Podemos decir que toda la existencia de Jesús, nuestro
Salvador, está resumida, recapitulada,
en la escena del lavatorio de pies. Todo está allí: su abajamiento al hacerse
hombre: su actitud de servidor: su amor hasta el extremo: y la propuesta que nos
hace hacer lo que Él ha hecho. Lo que Él
es y lo que nos ha dicho queda condensado en este gesto.
De aquí la importancia de contemplar este gesto, como si presente me hallare, de rezarlo, de
dialogarlo con él. Y al contemplarlo hable a nuestra vida, interpele nuestra
vida, cuestione nuestras actitudes.
Cuando contemplamos esta escena, cuando penetramos en
ella descubrimos el silencio. Nosotros
cuando después haremos el lavatorio de pies haremos un canto. Cuando Jesús lavaba
los pies a sus 12 discípulos, también a Judas, se
hizo un gran silencio. Se puede palpar ese silencio … Hasta que llegó a Pedro,
y después continúa el silencio. Y al acabar Jesús pregunta: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?”
Y más silencio, nadie responde
Es un silencio que nace de la incomprensión. Ellos que a menudo habían discutido para ocupar los primeros lugares, quien sería el primero,
quien tendría un lugar preeminente en el reino de Jesús, no entienden que Jesús
coja la posición del esclavo y limpie los pies. Y callan. Y si Pedro habla lo hace
para mostrar su indignación, su incomprensión.
¡¡Cómo puede ser
que el Mesías, el que ha hablado como nadie, el que ha hecho grandes
milagros, el que ha sido seguido por miles, ahora coja la posición del esclavo
y les limpie los pies …!! ¡Hoy contemplamos una revolución!
Dice W. Froester:
“Si hubo en el mundo una revolución, aconteció en ese momento”. Contemplamos un
cambio de valores como nunca se ha visto en la historia.
Los discípulos callan
porqué no entienden. ¿Por qué les cuesta tanto de entender después de tres
años de estar con Jesús? Les cuesta
tanto de entender – a ellos y a nosotros - porqué la tendencia que tenemos a
buscarnos a nosotros mismos, a ir a la nuestra, a no fijarnos en el otro a
querer honores, medallitas, agradecimientos, ...., es fuertísima.
Este gesto decía que resume su vida porque su vida ha sido una vida de: abajamiento,
kénosis, de vida toda entregada, toda dada a favor de los otros, de olvido de sí,
dar la vida por amor, de ser servidor por amor, ser esclavo por amor, de ocupar
el último lugar,...
¿¿Y nosotros qué?? Pues nosotros llamados, como
seguidores suyos, ha hacer lo mismo …
“Haced vosotros lo mismo”.
Cuando ponemos encima la mesa todo esto es cuando es más
fácil darnos cuenta que ser cristiano es
mucho más que ir a misa el domingo. ¡Es compartir la existencia entregada
de Jesucristo! Y hacerlo por amor y gozosamente.
Alguien pensará “esto, padre es muy difícil”. Dos cuestiones.
Primera: difícil no!, sino imposible!!
… con nuestras propias fuerzas naturales Y posible y gozoso con la gracia de
Dios. Se trata de dejarle hacer a
él!! Que el vaya haciendo en nosotros!!
Segunda
cuestión: Hoy hemos acabado la
oración colecta diciendo: “... te pedimos que la celebración de estos santos
misterios (eucaristía) nos lleve a alcanzar plenitud de amor y de vida”. Vivir
intensamente la eucaristía, la comunión con Jesucristo, nos llevará a llegar a
la “plenitud del amor y de la vida”.
Hoy celebramos que Cristo
instituye la eucaristía. El alimento que nos permite vivir lo que él nos
propone … El alimento que nos permite crecer en su seguimiento. El
alimento que nos permite vivir cada vez más la comunión con su persona
divina.
Pequeño
inciso: la Iglesia utiliza dos
lenguajes: el de la obligación para los que están empezando su camino, para los
que son niños en la fe, o adolescentes en la fe. Y se les dice es obligatorio ir a misa, es
obligatorio rezar un poco antes de ir a la cama, es obligatorio confesar
cuando pecas gravemente. Pero este es el lenguaje de mínimos, para el que
empieza …
El lenguaje de Jesús no es este. El lenguaje de los
santos no es este. El lenguaje de la Iglesia para los que quieren crecer no es
este. Es de ir a más!! Es de acercarse cuantas más
veces mejor a las fuentes de donde brota la salvación: los sacramentos, la
palabra, la oración, los textos litúrgicos, etc…
Hago este inciso para animaros a ir a misa cada día… Si
es el alimento que nos permite vivir lo que él nos propone … Si es el
alimento que nos permite crecer en su seguimiento. Si es el alimento que
nos permite vivir cada vez más la comunión con su persona divina. Pues
parece lógico que el adulto en la fe quiera irse alimentando de este manjar
exquisito , no?
Pedid la gracia de lavar los pies a vuestro prójimo y lo
haréis. Pedid la gracia de ir a misa cada día y se os concederá … Os lo
aseguro!!