CAMINEO.INFO.- Segundo domingo de Adviento. La
liturgia, las lecturas, hoy nos presentan un tema muy de Adviento: preparar el camino. Adviento
es un tiempo de preparación, para acoger a Jesús que viene. Si preparamos el
camino viviremos un nuevo encuentro con Jesús, el Señor. Ya nos hemos
encontrado, ya sabemos quién es, pero, si vivimos el Adviento podremos
experimentar un nuevo encuentro. Hemos de preparar el camino.. Preguntémonos:
¿cómo lo estoy preparando?
Si no hacemos nada pasará lo
que leemos en el prólogo de San Juan el día de Navidad: “Vino a los suyos,
pero los suyos no le recibieron” (Jn 1, 11), que no nos pase esto...
En la primera lectura hemos
leído el inicio de lo que se llama el segundo Isaías. Dicen que es el más conmovedor
canto a la esperanza que se haya escrito nunca. El Pueblo de Israel está
deportado a Babilonia, son esclavizados, llevan muchos años fuera de su tierra
y lejos del templo... Parecía que no había esperanza. Hasta que el profeta, que
habla en nombre de Dios, ve que el cambio se acerca: “Consolad, consolad a
mi pueblo, -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que
se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen...”
También hoy nos puede parecer
que no hay esperanza... Parece que cada vez todo va peor: la pandemia, los
políticos, la ley de educación, tantos negocios a punto de cerrar, tantas
personas sufriendo que ven el futuro oscuro, la práctica religiosa que va
disminuyendo,...
¡¡Parece que no hay esperanza!!
Como le pasaba al Pueblo de Israel. Pero, la liturgia de Adviento, la Iglesia,
el Espíritu Santo, nos quiere llevar por el camino de la esperanza, porque “El Señor Dios llega con poder”. ¡¡Porque
Él viene!! ¡¡Dios viene!! Y viene para
cambiar todo esto... ¡Y él es el único que puede dar la paz, el amor, y
cambiar el corazón del hombre!
Estas realidades tan
sobrecogedoras nos han de llevar a implorar su venida con más fuerza, con más
intensidad, con más frecuencia. ¡¡Le necesitamos!! Que el grito “Venid, Señor
Jesús” no sea pensado sólo a título personal, sino también comunitariamente,
socialmente.
Al ver las noticias o leer los
periódicos... “Venid, Señor Jesús”. Al pasar por delante de las escuelas o
institutos... “Venid, Señor Jesús”. Ante el local de Cáritas: “Venid Señor
Jesús”. Antes de ir a casa del hijo no creyente... “Venid, Señor Jesús”.
¿Pasa alguna cosa cuando
hacemos esta jaculatoria? ¡¡Claro que pasa!! Al final vivir o no vivir esto es
una cuestión de fe. En dos evangelios de esta semana Jesús dice: “Que sea tal y como has creído”...
Nuestra fe, misteriosamente, condiciona lo que Dios nos puede dar.
Los cristianos, levadura en
medio de la pasta estamos llamados a ir haciendo que todo esto cambie. Y pienso
que esta jaculatoria “Venid, Señor Jesús” ¡tiene una fuerza indescriptible!
Pasemos al evangelio, donde contemplamos a Juan Bautista que
prepara al Pueblo de Israel para acoger el Mesías. Por tanto, nos prepara a
nosotros para acoger a Jesús que viene a nosotros.
¿Y qué propone Juan Bautista?, “predicaba
que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados…
confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán”.
Si traducimos esta expresión “se
convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados” a
categorías cristianas, todos tenemos claro que se nos habla del Sacramento de la Reconciliación.
Durante el tiempo de Adviento
se nos dice que “hemos de abrir una ruta”, “que hemos de allanar el camino”,
“que hemos de quitar obstáculos”... Una muy buena manera de hacer esto es con
el sacramento de la reconciliación. Así estamos haciendo lo que decíamos al
principio: preparar el camino al Señor, para poder vivir con él un nuevo
encuentro.
Desde hace muchos meses estamos
todos utilizando el gel hidrológico, que nos limpia de los virus. Pues, tenemos
“un gel” que nos limpia del pecado, que es la confesión, y que también se puede
hacer servir con mucha frecuencia, y sólo una vez o dos al año... ¡¡Y es muy
fácil de “utilizar”!!
Aunque ahora no me pueda poner
en el confesionario, no perdamos la práctica de este importantísimo sacramento.
Tenéis carteles explicativos de cómo podemos contactar para la confesión.
Acojamos el grito de San Juan
Bautista: “Bautismo de conversión”,
“perdón de los pecados”. Así
exhortaba él para acoger al Mesías. Así nos propone la Iglesia acoger al
Mesías.
Preparemos el camino, que no se
nos caiga de la boca la jaculatoria: “Venid, Señor Jesús”.