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Segundo Domingo de
Pascua, contemplamos una aparición de Jesús Resucitado. Su victoria sobre el
pecado y la muerte ha de llegar a ser la nuestra. La resurrección no es una
cosa que le pasa a Jesús y que no tiene conexión con mi vida... ¡No!
Estos cincuenta días
de pascua hemos de pedir, implorar, al Señor que nos resucite. Que en nosotros
quite, aparte, todo aquello que es muerte, y nos comunique aquello que es vida.
¡¡Hemos de esperar mucho!! “Que sea tal y
como has creído”. ¡Tengamos mucha fe! ¡Mucha esperanza!
No seamos como
Tomás. No seamos incrédulos, sinó creyentes. “No seas incrédulo, sino
creyente”. Puede ser que Jesús también nos lo diría a nosotros...
Vivimos en una
sociedad muy incrédula. La gente no cree en nada, es muy triste. Es más, ¿no os
parece que los incrédulos se creen más listos, más profundos, y más serios que
los creyentes? Es curioso, cuando es mucho más razonable creer que no creer…
pero, de esto hablaremos otro día. Tomás es un prototipo del hombre moderno,
sólo capaz de creer aquello que toca, aquello que ve. Responde a la frase
típica de nuestro siglo “Si no lo veo, no lo creo”.
Pero, no sólo Tomás
es un positivista, también es tozudo y un obstinado. Dice Martín Descalzo: “No le ha convencido la tumba vacía, no le
han impresionado las meditaciones sobre las escrituras que le han narrado los
dos de Emaús; no se rinde ante el testimonio concorde de todos sus hermanos.”
Tomás, tozudo y obstinado, rechaza tantos elementos que hacen razonable que
Jesús ha resucitado. Como hacen los incrédulos de hoy en día.
¡¡Pero Tomás hace
una cosa bien!! A pesar de sus dudas continúa con los hermanos. Esto va a ser
su salvación: seguir con los suyos, a pesar de las dudas, y la oscuridad que lo
envolvía. ¡Siguió con los doce! ¡Y pudo contemplar a Cristo Resucitado!
Ésta es para
nosotros una gran lección. No abandonemos la Iglesia cuando tengamos dudas y
momentos oscuros... ¡¡No!! ¡¡Ya llegará la luz!! Ya llegará la presencia del
resucitado que lo aclarará todo. ¡¡Tengamos esperanza en los momentos de
oscuridad!!
La situación debía
ser para Tomás muy humillante. Pero, será de esta situación que saldrá una de
las oraciones más bonitas de todo el evangelio: “¡Señor mío y Dios mío!”.
“Ahora iba en su fe hasta donde nunca había llegado ningún apóstol: nadie le
había dicho antes a Jesús: “Dios mío””. “De aquel pobre Tomás, Jesús ha sacado
el acto de fe más hermoso que conocemos”.
Y esto nos recuerda
que Dios siempre puede sacar alguna cosa positiva de todo acontecimiento. La
escena es dura, muy difícil, para Tomás, pero que bien acaba. Hemos de tener
esta fe: en todo acontecimiento, por negativo que sea, Dios pone unas gracias,
unas bendiciones. “Donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia”.
Que tu hijo no cree,
allí hay unas gracias, una acción de Dios...
Que el sobrino ha
cogido covid, allí hay unas gracias...
Que estás triste y
no sabes porqué, allí hay unas gracias...
Que te diagnostican
cáncer, allí hay unas gracias...
¡¡Él es el Dios
providente!! ¡¡El resucitado siempre está con nosotros!! “Yo estaré con
vosotros siempre hasta la consumación del mundo”. Y está allí presente
dispuesto a comunicar su gracia.
Hay una leyenda
medieval que dice que después de esta escena de hoy a Tomás, le quedó la mano
manchada de sangre, de color rojo. La sangre habla de muerte, no creer, ser
incrédulo, lleva a la muerte.
Una idea, que son
como tres ideas.
Jesús hoy nos ha
dicho tres veces: “Paz a
vosotros”.
Jesús envía a sus
discípulos: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.
Jesús les comunica
el Espíritu Santo: “Recibid el Espíritu Santo”.
La Palabra de Dios
no la podemos escuchar con cosas que
pasaron en el pasado. Sino como actividades que pasan cuando las leemos.
La Palabra de Dios es performativa, produce lo que dice... Por tanto, hoy Jesús
Te da la paz
Te comunica el
Espíritu Santo
Te envía a la misión
Si en vuestra
oración personal proyectáis en vosotros estas palabras, ¡¡resucitáis!!
Proyectar, saborear, reflexionar, dialogar... Esto nos resucita...
Acabo como acababa
el evangelio de hoy: “Muchos otros signos, que no están escritos en este
libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que
creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis
vida en su nombre”.