CAMINEO.INFO.- Empiezo con un breve comentario de la oración colecta.
Esta oración nos indica la gracia que nos quiere conceder la misa de aquel día.
Dice así: “Señor, Padre de misericordia y origen de todo bien, que aceptas
el ayuno, la oración y la limosna como remedio de nuestros pecados, mira
con amor...”
Me parece, una idea luminosa: las prácticas cuaresmales
son remedio para nosotros que estamos enfermos, que pecamos. Estamos enfermos y
las prácticas cuaresmales nos curan. ¡Ellas “son remedio”! No dejemos de
utilizar estas medicinas, estas vacunas contra el mal del pecado.
Dice poéticamente un himno de cuaresma:
“Ahora
es el tiempo apropiado
que
Dios nos da, benevolente,
para
que el remedio de austeridad
cure
el mundo enfermizo”
Pasemos al evangelio. Si os pregunto cuándo sucede la
escena de hoy todos diréis que el lunes santo. El día después del domingo de
ramos es cuando contemplamos la escena de la expulsión de los vendedores del
templo. Esto pasa en Marcos, Lucas y Mateo, pero no en Juan. Y hoy hemos leído
el evangelio de Juan. ¡¡Juan coge esta escena y la pone en el capítulo II!!
Al hacer esto, Juan le quiere dar una importancia
especial. Quiere que sea un acontecimiento programático. Quiere que este gesto
ayude a entender el ministerio de Jesús que vendrá después.
Me explico: Los judíos esperaban un mesías. Esto ya lo
sabemos. Pero, la idea de mesías que esperaban a lo largo de los siglos fue
cambiando. Un mesías de carácter político social, sucesor del Rey David. Pero,
también en otras épocas se habla de un Mesías sacerdotal.
Un mesías sacerdote, que tendrá que renovar el culto y la
liturgia del templo, un renovador de la manera de relacionarse con Dios. Por
ejemplo: en tiempos de Jesús, los esenios esperaban dos mesías: un sucesor del
Rey David, y un Mesías sucesor del sacerdote Aaron, un mesías sacerdotal.
((San Juan, el profeta que más cita en la pasión de Jesús
es Zacarías, que es el profeta que más habla de un mesías sacerdotal))
Por tanto, con la escena de hoy, Jesús no nos está
diciendo cómo nos hemos de portar en el templo, que hemos de ser educados y
guardar silencio, y no liarla demasiado, ¡no! Esto ya lo sabemos. Hay
sacerdotes que así lo interpretan...
Lo que Jesús está haciendo es revelarse como a Mesías
Sacerdotal. Es un acontecimiento revelador de su identidad. Por esto, San Juan
lo pone en el inicio. Jesús está revelándose como aquel que inaugurará un nuevo
culto. Antes el hombre se unía a Dios en el templo, a partir de ahora será la
persona de Jesús con la que entraremos en comunión con Dios. Es una acción
simbólica.
De aquí nace su respuesta: “Destruid este templo, y en
tres días lo levantaré”.
Jesús está cambiando totalmente el culto que hasta
entonces se hacía. Ya no serán necesarios sacrificios, ni terneros, ni
cambistas, en su persona nos relacionaremos con Dios. Jesucristo se convierte
en el nuevo lugar/espacio del encuentro con Dios. Antes el encuentro con Dios
se hacía en el templo, ahora se hará en Jesucristo.
¿Por qué la liturgia nos ha puesto este texto hoy, en el
centro de la Cuaresma, en este tiempo de renovación? Recordemos, que en la
liturgia no hay nada casual. Yo pondría dos motivos.
1. Es un texto que nos quiere recordar que Jesús sea el
centro de nuestra vida religiosa. En el centro, no una cosa marginal. No un
pequeño espacio, bajo la escalera. Él ha de estar en nuestro corazón. En el
centro del corazón.
2. Es un texto que nos advierte de que no se
pervierta nuestra vida religiosa. Que no
seamos de aquellos que hacen cosas religiosas pero, que no se encuentran con
Jesús... Pidamos al Señor que nos purifique de la falsa religiosidad, como
purificó el templo. Que expulse de nosotros aquello que adultera nuestra vida
espiritual. Pidámosle que expulse nuestras ideas, actitudes y prejuicios que
nos tienen parados en nuestro
crecimiento espiritual.
Sirva como ejemplo la vida de santa Teresa de Jesús.
Entra al convento a los veinte años, y su conversión llegará a los cuarenta
años. Ella misma llega a decir que durante veinte años fue una mala monja.
Todos sus escritos son posteriores a su conversión. Conversión que parte de la
contemplación de la imagen de un Cristo “muy crucificado”.
Digámosle a Jesús en nuestra oración personal: Purifícame
como purificaste el templo. Expulsa de mí todo aquello que adultera mi vida
espiritual. Saca de mí todo aquello que me tiene parado en mi crecimiento
espiritual… Amén.