Qué frase, “No se turbe vuestro
corazón”. Cuando vamos
repitiendo, interiorizando, dialogando con Jesús la frase, os aseguro que nuestros corazones se serenan. Sólo
escuchándola, nuestros corazones se serenan. La Palabra de Dios es
performativa, produce lo que dice.
Hoy en día donde hay tanta ansiedad, necesitamos escuchar a Jesús
Los ansiolíticos y los tranquilizantes son las pastillas más vendidas. Todo
el mundo parece que esté bien, pero, mentira. La sociedad está enferma. El
consumo de pastillas así nos lo hacen saber.
Nuestra receta contra la ansiedad: escucha a Jesús diciendo “no se turbe tu
corazón”,... y se serena.
Dice después. “Creed en Dios y creed también en mí”. Todo el
evangelio nos lanza un grito: “¡CONFÍA!” “Pon
tu confianza en Dios, en Jesús, en el buen Pastor”.
Cuando vamos repitiendo, interiorizando, dialogando: “creed también en mí”.
Os aseguro que crece nuestra confianza en él. Y si crece la confianza, crece la
paz.
Tomás y Felipe dudan, les cuesta entender
lo que Jesús dice, lo que Jesús plantea. Y preguntan y buscan aclaraciones. Con
esto nos están dando a nosotros una gran
enseñanza: hay dudas, cosas que no entendemos, dialoguemos con el Señor.
Que no entiendo porque me ha pasado una
cosa, dialoga con el Señor. Que no entiendo porque hay un problema que no se
soluciona, dialoga con el Señor. Que no entiendo qué quiere Dios de mí, dialoga
con el Señor.
Aprendamos de Tomás y Felipe, y si en tu
diálogo con Jesús, el Buen Pastor, no encuentras respuestas, no dejes de
preguntar: al sacerdote, al amigo creyente. “La fe es la duda superada”, decía
un amigo mío...
La afirmación central de este evangelio es: “Yo soy el
camino y la verdad y la vida”.
Dice San Agustín comentando esta frase: “¿Buscas por dónde has de ir? Escucha qué
dice en primer lugar: “Yo soy el camino”. Antes de decirte dónde has de llegar,
ya te dice por dónde has de ir; dice: “Yo soy el camino”. ¿Hacia dónde lleva
este camino? Yo soy la verdad y la vida. Primero te dice por dónde has de ir,
después te manifiesta el lugar dónde has de ir. ((Yo soy el camino, yo soy la
verdad, yo soy la vida. En cuanto convive con el Padre, es la verdad y la vida;
en cuanto se ha encarnado, se ha vuelto camino para nosotros”.))
Todos queremos vida, y vida llena, vida abundante. Y
todos queremos verdad en nuestras vidas. Pues, Jesús es el camino que lleva a
ello.
Jesús nos dice a cada uno de nosotros: “Yo
soy el camino y la verdad y la vida”. Que afirmación tan rotunda y radical. En la que utiliza un articulo determinado,
“el camino, la …, la ...”, No dice “un camino, una verdad, una vida”. Él habla
con una pretensión de universalidad y de totalidad. Nunca nadie, en toda la
humanidad, ni Buda, ni Confucio, ni Mahoma, habían hablado con una pretensión
como la suya, porque nadie tenía la conciencia de Hijo de Dios que él tenía.
Analicemos qué quiere decir esta
afirmación:
Si él es “el Camino” significa que el que no vive en él
esta perdido, está desorientado.
Si él es “la Verdad” significa que el que
no vive en él vive en equivocado, engañado.
Si el es “la Vida” significa que el que
no vive en él se está perdiendo lo
mejor de la vida.
Afirmaciones de Jesús de esta entidad, que dicen tanto en
tan poco, tan radicales, y a la vez iluminadoras, (como la afirmación de la
semana pasada: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante),
nos ha de ayudar, nos han de motivar, en
nuestra tarea evangelizadora.
Si Jesús es lo que dice que
es, no nos lo podemos quedar para nosotros. Si Jesús es la Vida, yo esto no me
lo puedo quedar para mí, y si me lo quedo para mí quiere decir que sé que es
vida, pero no lo he experimentado como vida. Quien experimenta Jesús como vida,
necesariamente necesita comunicarlo. Amén