Hoy seguimos en el Sermón de
la Montaña, hace unos domingos que estamos en él, y todavía continuaremos unos
cuantos domingos más. Recomiendo muy vivamente que un día hagáis una lectura
seguida de los capítulos cinco, seis y siete de Mateo. Es el gran sermón de
Jesús, el Sermón de la Montaña. Disfrutaréis.
Hoy escuchamos una expresión
de Jesús que a nosotros nos puede pasar desapercibida y, en cambio a la gente
de su tiempo les podía provocar una gran impresión, hasta llegar a
escandalizar. Jesús dice: “Habéis oído que se dijo a los antiguos” (referido a los mandamientos). “Pues yo os
digo”. Este “Pues yo os digo”,
sorprende muchísimo a los que le escuchaban. Siete veces utiliza esta
expresión.
Dios dio la ley al Sinaí,
cuando Jesús dice: “Habéis oído que se dijo a los antiguos”... “Pues yo os digo” se está poniendo al
nivel de Dios. Dios es fuente de la ley. Y Jesús con sus palabras también
quiere ser fuente de la ley. ¡Es increíble, escandaloso, para la gente de aquel
tiempo!
Podríamos decir que aquí tenemos
un signo más que apunta en la dirección de la divinidad de Jesús. Sólo Dios
puede hablar como Jesús lo hacía.
Segunda idea: Jesús nos dice
que no viene a desautorizar la Ley, los diez mandamientos, ni todo lo que dijeron los profetas, sino a
completarlos.
¿Y cómo los completa? De dos
maneras. Muy interesante esto, y útil para nuestras vidas. Primero los completa
radicalizándolos, que quiere decir haciéndoles ir a la raíz, al fundamento del
mandamiento, al sentido profundo.
Me explico. Jesús viene a
decir: “no se trata sólo de no matar, es que no podéis enfadaros con un
hermano, ni menospreciarlo, ni insultarlo”. Esto es llevar el mandamiento a su
raíz. No puedes hacer el mal, aunque sea un pequeño mal. ¡No puedes hacerlo!
La gente mayor, a veces, me
dicen: “yo no mato, no robo, soy fiel,
por tanto, no peco”. Están en el Antiguo Testamento. Este razonamiento es
de Antiguo Testamento. Están cumpliendo formalmente los diez mandamientos, pero
no responden a esta enseñanza que nos presenta Jesús donde no puedes hacer el
mal, donde nunca puedes hacer el mal, ni
por pequeño que sea.
A estas personas, entonces
les pregunto “¿y con tu marido/con tu esposa qué, no hay discusiones? ¡¡Sí,
claro que sí!! Y lo que sale entonces…
Están en el Antiguo Testamento.
¡¡No podemos hacer ningún
mal!! ¡¡Por pequeño que sea!! ¡¡No podemos trivializar el mal, porque Jesús no
lo hizo!!: “Todo el que esté peleado
con su hermano será procesado”. No
trivialicemos el mal. No quitemos importancia al mal.
¿Cuántos pequeños males
hacemos cada día?
Jesús con las expresiones
fuertes nos quiere hacer ver la gravedad de todo pecado, por pequeño que sea:
. “Todo
el que esté peleado con su hermano será procesado”.
. “Y
si uno llama a su hermano , tendrá que comparecer ante el
Sanedrín”,
. “y
si lo llama , merece la condena del fuego”.
. “Si
tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo”.
. “Si
tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, ...”
Quizás nosotros, a diferencia
de Jesús, no damos demasiada importancia a los pequeños pecados. Y no nos
preocupa demasiado ir criticando, juzgando, murmurando, insultando, mintiendo,
discutiendo, ...
¿Cuántos pequeños males
hacemos cada día? ¡¡Examinémonos!!
Estamos hablando de cómo
Jesús completa los mandamientos. Hemos visto la primera manera: yendo al
fundamento, a la raíz del mandamiento. Pues la segunda manera de completar los
mandamientos es llevándolos a plenitud. Ya no es “no mates” ahora es “ama a los
enemigos”. El domingo que viene continuaremos leyendo el Sermón de la
Montaña y leeremos este texto.
Del “no mates” al “ama a los
enemigos”, ¡qué cambio!, ¡qué salto cualitativo! Esto sí que es completar la
ley y dejarla ya toda acabada.
¿Por qué Jesús nos dice todo
esto? ¡¡Nos lo dice porque nos quiere felices!! “Dichoso el que camina en la
voluntad del Señor”, decíamos en el salmo. Determinémonos a guardar y vivir
estas enseñanzas ... Primera lectura: “Si quieres, guardarás los mandatos
del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad”.
Y después presenta la
disyuntiva: “Ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras;
delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja”.
Pidamos al Señor la gracia de
vivir plenamente sus enseñanzas, y erradicar los pequeños males que hacemos
cada día .