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Quizás alguien se haya preguntado: De Moisés siempre nos han hablado muy
bien… ¿Cómo es que permitió el divorcio?
¡Expliquémoslo!
En tiempos de Moisés
lo que ocurría es que había hombres que abandonaban a sus mujeres y entonces
las mujeres quedaban en una situación de abandono, muy vulnerables, no
amparadas legalmente.
Moisés ante esta
situación, provocada por la dureza de corazón de esos hombres, dice que el
hombre que abandona a su mujer le dé un documento de divorcio. Gracias a este
documento la mujer queda más protegida, con una situación definida. Por lo
tanto, la ley de Moisés es una ley para proteger a la mujer. Lo que ocurrió es
que el judaísmo corrompió el auténtico sentido de la ley. Y lo que era una
defensa de las mujeres abandonadas se convierte en una ley en contra de ellas
porque se acaba interpretando que el hombre puede divorciarse de la mujer por
cualquier motivo.
Segunda idea: Las
palabras de Jesús al decir “al principio”, nos remiten a la
intención original del Creador. Jesús viene a decir esto del matrimonio: no
depende de las leyes humanas, esto depende de la intención del Creador, esto
depende de la ley natural escrita en la
naturaleza del hombre. Una cosa mala la ley no la hace buena, la hace legal, no
buena.
Tercera
idea: En estas dos cosas que he dicho, hay un hecho que nos podría pasar
desapercibido: Dice Jesús: “...dejó escrito Moisés este precepto”. (se está poniendo por encima de Moisés,
continúa...) “Al
principio...” Expresiones que nos remiten a la intención original del
Creador. ¡Dos hechos muy significativos!
Este ponerse por encima de Moisés y esta expresión “al
principio”, los podríamos considerar como dos pequeños signos que apuntan
hacia la divinidad de Jesús.
¿Por qué digo esto?
De la existencia histórica de Jesús, nadie con un poco de formación, duda.
Donde sí pueden haber dudas es la
identidad de Jesús como Hijo de Dios... Y la identidad de Jesús como Hijo de
Dios es un tema capital para entender y vivir el cristianismo.
Por esto, me gusta
destacar aquellos pequeños signos que hacen razonable, creíble, que apuntan en
esta dirección.
Continuemos con la
primera lectura y el evangelio. En el Antiguo Testamento se permite el divorcio
y la poligamia. Llega Jesús y dice “una
con uno y para siempre”. Y sus discípulos dicen: “si es así más vale no casarse”. No le entienden. ¿Qué es lo que
ocurre? Pues que con Jesús se introduce una novedad radical (radical viene de
raíz) con Cristo surge el hombre nuevo, la mujer nueva, que es capaz de amar al
otro para siempre y además de modo que les realice como personas y les haga
alcanzar su plenitud personal. Dice el
Concilio Vaticano II: “Cristo sale al encuentro de los esposos por el
sacramento del matrimonio”.
Cristo quiere
fortalecer, dignificar, sobrenaturalizar el amor humano de los esposos.
Matrimonio es cosa de tres. Los esposos han de abrirse a esta acción de Cristo
en sus vidas. Cristo quiere hacer camino con los esposos, pero éstos han de
abrirse a su acción. El matrimonio se convierte en un camino para unirse a
Cristo.
Por qué hay tanto
fracaso matrimonial, tanto divorcio y tanta infidelidad, porque le gente vive
en el Antiguo Testamento y no se han encontrado con Cristo. Y en el Antiguo
Testamento ya sabemos lo que hay: divorcio y poligamia.
Qué imagen del amor
más bonita y poética nos daba la primera lectura y el evangelio… los esposos
llamados a formar “una sola carne”. Ya no son dos individuos, sino una
sola realidad. Ya no se hace una valoración individual de las cosas, sino
tenemos presente al otro, la nueva unidad que ha surgido. Y esto es posible
cuando ya no se buscan a ellos mismos sino que buscan el bien del otro. Hay un
acto de donación constante.
El
otro vale tanto, le amo tanto, que le entrego todo lo que soy, lo mejor de mi
corazón. Amor = entrega. En el amor verdadero el importante no eres tú, sino el
otro. Yo en las bodas les digo: “no os casáis para ser felices, (y me callo) os
casáis para hacer feliz al otro, que es muy distinto.”
Nada
a ver la convivencia entre dos personas que se buscan a sí mismas, tendencia
egoísta que todos llevamos dentro. Y la convivencia de dos personas que buscan
hacer feliz al otro. La primera es un infierno. La segunda un trocito de cielo.