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Estamos celebrando el segundo
domingo de Adviento. Nuestra espiritualidad ha de estar puesta en “modo
Adviento”. Nos es necesario entrar en el ritmo del Adviento para poder recibir
todas las gracias que el Señor nos quiere conceder. Despistarnos en un tiempo litúrgico quiere
decir dejar de recibir innumerables gracias que el Señor nos quiere conceder.
“Espiritualidad en Modo Adviento”.
Hoy las lecturas que hemos
leído nos están gritando: ¡esperanza!, ¡tened esperanza! Dios nos quiere
comunicar el don de la esperanza en este tiempo de Adviento, y, en especial en
esta eucaristía.
Esperanza de que es posible que
las cosas y las personas cambien. Lo decíamos el otro día: poca práctica
religiosa, comunidad envejecida, dificultad para incorporar nuevos miembros.
Pero el plan de Dios no es éste, Dios desea otra cosa. Puede haber un cambio.
Dios nos ha hablado en la primera lectura y nos ha dicho a nosotros:
“Jerusalén (nosotros
podemos decir Parets) despójate de tu vestido de luto y aflicción y vístete
las galas perpetuas de la gloria que Dios te da, envuélvete en el manto de la
justicia de Dios y ponte en la cabeza la diadema de la gloria del Eterno”.
La primera lectura nos habla de
que Dios viene, y si Dios viene nos hemos de llenar de esperanza... Dios quiere
venir a nuestros corazones, a nuestra parroquia, a nuestro pueblo y
transformarlo todo. Es preciso que ésta sea nuestra esperanza, nuestro deseo.
Si en el siglo XIX no hubieran
habido unos científicos que tuvieron la esperanza de encontrar un remedio
contra la tuberculosis, ahora aún moriría gente de tuberculosis. La esperanza
que tenían les llevó a poner unos medios para encontrar el remedio, y lo
encontraron.
¿Deseamos que la vida cristiana vaya creciendo en Parets? ¿Esperamos que mejore? Nuestra
sociedad vive un dinamismo de descristianización... ¿esperamos que esto cambie?
¿Por qué nada no cambia y todo va empeorando? En parte es porqué no esperamos
nada, porqué no tenemos esperanza...
Hace unos años en un Sínodo de Obispos
europeos, decían que si Europa ha perdido la fe es porqué antes ha perdido la
esperanza. ¡¡No os dejéis robar la esperanza!!
Si nosotros tenemos esperanza
de que las cosas pueden cambiar, entonces, pondremos los medios para que las
cosas cambien.
Resumiendo:
. Dios
quiere cambiar las cosas...
. Dios
puede cambiar las cosas...
. Dios
quiere nuestra colaboración para cambiarlas.
¿Cómo podemos colaborar para que las cosas cambien? El evangelio nos da
la respuesta: nos dice el profeta Isaías y Juan Bautista: “Preparad el
camino del Señor, allanad sus senderos”. Jesús quiere venir de una
manera nueva a nuestra vida, a nosotros nos hace falta prepararle el camino. En
estas palabras tenemos un resumen de cuál ha de ser nuestra actitud en el
Adviento.
Es Dios que nos dice “Preparad
el camino del Señor”...” no podemos quedar indiferentes ante esta
exhortación. ¿Qué estamos haciendo o qué haremos nosotros para abrir una ruta
al Señor, para allanarle el camino? ¡¡Pensémoslo!!
Dios no puede forzar nuestro
corazón, el corazón del hombre sólo se abre por dentro, no se puede abrir desde
fuera. Dios quiere entrar, pero, nos hace falta a nosotros abrirle el corazón.
¿Cómo podemos abrir una ruta al
Señor, cómo podemos allanarle el camino? La respuesta también nos la da el
evangelio: El evangelio nos explica como Juan Bautista recibe la Palabra de
Dios en el desierto.
Decir desierto quiere decir:
silencio, búsqueda de la esencialidad, luchar contra la propia soberbia, quiere
decir repensar el sentido de nuestra vida, quiere decir repensar nuestras
relaciones humanas, vivir en profundidad, lejos del ruido y de las vanas
preocupaciones del mundo.
Nos hace falta a todos
tranquilidad, una cierta soledad, paz, silencio interior, no para aislarme,
sino para escuchar la vida, escuchar las personas, escuchar la Palabra de Dios.
Este Adviento a todos nos es necesario hacer desierto. La figura
de San Juan Bautista es modelo en el tiempo de Adviento, porqué se retira al desierto, el desierto es
el lugar donde nos abrimos al Señor que nos quiere hablar al corazón.
Hagamos ahora un momento de
silencio y preguntemos a Jesús cómo le podemos abrir una ruta... y le pedimos
que nos dé la virtud de la esperanza...