Dice la primera lectura: “Pues el Señor,
por su cuenta, os dará una señal: mirad: la virgen está encinta y da a luz un
hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa Dios-con-nosotros”. Y
en el evangelio de hoy hemos vuelto a escuchar esta expresión.
Ésta es la señal que Dios nos da: ¡Jesús! Hace
tiempo recuerdo que una persona entrevistada en La Contra de La Vanguardia,
afirmaba no creer en Dios porque éste no le había dado nunca ninguna señal.
¡¡Dios sí da señales!! ¡¡¡Por supuesto que
sí!!! ¡¡Nuestro Dios se ha revelado en la historia del pueblo de Israel,
Antiguo Testamento, y llegada la plenitud de los tiempos, la Segunda persona de
la Santísima Trinidad ha entrado en la historia, se ha encarnado, y ésta es la
gran señal!!, ¡¡la gran revelación de Dios!!
Lo que pasa es que podemos tener tres
dificultades: a) No querer recibir la señal (mucha gente del mundo no quiere
saber nada de Dios), b) Estamos distraídos, pendientes de otras cosas, cosas
más materiales. c) El otro problema es que esperamos otras señales. No
esperamos la señal que Dios nos da, esperamos otras. ¡Habitualmente, la señal
que esperamos es que Dios haga nuestra voluntad, que Dios se ajuste a nuestros
planes y cuanto antes! La señal que deseamos de Dios es que nos solucione
nuestros problemas (enfermedades, paro, divisiones familiares,...). Y la señal
que se nos da es ésta: “La virgen está encinta y da a luz un hijo, y le
pondrá por nombre Emmanuel, que significa ”.
Esperas una cosa y recibes otra, ¡hace falta
saber descentrarnos! Estamos muy centrados en nosotros y nos hace falta entrar
en el plan de Dios...
Una aclaración: no es malo rezar por
enfermedades, no tener trabajo, divisiones familiares..., pero no hagamos
depender nuestra fe de esto, no lo convirtamos en la señal que nosotros
esperamos, porque la señal es Jesús.
Cuando los fariseos le piden a Jesús una señal
que avale lo que dice, no les da ninguna señal, les viene a decir que él es la
señal.
¡¡Y qué señal!!
¡Una señal histórica!, ha entrado en la
historia.
¡Una señal comprensible!, es uno como
nosotros.
¡Una señal definitiva!, es Dios mismo.
Una señal llena de belleza y poesía: “¡Dios en
un pesebre!”.
Esta señal
definitiva , “Dios-con-nosotros”, ha de ser contemplada, rezada, pensada, para
que vaya penetrando lo íntimo de nuestro ser.
Nos habla de un Dios cercano, presente en
nuestra vida, que no nos deja, que está en los buenos y en los malos momentos,
y que está allá no como un observador imparcial, sino comunicando vida y vida
en abundancia. (Jn 10,10).
Esta expresión “Dios-con-nosotros” es del
primer capítulo de Mateo. Y atención, la última frase del evangelio de Mateo
es: “Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo”. No
es una casualidad. Los exegetas, estudiosos de la Biblia, lo definen como una
inclusión.
Una palabra o una expresión puesta al inicio
de un texto y al final, quiere indicar que aquella palabra o expresión marca,
ilumina, el sentido de aquel texto.
Por ejemplo, si antes de una parábola
encontramos una palabra y al final la volvemos a encontrar, quiere decir que
esta palabra nos está dando la clave interpretativa de la parábola.
Habitualmente estas cosas no las explico, las
aplico y ya está, pero, hoy me parecía interesante destacar esta inclusión
porque nos ilumina que todo el evangelio de Mateo ha de ser entendido bajo esta
perspectiva de Dios con nosotros: Dios que camina con nosotros, que se nos
revela a nosotros, que nos llama a nosotros,… Dios que forma parte de nuestro presente,
de nuestra vida.
Y cuando Dios está en nosotros, todo es tan
diferente. Nos hace hombres nuevos, mujeres nuevas. Y esto se ha de notar en
todo, y por ejemplo, en las fiestas. Las fiestas suponen reencuentros
familiares, no siempre de los fáciles, qué gran momento, qué gran oportunidad,
para ser paciente, amable, poner paz, facilitar las cosas, ser servicial, crear
buen ambiente, estar alegre, dar conversa al más callado, estar con el más
limitado,...
Ésta es la misión de un cristiano en días como
éstos... Helder Cámara: “Muchos, el único evangelio que podrán leer eres tú”.
Pidamos a Dios que seamos capaces de acoger la
señal de un niño en el pesebre...