Hoy las tres lecturas
pretenden comunicarnos una misma actitud: aprovechar el momento presente, responder
ya al Señor, con generosidad, con espíritu de conversión… ¡¡Cambio ya!! ¡Sería
el lema de las tres lecturas!
A veces nuestra fe está
un poco adormecida, es una fe que se vive como una costumbre, una fe
tradicional, sin demasiada presencia en la vida real, una fe, a veces más
teórica, más nocional, que real.
Y ante esto, hoy, la
Palabra de Dios nos transmite un sentido de urgencia en responder al Señor. Hoy
Dios nos exhorta a nosotros a responder ya al Señor.
En la primera lectura se
nos muestra como el pueblo de Nínive acoge la llamada a la conversión que hace
Jonás con prontitud y con radicalidad. ¡Cambio ya!
En la segunda lectura el
apóstol Pablo nos dice que “el momento es apremiante”. Y empieza
diciendo “queda como solución...” “los que tienen mujer...” “los que
lloran,...” los que están alegres,...”
“los que compran,...” “los que negocian
en el mundo,...” lo han de vivir de otra manera. Es preciso vivirlo todo en
función del Reino de Dios y ya ahora. ¡Cambio ya!
Siguiendo este sentido de
cambio... En el evangelio, el mismo Jesús comienza diciendo: “Se ha cumplido
el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el evangelio”.
¡Cambio ya!
Y no es una casualidad
que cuando Jesús llama a sus discípulos dos veces aparece la palabra
“inmediatamente”.
Por lo tanto, captamos
con claridad, en las lecturas de hoy, este sentido de urgencia en la respuesta
al Señor.
Y esta Palabra no la
podemos ver como una cosa del pasado… Es Palabra de Dios por la cual hoy Dios
nos exhorta a nosotros al cambio.
Hoy, Jesús nos dice “Venid
conmigo...”. Jesús nos vuelve a llamar. Actualiza su llamada. Y quiere que
le sigamos inmediatamente, con radicalidad, con espíritu de conversión…
Los discípulos estaban
liados con las redes, y las dejaron inmediatamente. ¿En qué estamos liados
nosotros? ¿Qué nos impide seguir a Jesús inmediatamente, con radicalidad y con
espíritu de conversión? Hablarlo con Jesús en la oración... Seguro que nos
indica cosas, a mí, el primero.
En el caso de los jóvenes
la palabra red se les aplica totalmente. Están tan liados con las redes
sociales que no pueden seguir a Jesús.
Dice Jesús: “Convertíos
y creed en el evangelio”. Convertirse y creer no son dos cosas sucesivas y
diferentes, sino que son la misma acción. Se implican mutuamente. No pueden
vivir la una sin la otra. Esto a nosotros nos lanza un mensaje interpelador:
sin conversión no hay “creer”.
Y digo que es un mensaje
interpelador porque si nos preguntan: ¿Crees? Diremos sííí. ¿Tienes fe? Sííí.
¿Crees en Jesucristo? Sííí, pero, si nos preguntan ¿estás en proceso de
conversión? ¿qué diremos? Si nos preguntan ¿vas avanzando en tu conversión?
¿qué diremos?
¡Sin conversión no hay
“creer”! Situados aquí, una buena noticia y una mala. La buena: la conversión
es un don, un regalo que Dios nos quiere dar, que Dios está vertiendo. La
“”mala””, pide nuestra implicación. Nos pide desear la conversión, esperarla,
confiar. Nos pide tratarlo, escucharlo, dialogar con él.
Sin conversión no hay
“creer”, pero si se dan las dos, entonces descubrimos la Buena Nueva de Dios.
¿Por qué no podemos
dejarlo para más adelante?, ¿Por qué no podemos seguir posponiendo ciertos
cambios en nuestra vida?. Dos motivos claros
1. Dios nos pide el
cambio ya. “El momento es apremiante”. No valen más dilaciones. Debo cambiar
eso que sé que me separa de Dios.
2. Porque nos estamos
perdiendo lo mejor y no nos damos cuenta. Todo lo que nos aleje, o todo lo que
no nos acerque a Cristo, en el fondo nos perjudica, nos está quitando vida. Hoy
Jesús nos dice: “Creed en el evangelio” = Buena Noticia. Absolutamente
imposible que haya algo que nos llene más que Dios, porque entonces Dios ya no
sería Dios. Puede parecernos que algo nos llena más, pero es falso, es
ontológicamente imposible. Por eso, Dios hoy nos pide con prontitud un cambio,
una decisión, para que él sea el centro de todo. ¡¡Cambio ya!!