Esta homilía se podría titular “Una exigencia o un don,
de ti depende”.
Cuando escuchamos estas palabras de Jesús: “El que ama
a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o
a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue,
no es digno de mí. El que trate de salvar su vida, la perderá”.
¿Qué nos viene a la cabeza...
qué pensamos...? “palabras exigentes… esto es muy difícil… no entiendo tanta
radicalidad… Jesús a veces se pasa un poco”.
Estos pensamientos no serían
del todo correctos. Lo que hemos de pensar es que detrás de estas palabras hay
un don..., una gracia que hemos de pedir y esperar: “Jesús no soy bueno para
venir contigo, ayúdame a amarte más que al padre, y a la madre, a los hijos y a
las hijas. Jesús tiendo a ir a la mía, ayúdame a perder la vida por “tu causa”.
La propuesta de Jesús es
inalcanzable con nuestras fuerzas naturales. Y esto, Jesús lo sabe. Por tanto,
detrás de que cada exhortación tenemos que ver una promesa de gracias.
Cuando Jesús nos dice cosas
como las de hoy, a la vez nos está diciendo: “Con mi gracia lo conseguirás”.
Que nos recuerda aquella frase suya: “Sin mí no podéis hacer nada”.
Por tanto, leemos el evangelio
con esta perspectiva: “qué don me quiere dar el Señor, qué gracia, por dónde me
quiere hacer andar.”
Y esta idea es esencial para
entender el cristianismo: vivirlo como un cúmulo de exigencias o como un don a
recibir. “Una exigencia o un don, de ti depende”.
Segunda idea... Jesús está hablando a los apóstoles
(=enviados). Y les dice “El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el
que me recibe a mí, recibe al que me envió”. Los sacerdotes somos estos
enviados que es necesario acoger. Acogerlos como si fuésemos el mismo Jesús.
Acoger un sacerdote es como acoger el mismo Jesús... Es muy fuerte...
En la primera lectura, la mujer de Sunén fue bendecida
por acoger a Eliseo como un hombre de Dios.
Acoger a los hombres que vienen de parte de Dios siempre
supone una bendición. Das, pero a la vez estás recibiendo.
Por parte nuestra, es una experiencia muy bonita ser
acogido. No te conocen de nada, y te acogen, te ayudan. Es la fe que lo hace
posible.
Acabo
ya, la fe hace nuevas todas las cosas, todas las realidades, todas las
relaciones, todo. Amén.