CAMINEO.INFO.-
Esta escena no la contemplemos como algo que sucedió en
el pasado. Contemplémosla como una escena que se da en nuestra vida. Nosotros somos
estos dos discípulos que van a Emaús y que acabarán volviendo de Emaús.
Los dos discípulos
de Jesús marchan de Jerusalén tristes, desesperanzados, tenían unas
expectativas, esperaban unas cosas y nada se ha cumplido. Dicen: “Nosotros esperábamos”, y nada ha salido como
ellos esperaban .
También eso nos
ocurre a nosotros: teníamos unas esperanzas, unos proyectos y muchas cosas no
han salido como queríamos. Y nos quedamos tristes y desesperanzados como los
discípulos de Emaús…
En medio de esta
tristeza Jesucristo se hace el encontradizo, con suavidad. Cristo se cuela en
su desesperanza, y se pone a caminar con ellos. También eso nos ocurre a nosotros: Cristo
desea caminar con nosotros en los buenos momentos y en los malos momentos. Por
la resurrección Jesús se ha convertido en contemporáneo nuestro. Y puede hacer
camino con nosotros.
¡Es inefable
vivirlo, es inenarrable! ¡Jesús que camina con nosotros!
Y Jesús se pone a
hablar con los discípulos de Emaús. Jesús también quiere establecer con
nosotros un diálogo. Esto es rezar, dialogar con Cristo que camina con
nosotros.
Y en este diálogo
pasan cuatro cosas maravillosas:
1. Jesús les ayuda a hacer una nueva lectura de lo que ha
pasado. Da a los hechos una nueva luz, la luz de su resurrección.
En nuestro
diálogo con Jesús pasa lo mismo: da a los hechos una nueva luz, una nueva
perspectiva. Resitúa nuestra historia
personal dentro de un contexto de historia de salvación. ¡Es maravilloso! Cuando estamos con Jesús nos es más fácil interpretar lo
que nos pasa en nuestra vida. Y por eso le decimos: “Quédate con nosotros”.
2. Jesucristo les
explica el sentido de la cruz. También cuando hablamos con el Señor, nuestras
cruces cogen otro sentido. Vale la pena destacar que Jesucristo no les ha
quitado los hechos tristes, sino que les ha dado un nuevo sentido. Y por esto le decimos: “Quédate con nosotros”.
3. Poco a poco les
levanta el ánimo, la esperanza. La experiencia de la oración, habitualmente, es
de consolación. El oficio del resucitado es
consolar y dar la paz. Y por eso le
decimos: “Quédate con nosotros”.
4. Este levantar el
ánimo llega en un momento en que sus
corazones se abrasaban (¡¡se encendían!!). Jesucristo ha encendido sus
corazones. Con su palabra ha encendido sus corazones. Jesús con su palabra, con el evangelio, quiere también
encender nuestros corazones. Y por esto le decimos: “Quédate con nosotros”.
Jesús hace como si siguiera más allá y ellos lo invitan a quedarse. “Quédate
con nosotros”, y acepta quedarse. Jesús siempre acepta nuestras
invitaciones a pasar un rato juntos. Jesús siempre acepta nuestras invitaciones a dialogar un rato...
¿le invitamos?, ¿lo convidamos? La vida cristiana la hemos de entender como un estar siempre “con Jesús”.
Lo reconocen al partir el pan. Este
partir el pan hace referencia a la fracción del pan que hacemos en la
eucaristía, cuando decimos aquello de “Cordero de Dios que quitas...”. Hasta
entonces no lo han visto, y al partir el pan lo reconocen. ¿De qué nos habla
esto? De la eucaristía como un lugar privilegiado de la manifestación de Cristo
Resucitado. Es Cristo Resucitado quien se hace presente en el trocito del pan
eucarístico. Entran en comunión con Cristo Resucitado.
Y todo esto que han vivido: Jesús que
camina con ellos, Jesús que dialoga con ellos, Jesús que les ilumina, Jesús que
les anima, Jesús que cambia sus corazones, todo esto es expansivo, no se lo
pueden quedar para ellos, y van a comunicarlo. También el dinamismo de nuestra
fe es comunicarse.
Hay otra cosa que les pasa a los discípulos de Emaús. Han
tenido delante los signos, pero no han visto nada. Me explico: “Es verdad
que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido
muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron
diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está
vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como
habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron”.
Siempre me ha sorprendido… tenían los signos delante
(...), y no vieron, y marcharon...
Que no nos pase lo mismo... Tenemos tantos signos de su resurrección. Tenemos tantos signos de que
él está vivo. Y no los vemos... y marchamos hacia Emaús. No sabemos mirar con
fe.
¿Vas a Emaús o vienes de Emaús? “Vas a Emaús” quiere
decir que estás centrado en tus cosas, en tus problemas, en tus inquietudes, y
no te das cuenta que Jesús camina contigo. “Venir de Emaús” quiere decir que
has descubierto a Jesús presente en tu vida, esta presencia te consuela, te da
gozo, y deseas comunicarlo a aquellos que amas. ¡Así de fácil!
¿Vas a Emaús o vienes de Emaús?