“Venid a mí”, dice Jesús “Venid a mí”. Es una invitación que se
dirige a nosotros... Si dice “Ven
y sígueme” parece que te invite a acompañarlo, a caminar con él. Pero, hoy
te dice “Venid a mí”, parece
que te invite a abrazarlo, a entrar en comunión con él, a unirte a él...
¡Qué llamada más
bonita! Que nos vuelve a mostrar el tu a tu personal que Jesús quiere
establecer con nosotros...
Jesús no es un líder lejano, preocupado en la
organización, sino pendiente de las
personas, de cada todoa y cada uno. Y desde las personas construye el Reino. “Venid a mí”.
Reafirma esta idea lo que dice después... ““Venid a mí... yo os aliviaré” “encontraréis
vuestro descanso”. No te está llamando a hacer nada... sino a reposar, a
descansar en él. ¡Llama al encuentro!
“Venid a mí...” “Yo os
aliviaré”. Todo apunta a deseo de comunión de Jesús con nosotros.
¡Qué llamada más
curiosa! Hemos de responder a Jesús... ¿¿Descansamos en él?? La oración como un
espacio de descanso...
Recuerdo que en una jornada de puertas abiertas, el
seminarista que enseñaba la capilla decía... “Aquí venimos a descansar en el
Señor”. De este evangelio de hoy debió
sacar la idea...
El verano es tiempo de descanso, y esto es justo y
necesario, pero nosotros hemos de recordar que donde verdaderamente descansamos
es en el Señor.
He estado de campamentos con treinta y cinco niños de
Parets y veinte de Montornés. Ha ido muy bien. De los mejores años. Mi primera
hora de la mañana era para el Señor. Necesito descansar en él. Ponerlo todo
a su presencia. Coger de él fuerzas.
Llenarme de su amor, para darlo después. Pedir ayuda para el día. Repasar mi
comportamiento bajo su luz... reposar en él...
Otra cosa curiosa de este evangelio, y me parece que es
en el único evangelio que pasa, es que Jesús se define a sí mismo: “... soy manso y humilde de corazón”. A parte
de los “Yo soy” de Jesús no recuerdo ninguna expresión parecida.
Por tanto, esto quiere decir que Jesús da mucha
importancia a estas palabras: “… soy manso y humilde de corazón”.
Los campamentos han girado entorno la persona de María.
El lema era “Levántate como María”. Cada día hacíamos una dinámica sobre ella.
Yo trabajé la humildad de María.
“... porque ha mirado la humillación
de su esclava”. María se ve pequeña. Ella es humilde.
Aquí encontramos un punto de contacto muy iluminador
entre María y Jesús. Los dos hablan de su humildad.
Es esencial para nosotros ser humildes. Desterrar todo
aquello que nos aleje de la humildad.
Acabo ya, a veces, tenemos la idea de que nosotros
estamos bien, estamos tranquilos y esto de ser cristiano es como una añadidura
un poco pesada. Demasiadas veces vivimos nuestro cristianismo como una cosa
pesada y cansada.
Si lo vivimos bien es al contrario: nosotros sin Cristo
estamos cansados y agobiados y en Él nos hace reposar, en él encontramos el
reposo y sentido que tanto deseamos.
Vayamos a él, reposemos en él, pidamos el don de la
humildad.