CAMINEO.INFO.-
“Extendió la mano y lo tocó”. En este gesto que
hoy contemplamos está concentrada toda la historia de salvación. Cristo es la
mano de Dios extendida hacia la Humanidad. La Humanidad es tocada por Dios.
Cada uno de nosotros somos tocados por Dios, para que podamos apartarnos del
mal, quedar curados y recibir de él una nueva vida.
Jesús toca el
leproso. Jesús me toca a mí. Jesús lo toca para sanarlo. Jesús me toca a mí
para sanarme. Jesús no lo salva desde la distancia, sinó desde la proximidad.
Jesús no me salva desde la distancia, sinó desde la proximidad. ¡¡Qué
importante es hacernos a Jesús cercano!! ¡No distante! Niños catequesis: rezar
es hablar con Jesús como si estuviera a nuestro lado.
Este “tocar“ de
Jesús evoca el momento de la comunión. En cada comunión somos “tocados” por
Jesús. La comunión como un abrazo de Cristo para sanarnos. Su “tocar” me
purifica. Es bueno al ir a comulgar hacernos presente escenas del evangelio
donde Jesús toca a alguien: el leproso, el ciego Bartimeo, la mujer hemorroísa,
la suegra de Pedro… vamos a ser “tocados” por Dios.
La eucaristía es dejarse tocar por Dios. Cómo perderse
esta oportunidad.
La primera lectura nos ha recordado las disposiciones de
la ley respecto a los leprosos, y nos ha dado el contexto de la escena del
evangelio.
Tenían que vivir lejos del pueblo, “harapiento y
despeinado, con la barba tapada” y gritando: ¡Impuro, impuro! ...vivirá solo”.
Cuando contemplo la escena, “como si presente me
hallare”, veo que cuando el leproso aparece, todo el mundo se aparta, todos se
separan de él, en cambio Jesús se acerca a él y le toca... Dos movimientos:
unos se separan, el otro se acerca.
Para la gente del tiempo de Jesús es un escándalo inmenso
lo que hace, tocar un leproso. Es un escándalo porqué había miedo al contagio,
(mucho más que ahora con el covid) y porqué el leproso lo era porqué había
pecado, por tanto, era un impuro, y a los impuros si les tocas, tú quedas
impuro. Jesús hace una cosa escandalosa que nadie hacía: toca un leproso.
Su gesto tiene un mensaje muy potente para nosotros: lo
que es impuro, la verdadera impureza, es no acercarse al necesitado, no tocar
al necesitado.
Cuando todos se separan del leproso y él se acerca nos
está diciendo que lo que es impuro es no amar, lo que es impuro es la
indiferencia, lo que es impuro es no compadecerse del necesitado.
Hoy hacemos la Campaña de Manos Unidas. Manos Unidas
financia proyectos de desarrollo por todo el mundo. Manos Unidas nace de este
deseo de compadecerse y tocar al necesitado. Casi cincuenta millones de euros
se invirtieron el año pasado en más de seiscientos proyectos. ¡Impuro es que en
el siglo XXI haya hambre en el mundo! ¡Es escandaloso! Y a nosotros nos ha de
interpelar.
Participar de la campaña es una manera de compadecerse,
de tocar al pobre, pero, me parece que Dios nos pide alguna cosa más...
En la oración, a las puertas de la
Cuaresma, es necesario dialogar con Jesús de todo esto... “¿cómo tocamos al
pobre, para no ser impuros?”
Dos
ideas breves a partir de lo que hace el leproso:
1. “Se acercó a Jesús un
leproso, suplicándole de rodillas”. El leproso hizo lo correcto: con su
dolor, con su enfermedad, con su
cansancio de ser un marginado, se presenta a Jesús, se arrodilla, y le suplicó.
Qué lección para nosotros. Con nuestros problemas y dificultades,
¿qué hacemos? Vamos al tarot, “echadores de cartas”, negamos el problema, lo
miramos de resolver al modo humano, ... ¿Qué hemos de hacer con nuestras
dificultades y dolores? Presentarlas a Jesús y arrodillarnos. En ningún lugar
se está mejor que a los pies de Jesús.
2) Segunda enseñanza del
leproso. El leproso le suplica: “Si quieres, puedes limpiarme”, qué
frase más bonita. Esta frase es una oración. También nosotros desde nuestras debilidades hemos de decir a Jesús: “Si
quieres, puedes limpiarme”. Es de estas frases que si en la oración las vas
repitiendo, una vez y otra, y otra, pasan cosas... Y Jesús nos acabará
diciendo: “Quiero: queda limpio”.
Cada vez capto con más fuerza y claridad
que la única manera de estar ante Dios, es como un pobre, como el publicano en
el templo, como un leproso que quiere ser curado...
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