“¡No tengáis miedo!
¡No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo!” Tres veces ha repetido Jesús hoy la
misma expresión...
Encuentro que nos
hace mucho bien oir esta expresión... Todos tenemos nuestras cosas,
dificultades, dudas, incertidumbres, ... y escuchar a Jesús diciéndonos “no
tengáis miedo”, es balsámico... Si lo repites, una vez y otra, y piensas
que Jesús te lo dice a ti... Es como una pomada milagrosa sobre nuestras
heridas... serena el espíritu y hace poner en él la confianza...
¿Por qué Jesús se lo
dice? Para entender bien
el evangelio de hoy hace falta situarlo en su contexto. Estamos en el capítulo
diez de Mt, versículo veintiseis. El capítulo diez ha empezado con la llamada
de los doce, después el envío a la misión, los anuncios de las persecuciones
que sufrirán, y justo después, el texto de hoy que es una invitación a no tener
miedo en medio de las persecuciones.
Ahora paso a
explicar brevemente las tres afirmaciones donde dice: “no tengáis miedo”.
1. “No tengáis
miedo a los hombres”. “Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz,
...”. En la evangelización no podemos tener miedo de los hombres, del qué
dirán, del qué pensarán. ¿Cuántas veces nos callamos por miedo? Pues, Jesús nos
dice... “No tengáis miedo”... “que no
sepan que voy a misa”... “que no sepan que amo la Iglesia”, “que no sepan que
rezo por ellos”... Esto es tener miedo a los hombres...
No podemos tener
miedo... que el miedo no nos guie. Aunque nos machaquen, como lo hacían con
Jeremías. Quien tenga dudas de cuándo ha de evangelizar que lea a Jeremías.
¡Qué gran profeta! El un hombre dulce, enviado a anunciar calamidades.
¿Qué es amar? Amar
es buscar el bien de los demás. Pues, cuando evangelizamos estamos buscando su
bien... estamos amando. Por tanto, evangelizar es amar, y no podemos tener
miedo de amar.
Hace unas semanas,
en una parroquia que había estado hace muchos años, una mujer me decía: “Yo, a todo el mundo le decía y yo también me lo
creía: “que mi hija no iba a misa, pero que era muy buena, que casi no creía en
Dios, pero era muy buena persona. Y ahora se ha separado. Se ha ido con otro. Y
ha roto una familia. Y me sabe muy mal, y me siento culpable, porque pienso que
si Dios estuviera en su vida, éste no habría sido el camino que habría cogido.”
Evangelizar es amar.
2. “No tengáis miedo a los que matan el
cuerpo,...”. Con estas palabras, Jesús nos indica la posibilidad de que en
la tarea evangelizadora, uno pierda la vida. Seguramente a nosotros no nos
tocará vivir esto, pero, hemos de tener un amor y un deseo de evangelizar
equivalente a dar la vida. El hecho material de morir no se nos pide, pero, sí
la entrega equivalente.
Esta
expresión “No tengáis miedo a los
que matan el cuerpo, ...”, también nos habla de una evangelización valiente
y atrevida. Me impresionan muchísimo las palabras de San Pablo hablando de todo
lo que le ha supuesto la evangelización:
“Cinco veces recibí
de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas, una
vez fui apedreado, tres veces padecí naufragio, un día y una noche pasé en los
abismos; muchas veces en viaje me vi en peligros de ríos, peligros de ladrones,
peligros de los de mi linaje, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad,
peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre los falsos
hermanos, trabajos y fatigas en prolongadas vigilias muchas veces, en hambre y
sed, en ayunos frecuentes, en frío y desnudez”.
“Señor dame el ardor apostólico de San Pablo”.
3. “No tengáis
miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones”. Es una llamada a la confianza. A confiar que Él está con nosotros y vela por nosotros.
No nos deja nunca solos, y menos cuando procuramos evangelizar.
Hoy, el profeta
Jeremías nos daba un ejemplo de confianza. Ante la traición de sus propios amigos
dice: “Pero el señor es mi fuerte defensor”.
A él confiamos
nuestra causa, evangelicemos desde el firme convencimiento que él es quien
actúa en el corazón de los hombres y mujeres a los que queremos
evangelizar.
Evangelicemos
también con el punto de mira en el juicio final: “A quien se declare por mí
ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los
cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre
que está en los cielos”.
Que Jesús nos de la gracia de no tener miedo...