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Como que estamos en el ciclo
B, donde leemos el evangelio de Marcos, daré algunas pistas que nos ayuden a
valorarlo.
Durante veinte siglos ha sido
un evangelio casi olvidado. Era más corto que los otros. Parecía desordenado.
Un vocabulario pobre. Un final brusco. Parecía que no aportaba novedades
respecto a Mateo y Lucas. Tanto es así que casi ninguno de los Padres de la
Iglesia hacen un comentario. Tanto es así que antes del Vaticano II, el
evangelio de Marcos en las lecturas de misa (liturgia romana) casi no aparecía,
sólo se leían cinco escenas.
Esto cambia en el siglo XX.
Hasta convertirse en el evangelio de moda desde entonces. Por cuatro motivos:
1. Es el evangelio más
antiguo, es el que mejor revela la figura histórica de Jesús, el que mejor nos
puede llevar a un conocimiento de su vida real.
2. Se descubre que Mateo y
Lucas parten de Marcos para escribir sus evangelios.
3. Hay una correspondencia
entre la comunidad a la que Marcos escribe, una comunidad minoritaria y
perseguida por su fe (Roma), y nuestra situación.
4. El vocabulario es pobre
pero, el autor es un gran narrador y organiza los textos con mucho sentido.
Pasemos a la escena de hoy,
una escena sencillísima pero, profundísima a la vez (así es el evangelio de
Marcos). Nos presenta primero a Jesús en una sinagoga enseñando, en sábado, y
la gente admirada, “se quedaron asombrados de su doctrina”.
Reflexión para nosotros:
también nosotros nos hemos de admirar de su sabiduría, de sus enseñanzas, de la
autoridad con la que enseña. Cuando leemos la Palabra, los evangelios, que no
falte la admiración, la sorpresa ante un mensaje que nos lleva a plenitud. No
nos acostumbremos a Jesús... ¡Qué escucharlo nunca sea rutinario!
Después de la enseñanza Jesús
expulsa un demonio de un hombre poseído.
Enseñanza y acción. La
enseñanza de Jesús queda ratificada por su acción. En su ministerio esto
siempre irá unido: enseñanza y acción.
Reflexión para nosotros: Jesús
enseña y actúa. Y lo continúa haciendo ahora. A veces, nos centramos en su enseñanza. ¿Qué dice Jesús? ¿Qué me está
diciendo? ¿Qué me ilumina? ¿Qué he de hacer?... Y olvidamos su acción en
nosotros. Jesús desde la Palabra quiere actuar en nosotros. La Palabra es
performativa, no porque nos lo dijera el Papa Benedicto. La Palabra es
performativa, produce lo que dice, porque Jesús quiere continuar su acción
salvadora en nosotros, como lo hacía ahora hace dos mil años.
Por tanto, Jesús actúa desde
la Palabra. La Palabra es un espacio donde nos encontramos realmente con Jesús
y Él puede actuar en nosotros. La Palabra es como si nos llevara al pasado,
viajamos en el tiempo, al tiempo de Jesús. La Palabra nos sitúa en la escena y
Jesús actúa en nosotros.
Unas cuantas veces me habéis
oído decir que cada evangelista cuida, y escoge, con atención, las primeras
palabras que pone en la boca de Jesús. Pues, también lo hacen con los milagros.
Cada evangelista piensa y escoge cuál será el primer milagro que Jesús hará.
En el evangelio de Marcos, el
primer milagro es el que hoy hemos leído: una expulsión de un espíritu maligno
de un hombre. Con esto Marcos está haciendo teología. Milagro programático: Marcos
plantea el ministerio de Jesús como una lucha en contra del Maligno.
Nuestra vida también es una lucha contra el maligno. Si en el pasado con demasiada
frecuencia se había hablado del demonio y se le veía donde no estaba. Ahora
hemos caído en el extremo opuesto; no lo vemos en ningún lugar. Nuestra vida es
una lucha contra …
Este papa ha hablado, y habla,
mucho del demonio, imagino que lo hace para contrarrestar la tendencia actual a
no hacerlo. Homilía, 31-10-2014, “a esta generación y a muchas otras se
les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del
mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡Lo dice San
Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios!”.
Homilía,
14-4-2014, dice: “‘Pero, Padre, ¡qué antiguo es
usted: hablar del diablo en el Siglo XXI! Pero ¡miren que el diablo existe! El
diablo existe. ¡También en el Siglo XXI! Y no debemos ser ingenuos, ¡eh!
Debemos aprender del Evangelio cómo se hace para luchar contra él”. ”También nosotros somos objeto del ataque del
demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad, no quiere el
testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús”.
Cuando contemplamos escenas como la de
hoy preguntémonos: ¿Cómo el diablo nos tienta a nosotros? ¿Por dónde ha entrado
el diablo en mi vida (no poseyendo, pero, sí influyendo)? ¿Cómo nos quiere
adormecer en nuestro seguimiento de Jesús? ¿Cuál es mi punto débil que él conoce? Hagámonos estas
preguntas en la oración personal.
Nuestra vida
también es una lucha contra el maligno. Viajemos en el tiempo, al tiempo de
Jesús y pidamos a Jesús que, como hizo ahora hace dos mil años, expulse de
nosotros las influencias del maligno.