CAMINEO.INFO
DANIEL 12, 1-3
Salmo 15, 5 y 8. 9-10. 11
HEBREOS 10, 11-14. 18
MARCOS 13, 24-32
Cuando escuchamos un
texto apocalíptico nos podemos quedar en las palabras más espectaculares y
catastrofistas, y olvidar su sentido más profundo, los textos apocalípticos son
textos profundamente esperanzados: Jesucristo vendrá como Señor y juez de la
historia. Y esto nos abre la puerta a la esperanza.
• Esperanza de que
Dios es “dueño”, soberano, de la historia. Dios guía y conduce la historia,
nuestra historia personal y la de toda la Humanidad. A Dios no se le escapa la historia
de las manos.
Que guíe la historia no quiere decir que provoque el mal,
o que le sea indiferente la presencia del mal. Quiere decir que a través
nuestro va escribiendo la historia (nosotros somos los brazos de Dios en la
historia), y cuando nosotros le fallamos, porque utilizamos mal nuestra
libertad, entonces, Dios reconduce la historia. Reconducir la historia quiere
decir que Dios hace posible que de un mal salga un bien, que donde abundó el
pecado, sobreabunde la gracia. La suya es siempre una respuesta de amor. Dios
no puede hacer otra cosa que amar.
Como
que esto es un poco abstracto, vamos a un ejemplo concreto: Dios que es Señor
de la historia, ¿quiere que el Mediterráneo se haya convertido en un cementerio
lleno de inmigrantes? ¡¡No lo quiere!! No forma parte del plan de Dios. ¿Y qué
hace Dios? ¿se lo mira tranquilamente desde arriba? ¡No! Dios mira de tocar el
corazón de todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que acabe esta
situación que clama a nuestras conciencias. Mira de reconducir la historia.
¿Encontrará nuestros corazones, abiertos y sensibles a sus inspiraciones? Éste es otro tema.
Nosotros somos los brazos de Dios en la historia.
• Esperanza de que sus palabras no pasarán. Ya pueden tambalear el cielo y la tierra, ya pueden
oscurecerse el sol y la luna, ya pueden caer del cielo las estrellas... “que
sus palabras no pasarán”, lo que no tambalea es el amor de Dios.
Todo pasa, es cierto, ¡excepto una cosa! Hay una cosa que no pasa, que no es
relativa, que no es hoy y deja de ser mañana... sus palabras y su amor no
tienen fecha de caducidad,... Hoy que todo caduca... ¡¡su amor no caduca!!
Fecha de consumo preferente sí...
Fecha de consumo preferente sí: más vale consumir el amor
de Dios antes de la parusía o de nuestra muerte... J
¿Cuál es el fundamento de nuestra esperanza? ¿Qué es lo
que da sentido a vuestra vida? ¿Por qué os levantáis cada mañana y vais al
trabajo, a la escuela, a la universidad, a recoger los nietos? Sinceramente, y
no lo digo para justificar mi paradita, me cuesta muchísimo de justificar la
esperanza en un mundo sin Dios. Sin Dios no sé dónde poner la esperanza, no sé
dónde fundamentarla. ¿En la humanidad? ¿Se puede creer en la Humanidad después
de Auschwitz? ¿En el amor humano, sin Dios? Mi generación, los que tienen
cincuenta años, de cada cuatro matrimonios, dos divorciados. La generación que
ahora tienen treinta años, por extrapolación estadística, sale que de cada
cuatro, tres divorciados. ¿qué pasará con los que tienen veinte años? ¿Por qué
pasa? Porque no hemos puesto la esperanza en Dios.
Si no hay ternura, perdón, compasión, respeto, ¿cómo
vivir gozosamente cincuenta años de casados?... ¡¡Imposible!!
Dice San Agustín: “No
hay nada más triste que una vida sin esperanza... Bien, sí, una esperanza sin fundamento”.
¿Cuál es el fundamento de la esperanza del matrimonio cristiano: ¿me esforzaré
en este proyecto de vida, lo cuidaré, velaré para hacer las cosas bien...?
¡¡No!! El fundamento, un cristiano no lo pone en él, lo pone en Dios. Dios me
dará la fuerza para amar, perdonar... Dios me dará la sabiduría para... Dios...
Dios...
El Evangelio apocalíptico de hoy es una invitación a
poner nuestra esperanza en Dios. Señor y juez de la historia.
¿Quién nos liberará de las garras de la muerte? Dios.
¿Quién dará a nuestra vida un sentido capaz de liberarnos
de la fuerza de nuestro egoísmo autocentrador? Dios.
¿Quién vindicará las víctimas del odio y de la injusticia
que la humanidad ha ido sacrificando a lo largo de la historia? Dios.
¿Quién cerrará todas las heridas, quién vendará todas las
llagas? Dios.
¿Quién hará resplandecer la verdad como el sol del
mediodía? ¡¡¡Dios!!
Esperanza en Dios. Esperanza de que sus palabras no
pasarán, esperanza de que su amor no tambaleará nunca. Esperanza en que
continúe su intervención en la Historia y en la nuestra historia.