¡¡Ya la tenemos
aquí!! ¡¡Otra cuaresma!! ¡Es necesario que sea vivida como un regalo de Dios!
¡¡Como una oportunidad!! ¡¡Como una gracia!!
Es un tiempo donde
Dios nos llama a la conversión. Lo hemos escuchado muchas veces, pero nos ha de
impresionar que Dios nos llame a la conversión. No es el sacerdote que dice no
sé qué… No es el Papa que en el mensaje de la Cuaresma dice que… ¡No. Es Dios
quien te llama a la conversión!
En esta homilía
quisiera enlazar la conversión con el engaño del diablo. El diablo engañó a
Adán y Eva. El diablo intentó engañar a Jesús. Y yo os aseguro que el diablo
intenta engañaros a vosotros, y me intenta engañar a mí.
El diablo, como dice
la Sagrada Escritura, es el príncipe de la mentira. Por tanto, nos intenta
engañar mintiéndonos. ¿Y cómo nos miente? Nos dice:
“Tu casi, casi, no pecas, tu vas bien, no hace falta que
te confieses”. Y vamos nosotros y nos lo creemos.
Nos dice el diablo: “Tu vive la cuaresma como siempre. No hagas
caso a este mosén. Tu ves haciendo “lo” de siempre”. Y vamos nosotros y nos
lo creemos.
Nos dice el diablo: “Aquello
de rezar cada día, es una exageración. ¡Y “lo” de rezar treinta minutos cada
día, una locura!” Y vamos nosotros y nos lo creemos.
Nos dice el diablo:
“Escucha, que por criticar un poco, no
pasa nada. Todo el mundo lo hace!!” Y vamos nosotros y nos lo creemos.
Nos dice el diablo: “Haz las cosas como te parezca a ti: el
noviazgo de hoy en día, vivir juntos sin estar casados, no pasa nada, tú haz lo
que te parezca, la no apertura a la vida, no pasa nada. Que la Iglesia está muy
anticuada.” Y vamos nosotros y nos lo creemos.
Nos dice el diablo:
“Tú eres mejor que los demás. Tú estás
por encima de la media”. Y vamos nosotros y nos lo creemos. ¡¡Compárate con
los santos, a ver qué pasa, listillo!!
Nos dice el diablo:
“Ir de Ejercicios Espirituales ni te lo plantees, ¡eh! ¡Tienes unas cuantas
buenas excusas!” Y vamos nosotros y nos lo creemos.
Nos dice el diablo: “Si tus hijos no creen en Dios, no pasa
nada, si no van a misa, no pasa nada. Total al final todos se salvan”. Y
vamos nosotros y nos lo creemos.
Y cada uno podría
añadir otras mentiras que el diablo le va diciendo de vez en cuando...
Nosotros nos dejamos
engañar por dos motivos:
1. No queremos obedecer.
Y atención, porque no obedecer es lo que les viene a decir el diablo a Adán y
Eva… ”Dejad de obedecer, haced lo que queráis vosotros”.
Las tres tentaciones
son en realidad una sola: que Jesús deje de ser un hijo obediente a Dios.
Fijaos que las tres tentaciones empiezan diciendo: “Si eres Hijo de Dios...” Tres veces. Para el diablo ser hijo de
Dios es tener poder y gloria. Para Jesús ser Hijo de Dios es cumplir obediente
la voluntad del Padre.
No queremos
obedecer, como Adán y Eva. No somos hijos obedientes al Padre. ¿Cómo obedecemos
al Padre? Diez Mandamientos. Enseñanzas de Jesús, tomarlos seriamente.
Magisterio de la Iglesia. Enseñanza de los pastores.
2. El segundo motivo
por el que nos dejamos engañar es porque en el fondo de todo aquello que he
dicho hay una desconfianza hacia Dios. ¡Yo sé mejor lo que me conviene, que
Dios! Que “casualmente” es el pecado de Adán y Eva.
Papa Francisco: “El diablo es peligrosísimo: Se presenta con todo su
poder, sus propuestas son todas mentiras, y nosotros, tontos, creemos. El
diablo, efectivamente, es el gran mentiroso, el padre de la mentira. Sabe
hablar bien, es capaz de cantar para engañar”. (Homilía, 8/5/2018)
Jesús venció el
diablo. También nosotros con Jesús podemos vencer el diablo.
Vale la pena acabar
con las tres frases que Jesús utiliza para vencer las tentaciones: “No solo
de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. “No
tentarás al Señor, tu Dios”. “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás
culto”.
Rezo para que la Cuaresma nos sirva para que como Adán y Eva “se nos abran
los ojos y entonces descubramos que vamos desnudos”. Amén.