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Jesús les dice
a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: “Os aseguro que los publicanos y las
prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios”. ¡¡Palabras
fuertísimas!! Confronta a los grandes sacerdotes y las autoridades con los que
no creen, con las prostitutas, y dice que éstos les pasarán delante.
¡¡Ahí es nada!! Y de aquí surgen dos
preguntas: ¿Qué están haciendo los grandes sacerdotes y los notables del pueblo
que lleve a Jesús a hablar así? ¿Qué están haciendo las prostitutas para que
Jesús hable así de ellos? La parábola que hemos leído nos da la respuesta.
De entrada esta parábola puede parecer un
poco simplista. Uno dice que sí y no va, el otro dice que no y sí que va. Y
queda muy claro quien ha hecho lo correcto.
Pero, la parábola de Jesús no va por este
camino tan simplista. El contexto de esta parábola nos ayuda a entenderla. Es
muy habitual para interpretar un texto, y así lo hacen los expertos en Biblia,
ver los textos que hay antes y de los textos que hay después. El contexto nos
ilumina el texto que queremos analizar.
Pues, los textos del contexto nos hablan
de la no aceptación de Jesús por parte de los grandes sacerdotes y de los
notables del pueblo. Y es en este contexto que la parábola de hoy se nos hace
más entendedora. Y es
muy cercana a nosotros, más de lo que parece.
El hijo que dice que no “pero después recapacitó y fue”, simboliza a los pecadores, publicanos y
prostitutas que de entrada negaban a Dios, dicen No a Dios con la vida que
llevan, pero, después de escuchar a Juan Bautista se han arrepentido de su vida de pecado y han
dicho sí a Dios.
El hijo que dice que sí, pero después no va, simboliza a los maestros de la
ley, fariseos, grandes sacerdotes, que de entrada han dicho que sí a Dios, pero
después con su vida están negando a Dios, porque rehusaron a Juan Bautista el
profeta, “y no le creísteis”, y ahora rechazan a Jesús.
Recupero las dos preguntas que hacía al inicio y ahora las contesto: ¿Qué
están haciendo los grandes sacerdotes y los notables del pueblo, que lleve a
Jesús a hablar así? Se creen buenos. Ellos no se han de convertir. Ya son
justos. No son pecadores. En ellos no hay arrepentimiento.
Y con esta actitud viene Juan Bautista y
ni caso. Viene Jesús y ni caso. ¿Por que? Porque hay orgullo, autosuficiencia,
y falta de humildad. Tres pecados muy habituales hoy en día.
¿Qué están haciendo los publicanos y las
prostitutas para que Jesús les sitúe por
delante de los demás? Han reconocido su pecado, y se han convertido.
Jesús ha comprendido la diferencia
profunda entre “los justos” y los pecadores, y es por esto que se atreve a
pronosticar que los pecadores pasarán delante de los “justos” en el camino
hacia el Reino de Dios; no por el hecho de ser pecadores, sino por el hecho de
reconocer su pecado y cambiar de vida.
Hasta aquí la explicación del evangelio.
A partir de aquí dos breves
interpelaciones dirigidas a nosotros:
1. ¿A quién nos parecemos más, a los grandes
sacerdotes y a los notables del pueblo que se creen buenos y justos y que no
necesitan convertirse o a los publicanos y prostitutas que reconocen su pecado
y desean la conversión? ¿A quién nos parecemos más? Mirada interior/oración. A
mí me parece que nos parecemos más a los grandes sacerdotes y a los notables
del pueblo. Una pequeña prueba: se confiesa poca gente, ¿por qué? ¡Nos sentimos
superbuenos!
2.
¿Qué hace creer a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo que
son buenos? La práctica religiosa. Ellos son muy religiosos, esto les lleva a
pensarse que son buenos, y entonces quedan cerrados a la interpelación de Juan
Bautista o al mismo Jesús, porque ya son buenos. Son personas religiosas, ya
están bien. ¡¡Que no nos pase lo mismo!! No podemos substituir la conversión y
la fidelidad al evangelio por la mera práctica religiosa. No hay bastante con
venir a misa. No podemos caer en el gravísimo error de pensar que nosotros no
necesitamos conversión…
Todo
esto es un tema capital, por esto Jesús se expresa con esta contundencia.
Jesús acaba la parábola preguntando: “¿Quién de los dos hizo lo que quería el
padre?”. Preguntémonos sinceramente ¿Soy yo de aquellos que hace lo que el
Padre quiere? ¿Soy yo de aquellos que tiene su vida planteada para hacer lo que
el Padre quiere?