CAMINEO.INFO.- Las vacaciones son
un tiempo de descanso, de relax, de desconexión de las tareas habituales, un
tiempo de viajar, de hacer cosas diferentes... Pero no descansamos de Dios...
sino que Dios aparece de otra manera: por ejemplo lo encontramos en la
convivencia, lo encontramos en la naturaleza, en el silencio de una iglesia que
hemos visitado, o en un libro que hemos leído.
La semana que estuve
con sacerdotes en San Juan de las Abadesas, hacíamos muchas excursiones, en
todas ellas hicimos paradas contemplativas. En un paraje bonito, nos paramos,
nos separamos un poco y hacemos unos minutos
contemplativos, de unirnos a Dios a través de la naturaleza. Y pienso: “Dios
había pensado que un día yo miraría este paisaje. Dios me lo ha querido
regalar.”
Esta semana he
estado con mis sobrinitas, haciendo de canguro. Hemos hecho alguna excursión y
también hemos hecho paradas contemplativas, y hemos rezado completas en la
playa a la luz de la luna. Otras maneras de encontrarse con Dios.
Una vez acaban las
vacaciones es un momento para hacer “memoria agradecida”. Repasar lo que se ha
vivido, hacer memoria, ver como él se ha ido manifestando, y darle gracias. Un
ejercicio muy importante: descubrir su presencia en nuestro día a día.
Pasemos al
evangelio. Hemos de agradecer a los evangelistas que nos presenten los
discípulos de Jesús tal y cómo son: con defectos, a veces con poca fe, y que cometen errores de todo tipo. ¡Esto nos
los hace cercanos, porque también nosotros somos así! Esto nos ayuda a entender
que tener debilidades no es un impedimento para seguir a Jesús… sino que todo
lo contrario... Somos débiles por gracia de Dios. Nuestra debilidad no nos
escandaliza, sino que nos lleva a abandonarnos más en el Señor. “¡¡Jesús yo no
puedo!! Ayúdame”.
Pedro recibe lo que
a mí me parece que es, la amonestación más dura y fuerte que hace Jesús en todo
el evangelio. “Quítate de
mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como
Dios”.
Por tanto, miremos de profundizar esta expresión “tú piensas como los
hombres, no como Dios”. ¿Qué quiere decir?
San Pablo en la segunda lectura nos lo responde:
“Y no os ajustéis a este mundo”; que quiere decir: no hagas tuyas, las maneras de hacer
del mundo, sus criterios: la importancia del consumo, de la moda, de la
belleza... no te amoldes al mundo presente.
El mundo presente te quiere dar una forma, te quiere amoldar. Dios te
quiere dar otra que te llevará a la felicidad. ¡¡No te ajustes al mundo
presente!!
“sino transformaos, renovando
vuestra manera de ver las cosas” ¿¿de dónde viene la transformación?? del cambio en la manera de ver las
cosas... Nos hace falta mirar las cosas como las mira Dios... Cuántas
preocupaciones, cuántos complejos, cuántas inquietudes y tristezas desaparecerían
si mirásemos las cosas como las mira Dios... Probadlo... Aquello que te causa
preocupación, tristeza, míralo como lo mira Dios... ya verás qué cambio... un
cambio transformador... que viene de mirar las cosas de otra manera.
“para que sepáis discernir
lo que es la voluntad de Dios: todo esto “no seguir los criterios
del mundo”, “mirar de otra manera” ¿¿para qué?? Para descubrir
la voluntad de Dios... Y vuelvo a repetir aquella frase que ya me habéis oído,
y que a mí me hizo tanto bien cuando era joven: “la voluntad de Dios en tu vida
y tu felicidad es una misma cosa.” Descubre lo que Dios te ofrece, y estarás
descubriendo aquello que te hará feliz”. Que es como acaba el texto de San
Pablo: “para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno,
lo que le agrada, lo perfecto”.
“Aquello que es bueno, agradable a Dios y perfecto” es lo que dice Jesús hoy:
“negarse
uno mismo”
“tomar
nuestra cruz y acompañarlo”
“perder
la vida por él”
Es un lenguaje duro, pero no olvidemos que Él es el Dios de la vida, que
desea comunicarnos vida y vida abundante quien nos lo exhorta.
Este martes ya es 1
de setiembre. Quiere decir que iniciamos un nuevo curso... Es un momento
importante. La manera como empecemos un curso marcará el desarrollo del mismo.
Al empezar el curso es necesario que nos preguntemos: ¿cómo puedo negarme
más a mí mismo? Mejor dicho: ¿cómo me pide el Señor que me niegue a mí mismo?
¿Qué quiere decir en el curso 2020-2021 que tome mi cruz y le acompañe? ¿De qué manera quiere
el Señor que pierda por él mi vida? ¿Qué tengo que dejar, qué tengo que hacer,
para perder por él mi vida?
Son preguntas que parece que Jesús nos lanza en este inicio de curso. Son
preguntas que hemos de hacernos y hacerle en el silencio de nuestra oración
personal.