parece que vosotros lo hacéis todo, pero para construir
el Reino, yo soy el autor principal, y vosotros los colaboradores.”
Escena del evangelio. Joven que comparte los cinco panes
y dos peces, para la multiplicación de los panes: “Dios pone casi todo, el
hombre pone casi nada, pero Dios no pone “su casi todo”, si tú no pones “tu
casi nada”.
¡Pon tu parte y confía!
¡Confiar en que Dios está actuando! Dios tiene un plan. ¡¡Confía!! ¡¡A más
confianza, más acción de Dios!!
¡¡Estas parábolas son un
grito de Jesús a confiar en el obrar de Dios!!
¡Quizás vamos como vamos porque
en el fondo no confiamos! Recordemos aquellas palabras de Jesús: “Que sea tal y
como has creído! ¡Amén!