Este evangelio se podría titular: de la venganza proporcionada (que es la
tendencia que todos tenemos por el pecado original) a responder al mal con amor
(que es la tendencia que Dios quiere sembrar en
nuestros corazones). Me explico:
Hemos empezado el evangelio escuchando una parte de la ley del Talión: “Ojo
por ojo, diente por diente”. La ley del Talión decía: “Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por
vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por
quemadura, herida por herida, golpe por golpe”.
(Éxodo 21, 23-25).
Parece un poco bestia, pero en su momento esta ley buscaba una
proporcionalidad en la venganza, que la venganza no fuera excesiva. Porque el
instinto natural es querer hacer más daño del que has recibido. Por tanto, si
alguien te roba una gallina, tu no le puedes robar una oveja. Esto es lo que
dice la ley. La venganza ha de ser proporcionada. Quiere decir, pagar con la
misma moneda.
Quizás nos cueste reconocerlo pero algunas veces estamos rigiendo nuestra vida por la ley del
Talión; pagamos con la misma moneda.
Si no nos hablan, nosotros no hablamos, si nos ignoran, nosotros ignoramos,
si nos ofenden, nosotros ofendemos, si no nos aman, nosotros no amamos, si nos
critican, nosotros criticamos. ¡Entonces, señores y señoras estamos en el
Antiguo Testamento, y no estamos viviendo lo que Jesús nos dice hoy!
Cuántas veces nos ha pasado que en casa alguien ha hecho una cosa que no me
gusta y yo entonces no le hablo, me pongo serio, le doy respuestas cortas y
tajantes, ... Lamentablemente esto pasa bastante en algunos matrimonios. Ésta
es reacción del Antiguo Testamento. Es reacción de la ley del Talión.
En la oración personal, pongamos nuestra vida ante el Señor... y pidámosle
luz para descubrir algunas actitudes que responden a la ley del Talión.
Segunda idea: Jesús nos dice: “Habéis oído que se dijo: . Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os
agravia”. Entonces pone cuatro ejemplos, donde frente a una ofensa la
respuesta no es pagar con la misma moneda, sinó responder desde el amor!! ¡Qué
gran enseñanza!! ¡Ante el mal recibido respondemos con amor!
Ésta es la propuesta que nos hace hoy Jesús: “es preciso responder siempre
con amor y desde el amor. Hasta el punto que hemos de amar a los enemigos”.
Es una propuesta audaz... pase lo que pase miraremos de reaccionar desde el
amor y dar una respuesta de amor.
Y esto no es nada fácil… porque la tendencia natural es reaccionar desde
las entrañas, y la reacción sobrenatural es responder con amor.
¿Y todo esto por qué?
Porque Jesús nos lo dice. Porque Dios ama así, a los buenos y a los malos,
y nosotros hemos de hacer igual. Porque estamos llamados a ser santos,
perfectos, como el Padre del cielo. Porque es el camino de la felicidad. “Felices los que siguen la ley del Señor”.
¡¡Que es muy difícil!! Ya me lo habéis oído decir: ni fácil ni difícil. Es
posible con la gracia de Dios, e imposible para el hombre con sus fuerzas
naturales.
Cuando nos ofenden se abren delante nuestro dos caminos: empezar a buscar
justificaciones para responder desde las entrañas (“es que siempre hace igual,
ya he tenido mucha paciencia, la ha hecho muy grande, es un insensible”) o el
camino de pedir la gracia para poder reaccionar desde la caridad. ¡¡Siempre sin
excepciones!!
Justificaciones o la gracia, ¿qué camino escoges? Y decisiones como éstas
nos van configurando como personas, como
cristianos, como seguidores del Cristo. ¿Justificaciones del mal, o la gracia
de Dios? ¿Dónde quieres estar situado? Orémoslo esta semana.
“Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo
mismo también los publicanos? Y si, saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué
hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles?
Palabras interpelantes, que nos llevan a ir más allá de nuestras propias
fuerzas naturales.
Y vivir la frase final del evangelio de hoy: “Por tanto, sed perfectos,
como vuestro Padre celestial es perfecto”. Amén.