CAMINEO.INFO.-
ÉXODO 20, 1-17
Salmo 18, 8. 9. 10. 11
CORINTIOS 1- 22-25
JUAN 2, 13-25
¿Cómo
va la Cuaresma? ¡¡Estamos ya en el tercer Domingo de Cuaresma!! ¡¡Hoy la oración
colecta nos ha querido dar un toque de atención!!
Dice
así: “Señor que aceptas el ayuno, la
oración y la limosna como remedio de nuestros pecados”.
¡¡Nos
recuerda las tres prácticas cuaresmales…!! ¿Cómo las estamos viviendo? Son un
termómetro de cómo vivimos la Cuaresma ...
Es
Dios quien nos habla a través de la liturgia. Nos hace falta estar atentos y
meditar y rezar, lo que nos dicen los textos litúrgicos.
Hoy en la primera lectura se nos propone nuevamente vivir los diez
mandamientos. En este tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión, se nos propone
para que recemos con ellos… ¿Hemos rezado alguna vez con los mandamientos…? Viviremos
mejor la Cuaresma si rezamos un poco con los mandamientos. Dos ideas…
a)
No son algo del pasado, algo
que tenía que cumplir el pueblo de Israel y a nosotros en nada nos afectan ya.
Siguen vigentes y el Catecismo de la Iglesia Católica los explica de uno en uno.
b) Los diez mandamientos no podemos
verlos como prohibiciones, son como los consejos de un padre a su hijo,
consejos para vivir una vida plenamente feliz. Son como unas pistas que nos
indican el camino, para poder caminar por el camino de la verdad, del bien, de
la justicia.
No son una ley que nos viene de fuera, externa a nosotros, que nada tienen
que ver con nosotros y que podemos cumplir o no cumplir. Sino que son la
manifestación de la ley que todos llevamos escrita en nuestro interior.
Pongo un ejemplo. Imaginaos que construyo un ordenador, vosotros para
hacerlo funcionar tenéis dos posibilidades: prueba y error, ir probando a ver
si lo hacéis funcionar, aquí se corre el riesgo de que lo estropeéis para
siempre, que hagáis una cosa que lo rompe. La
otra posibilidad es que leáis el libro de instrucciones del ordenador, y
descubráis como funciona.
Nosotros somos ese ordenador, Dios es el ingeniero que nos ha hecho. ¿Cuál
será nuestro libro de instrucciones? El libro de instrucciones son los mandamientos.
Si funciono al margen de los mandamientos nos acabamos estropeando, si funciono
de acuerdo con los mandamientos mi funcionamiento será óptimo. Los ordenadores
que mejor han funcionado han sido los santos, así que debo fijarme en ellos…
Pasemos al evangelio. Dos ideas:
1) Primero se hace necesario explicar el gesto de Jesús, para que no nos
sirva para justificar nuestros actos violentos. ¿Jesús está actuando movido por
la ira? Eso sería un pecado. ¿Puede Jesús pecar? No. Entonces ¿qué ocurre? Jesús
siempre está actuando movido por la caridad. Lo que ocurre que este amor se
puede manifestar de modos muy distintos: perdonando los pecados a una mujer
pública, compadeciéndose ante las multitudes, pero también cuando critica a los
fariseos, o como hoy, cuando expulsa a los vendedores del templo.
También vosotros movidos por la caridad y no por la ira, corregís a
vuestros hijos/nietos cuando se equivocan. Las manifestaciones de amor no siempre
van acompañadas de abrazos, gestos de cariño y sonrisas.
2) Nunca hemos contemplado a Jesús tan indignado y airado, por tanto, la escena
tiene para nosotros unos contenidos que es necesario descubrir:
La indignación le viene porque ve como se ha pervertido el sentido de aquello
que es religioso. El templo ha pasado del lugar del encuentro con Dios, al lugar
del mercadeo. Y esto se hace insoportable para Jesús. Aquello que tenía que ser
sagrado se ha mundanizado, aquello que tenía que elevar los espíritus se ha
pervertido...
¿Por qué la liturgia nos ha puesto este texto hoy, en el centro de la Cuaresma,
en este tiempo de renovación, de mirar nuestro interior? Recordemos, que en la
liturgia no hay nada casual. La respuesta es: para que descubramos si en nosotros,
de alguna manera, se ha pervertido el sentido de aquello que es religioso, se ha
pervertido, en cierta medida, nuestra vida religiosa...
Una pregunta emerge con fuerza de todo esto: ¿Cómo estamos viviendo lo
sagrado? ¿Cómo estamos cuidando y alimentando nuestro espíritu?
Digámosle a Jesús en nuestra
oración personal: Purifícame como purificaste el templo. Expulsa de mí, todo aquello
que adultera mi vida espiritual. Quita de mí, tantas actitudes, prejuicios e
ideas que me tienen parado en mi crecimiento espiritual… Amén.