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El próximo domingo es ya Domingo de Ramos, donde contemplaremos la pasión
de Jesús. Contemplaremos los hechos históricos de la pasión de Jesús.
Hoy, el domingo anterior, Jesús nos presenta su vivencia interior de lo que
está a punto de vivir. En este sentido es un evangelio muy interesante. Cómo
Jesús da sentido a lo que está a punto de vivir y es el núcleo de nuestra fe. A
partir de aquí dos ideas.
1. Es la hora de Jesús. La vida pública de Jesús comenzó en las bodas de Caná. Allí dijo a su
madre, “todavía no ha llegado mi hora”. Hoy Jesús nos ha dicho: “Ha
llegado la hora”. Está a punto de empezar aquello que ha venido a hacer.
Está a punto de suceder el acontecimiento que es un resumen de su vida, allí se
concentra todo: ha venido a dar la vida, como
precio de rescate por todos nosotros.
No le quitan la vida. Él la da. A mí la vida no me la quitan unos
acontecimientos que están a punto de
pasar (traición, juicio, crucifixión y muerte), sinó que yo doy mi vida, yo la
entrego. Ésta es su vivencia interior, y que tendría que ser también la
nuestra.
Me explico: Todos estamos llamados, en nuestras circunstancias, a dar la
vida: la gente mayor: “A mí la vida no me la quita mi ancianidad, sinó que yo
la doy, la libro a Dios”. El que está enfermo: “A mí la vida no me la quita la
enfermedad, sinó que yo la doy”. El padre de familia: “A mí la vida no me la
quitan los hijos, sinó que yo la doy”.
Nosotros hemos de dar la vida a Dios, es suya… por encima de los
acontecimientos le hemos de dar nuestra vida. Por esto, después dice: “si el
grano de trigo… El que se ama a sí mismo se pierde,… El que quiera servirme,...”. Expresiones que van en la línea de
dar la vida... Le hemos de dar nuestra vida a Dios: le hemos de decir “te doy
mi vida, es tuya...”. Cuesta. Es la propuesta que nos hace Jesús...
Y si la donación de Jesús, su entrega, fue salvadora, también la nuestra es
una entrega que salva, que comunica vida. ¡¡No lo dudemos!!
Segunda idea para descubrir el sentido que quiere dar Jesús a los
acontecimientos que están a punto de pasar. “Quisiéramos ver a Jesús”. Qué
expresión más bonita la que dicen los griegos al apóstol Felipe: “Señor,
quisiéramos ver a Jesús”.
Constantemente escucho este grito. ¡¡Sí, constantemente!! No lo siento
físicamente, claro, pero, sí metafóricamente:
Cuando los adolescentes están entristecidos, peleados con el mundo,
desorientados, sólo pendientes del móvil y de sí mismos, ... ¿No están
diciendo? “Quisiéramos ver a Jesús”.
Cuando en el matrimonio todo son pequeños roces, discusiones,
malentendidos, ¿no están diciendo? “Quisiéramos ver a Jesús”. Cuando los
abuelos sólo saben quejarse y centrarse en cosas negativas, cuando se han
olvidado de reír. ¿No están diciendo? “Quisiéramos ver a Jesús”.
Constantemente escucho este grito. Y hemos de hacer como Felipe y Andrés,
llevarlos ante Jesús.
Este “ver” no se refiere a un mirar físico, sino a descubrir quién es
Jesús, a tener experiencia de encuentro. La respuesta de Jesús a la petición de
Felipe es muy significativa... Jesús responde hablando de su glorificación, que
es la cruz, hablando del grano de trigo que ha de morir, referencia a la cruz,
hablando de dar la vida, que es lo que hace él en la cruz. Por tanto, Jesús
responde hablando de su cruz... Parece que esté diciendo: “Me quieren ver,
me quieren conocer, quieren encontrarse conmigo: la cruz, el camino de la cruz.
¡Que miren la cruz! ¡Que me sigan en el camino de la cruz! Jesús: “El que quiera servirme, que me siga,
y este donde yo estoy (en la cruz)”.
No podemos seguir a Jesús por un camino diferente del de la cruz. A veces,
tenemos la tentación, pero, ¡¡son caminos falsos!! El camino de Jesús es el
camino de no escandalizarse por nuestras cruces... A veces, cuando viene la
cruz, surge la duda, la queja, la desconfianza de Dios, y, a veces, el abandono
del camino. El camino de Jesús es el camino de no escandalizarse por nuestras
cruces, y vivirlas unidos a Jesús, haciendo camino con él.
Una aclaración: seguir a Jesús por el camino de la cruz, no quiere decir
que en tu vida habrá más cruces que si no siguieras este camino. ¡¡No!! Mejor
dicho, sería lo contrario, el cristiano al actuar según el querer de Dios
encuentra menos cruces en su vida. Y las cruces que encuentra las vive de una
manera muy diferente a como las vive el mundo.
Las cruces han de ser abrazadas por nosotros, como hizo Jesús, y entonces,
se convertirán en una glorificación, como la de Jesús. Amen.