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En la primera lectura, Job nos explica que está muy mal,
desanimado, pesimista, desconcertado con lo que le pasa. Dice Job: “Mi
herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga;… Se alarga la noche y
me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días… se consumen sin esperanza.
...mi vida es un soplo, ...mis ojos no verán más la dicha”.
Y la respuesta a esta situación la da el salmo
responsorial: “Alabad al Señor, que conforta los corazones desechos”.
Siempre hay un diálogo entre la primera lectura y el salmo. ¡Es un diálogo que
casi siempre es bellísimo! A aquello que plantea la primera lectura, el salmo
responsorial le da luz, lo hace oración.
Quizás, no estemos tan mal como Job, pero, todos estamos
pasando por unos momentos delicados: el miedo al virus, la desazón por
familiares; enfermedad, pérdida de trabajo, la crisis social y económica. ¡Esto
nos afecta a todos!
Y ante esto, la liturgia nos invita a rezar: “Alabad
al Señor, que conforta los corazones desechos”. “Conforta los corazones
desechos”. Dios nos conforta. Dios nos llama a descansar en Él, a reposar
en él, a ser confortados.
Los sacerdotes por nuestra tarea hemos de confortar.
Personas, que a veces no son de misa, te vienen a pedir ayuda. En una parroquia
evité un suicidio, confortando. Y en otra parroquia evité un suicidio doble, de
la madre con la hija pequeña, confortando. Son casos extremos. Pero, confortar
es una cosa que hacemos con cierta frecuencia.
Confortar es cuando estás mal y alguien te anima, está
contigo, te sostiene. ¡Qué impresionante que Dios nos conforte! ¡Dios nos da
ánimos! ¡Dios está con nosotros! ¡¡Dios nos sostiene!!
No podemos perder la esperanza, la alegría, la paz: Dios
nos conforta. Hagámonos presente esta acción de Dios sobre nosotros.
¡Pidámosle! ¡Confórtame!
La segunda idea parte de una escena muy sencilla, pero
que Marcos hace muy profunda. Dice Marcos: “Jesús se acercó, la cogió de la
mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles”. El verbo en griego “la levantó”,
es el verbo que Marcos utiliza al explicar la resurrección de Jesús. Esto no es
una casualidad. Con esto Marcos quiere conectar los dos acontecimientos.
Con la expresión “la levantó”, Marcos nos dice que
el poder de Jesús levanta al hombre, lo resucita. La suegra de Pedro está
postrada en la cama y Jesús la levanta, la saca de su postración.
La humanidad está postrada por el pecado y necesita que
Jesús la levante, la resucite. Nosotros somos la suegra de Pedro, postrados por
el pecado, limitados por el pecado, y Jesús nos levanta, nos resucita.
Continúa diciendo Marcos: “Se le pasó la fiebre y se
puso a servirles”. Jesús levanta
a la suegra de Pedro y la encamina por el camino del servicio, que es el camino
del discípulo de Jesús.
Nosotros somos la suegra de Pedro, postrados por el
pecado, limitados por el pecado, y Jesús nos levanta, nos resucita. Y Jesús nos
encamina por el camino del servicio, que es el camino del discípulo de Jesús.
¡¡Qué bonito!!
Profundizo la idea del servicio con algunas frases del P.
Toño Casado, entrevistado en La Contra de La Vanguardia, de este sábado.
Servir a los demás: “porque todos somos hermanos”. Cómo
no sentirme llamado al servicio cuando el otro es un hermano. Servir a los
demás va “de compartir lo que somos”. “No compartir las cosas, sino compartir
lo que somos.” Esto pide apertura personal.
“Querer a los otros te hace sentirte querido y alegre.
Hacer el bien te hace sentir bien”.
Empezábamos hablando de que en esta época pandémica no
estamos demasiado bien, como Job. Una manera de salir del malestar es amando,
sirviendo, hagamos el bien. Estás preocupado, mira de hacer alguna cosa por los
demás y verás qué pasa... Estás triste, mira de hacer alguna cosa... Estás con
poca paz, mira de hacer... “Hacer el bien te hace sentir bien”.
Cuatro frases finales del P. Toño bastante buenas:
“La alegría no es un sentimiento, es una conquista”.
“Las heridas no las cura el tiempo, las cura el amor”.
“Es más sagrada una persona que un templo”.
“Eres maravilloso y seguramente no lo sabes”.