CAMINEO.INFO.- Cuando alguien nos dice: “Eres una gran persona” o “eres un muy buen
amigo/ga”. ¡¡Esto nos llena!! Nos motiva. Nos alegra. Pues, hoy Jesús nos dice
a cada uno de nosotros: “Eres la sal de
la tierra”. “Eres la luz del mundo”. ¡¡Caray!!
Nos lo dice Jesús, el Hijo de Dios. Son unas frases identitarias. Ésta es
nuestra verdadera identidad. Tenemos falsas creencias sobre nosotros mismos (es
que no valgo para nada, es que estoy poco formado, soy un jubilado, soy mayor,
es que a mí nadie me hace caso,...).
Falsas creencias. Eres sal y luz del mundo. Nos lo dice Jesús, nos lo hemos de
creer, y hemos de interiorizarlo. Y actuar conforme a esta creencia. Y lo
haremos si rezamos con estas frases cortas e identitarias.
Hoy he dejado en la entrada un papel para ayudar a rezar con frases cortas
identitarias. Es una oración muy transformante... Hemos de cambiar la manera de
vernos a nosotros mismos.
¿Cómo...? Repetirlas una vez, y otra
vez, ..., dirigirlas/proyectarlas sobre nosotros, hacerlas diálogo con Jesús, y
recibir todo lo que él nos promete en ellas.
En el encuentro de hace dos viernes ya di este papel. Los que lo habéis
hecho explicad cómo ha ido...
¿Qué es ser sal? ¿Qué es ser luz? En esencia es hacer el bien. “… para
que vean vuestras buenas obras”. Ser sal, ser luz, es obrar el bien, es
hacer el bien.
Esto enlazaría con la primera lectura,
que era una llamada muy poética a hacer el bien: “Parte tu pan con el
hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que ves desnudo”...”
Y acaba dando el motivo para hacer el bien: “y no te cierres a los que
son tus hermanos”. ¿Por qué hacer el bien? ¡Cómo no hacerlo si son
tus hermanos!
Os dais cuenta, como el evangelio, como Jesús, nos da una mirada nueva
sobre todas las cosas: sobre nosotros mismos (somos sal, somos luz), sobre los
demás (somos hermanos). Hemos de entrar en este camino. Acoger el nuevo mirar
que se nos propone. Y esto sólo se puede hacer desde la oración.
Me encanta la sutileza con que Jesús nos habla de hacer el bien
comunitariamente, y hacer el bien individualmente:
Después de decir que somos la luz del mundo, dice: “No se puede ocultar
una ciudad puesta en lo alto de un monte”. ... “Una ciudad”, somos nosotros
como comunidad... Es una llamada a hacer
el bien como comunidad...
Sueño con una comunidad apasionada por hacer el bien. Una comunidad que
acoge, que se interesa por los demás, por los nuevos, que sale al encuentro,
que trabaja el tu a tu, que ayuda, que explica cómo vive “en Cristo”, que
genera nuevas iniciativas, proyectos, ... Sueño con una comunidad que se cree
que es sal, que es luz y que los demás son hermanos.
Y después pone el acento en hacer el bien de manera individual: “Tampoco
se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en
el candelero y que alumbre a todos los de casa”. “Una lámpara”, somos
nosotros considerados de manera individual.
Somos llamados a hacer el bien colectivamente, como comunidad parroquial, e individualmente.
Lo más evangelizador que podemos hacer, es hacer el bien. ¡No olvidemos! “Alumbre
así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria
a vuestro Padre que está en el cielo”.
La primera lectura narra muy bellamente las consecuencias de hacer el bien,
tres consecuencias. ¡¡Tomemos nota!!:
1. “Entonces romperá tu luz como la aurora”, si haces el bien, en tu vida habrá más luz.
2. “en seguida te brotará la
carne sana”. Hacer el bien es sanador. Probadlo. Cuando no
estés fino, cuando no tengas un buen día, mira de hacer el bien: haz una
llamada, una visita, lo que quieras, y verás qué pasa...
3. “Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá:
”. Si haces el bien, el Señor caminará contigo. Siempre.
Estará a tu lado.
Pidamos la gracia de ser sal, ser luz, y ver a los demás como hermanos.