Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada
Familia, que es modelo para nuestras familias. En el plan de Dios está que
nuestras familias sean cada vez más parecidas a la de Nazaret.
Y esto no es una frase bonita y ya está,
es una realidad. Hoy la Iglesia, inspirada por el Espíritu Santo, nos presenta
la Sagrada Familia para que la tengamos presente, la contemplemos, nos la
imaginemos y vayamos imitando su estilo de vida.
Por eso decíamos en la oración colecta: “Dios,
Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo
a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes
domésticas y su unión en el amor,...”. ¡Para imitar, es necesario mirar,
contemplar!
Tener a la familia de Nazaret como
referente nos puede ayudar en nuestro día a día. Pongo un par de ejemplos:
El primero, si hay alguna dificultad
familiar nos preguntamos: ¿y en la familia de Nazaret cómo lo habrían
solucionado, cómo lo habrían enfocado?. Porque con esta pregunta tan sencillita
estamos poniendo a Dios en medio de la familia, en medio de la cuestión. Así
nos desinstalamos de nuestras visiones y nos ponemos a mirar como mira Dios.
Hace un tiempo escuché un testimonio muy
bonito de unos novios: Nuestra relación era bastante conflictiva porque
intentábamos imponernos el uno al otro: uno hacia la derecha, el otro hacia la
izquierda, uno hacia arriba, el otro hacia abajo. Este deseo de imponerse al
otro lo solucionaron cuando pusieron a Cristo en medio. “Ni tú, ni yo, ¿qué es
lo que Cristo quiere?” Y este planteamiento les ayudó mucho en su relación personal...
Éste es el camino que por supuesto utilizaba María y José para
superar las dificultades de la vida cotidiana: poner a Dios en medio, descubrir
su voluntad, discernir sus planes.
Y estos novios acababan diciendo: Muchas
veces, curiosamente, la decisión final no era lo que ella proponía ni lo que él
proponía sino una tercera vía.
Y es que es Dios quien conduce nuestras
vidas. Hace falta la fe de que Dios lleva nuestras vidas, conduce nuestras
vidas, y, por tanto, nos hace falta esta búsqueda de su voluntad.
Hemos de tener disponibilidad a dejarse
descolocar por Dios, para dejar que él se cargue el guión que nosotros habíamos
escrito de nuestra vida. Y reconocer, maravillados, el toque genial que sólo
Dios puede dar a nuestra existencia.
María en la respuesta al anuncio del
ángel, José en la respuesta a los sueños, nos dan una gran lección de
disponibilidad a los planes de Dios.
Expongo el segundo ejemplo de la
importancia de tener a la familia de Nazaret como referente para nuestro día a
día: Es fácil imaginar la familia de Nazaret como un ámbito donde hay mucho
diálogo, relación, convivencia, y en
este clima familiar se da la comunicación de la fe. Es propio de la cultura de
aquel tiempo, esta vida tranquila, donde hay mucho contacto familiar, donde se
facilita la comunicación de valores, experiencias, de la fe.
En cambio, hoy en día, las circunstancias
hacen que no sea propio de la cultura de nuestro tiempo la tranquilidad y el
contacto familiar. ¡Siempre vamos corriendo y siempre hemos de estar haciendo
cosas! ¿Dónde queda la tranquilidad de la vida familiar?
El Papa Francisco tiene unas palabras muy acertadas
hablando de la ruptura en la transmisión generacional de la fe cristiana, dice: “Algunas causas de esta ruptura son: la falta de espacios
de diálogo familiar,” (Nº 70). (atención,
la primera que nombra como a causa de... es “la falta de espacios de diálogo
familiar”, es necesario pensarlo, ¿qué espacios de diálogo familiar de cualidad
tenemos?, ¿qué espacios de diálogo padres-hijos? ¿qué espacios de diálogo entre
los esposos? Pienso que nos hace falta apagar la tele, el ordenador, la wii, el
móvil, y hablar... Sin diálogo de cualidad no hay comunicación de valores, de
experiencias de la fe.
Dice San Antonio María Claret en su
autobiografía: “Mi padre todos los días, después de haber comido, que
comíamos a las doce y cuarto, me hacía leer en un libro espiritual, y por la
noche nos quedábamos un rato de sobremesa, y siempre nos contaba alguna cosa de
edificación e instrucción al mismo tiempo, hasta que era la hora de ir a
descansar”. Así se hace un santo. Esto es poner medios para que los hijos
sean santos. O los preparáis para que sean santos, o se quedaran en la
mediocridad.