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Domingo XIV T.O

Sun, 05 Jul 2020 18:25:00
 

CAMINEO.INFO.-

ZACARÍAS 9, 9-10
SALMO 144
ROMANOS 8, 9. 11-13
MATEO 11, 25-30

Contemplamos hoy a Jesús contento, alegre, por como su Padre ha “organizado” el tema, la movida, de la salvación. “Te doy gracias, Padre,..., porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla”. El sencillo es el que recibe la salvación. Dios se revela a los sencillos.

Esto para nosotros es una interpelación: ¿soy sencillo? ¿siento que Dios se me revela? Y si veo que no lo soy demasiado: ¿cómo puedo ser más sencillo? ¿Voy creciendo en sencillez o cada vez soy un poco más complicado? Este texto de hoy, lo hemos escuchado muchas veces: ¿he pedido a Dios el don, la gracia, el regalo, de ser sencillo? Todo lo que vemos que Jesús propone en el evangelio, lo hemos de pedir, implorar, porque son gracias que El nos quiere conceder.

Yo no sé si en el plan de Dios entra que nos dé la sanación del abuelo o de la abuela, lo que sí sé, es que Dios nos quiere dar el don de la sencillez.

¿Y qué quiere decir ser sencillo? “Sencillos” no quiere decir ignorantes o incultos. Hay gente ignorante, que no son sencillos, hay gente muy inteligente, que sí son sencillos.

La sencillez es una actitud del corazón. Sencillos son los que, son como niños, se sienten pequeños, reconocen sus limitaciones, la necesidad de ayuda, su pecado (por esto, empezamos la misa con el acto penitencial, para ponernos ante Dios, como aquello que somos, débiles pecadores) y esto les lleva a abrir el corazón a Dios, a ser dóciles, a necesitar a Dios, porque ven que solos no pueden nada.

Yendo a lo concreto, un ejemplo: el sencillo es el que siempre justifica a los demás, los mira con benevolencia, los entendidos son los que siempre juzgan y critican. Hace tiempo una señora me dijo: “Padre, ¿que está enfadado conmigo?”. Yo me la miro extrañado: “¿y por qué dice esto?” “Es que el otro día iba por la calle y me giró la cabeza”. En lugar de justificar, de mirar con benevolencia: “no me habrá visto” “debe ir preocupado”... que es lo que pensaría un corazón sencillo, sale el juicio, la crítica.

Y de cosas como estas, yo el primero, ¡hacemos muchas...! porque somos poco sencillos.

Para nosotros, el modelo de sencillez es María. Si alguna cosa caracteriza toda la vida de María, es su sencillez. Si hay situaciones que nos parece que no actuamos con sencillez, preguntémonos: ¿qué haría María?

Seguimos avanzando en el evangelio: “venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados;... cargad con mi yugo... porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. Este yugo del que habla Jesús, suave y ligero, es una contraposición al yugo de los fariseos, que es un fardo pesadísimo. Con más de seiscientas prescripciones a cumplir, el yugo de los fariseos, se había hecho insoportable. Y Jesús propone otro!

Hoy ya no tenemos el yugo de los fariseos, pero tenemos otros yugos muy pesados:
. el yugo de una espiritualidad mal vivida: por ejemplo, voluntarista, que sobrevalora los compromisos de piedad, la persona es valorada por su capacidad de cumplir los compromisos. Si los compromisos se cumplen, la persona va bien, si los compromisos no se cumplen, la persona tiene poca voluntad, le falta generosidad. En el fondo, pensamos, que no es la gracia lo que santifica, sino lo que ellos hacen. Valoran más los esfuerzos activos que pasivos. Se ve más santificante la iniciativa humana que la iniciativa de Dios. O el yugo de una espiritualidad a mi medida .. “yo me lo guiso yo me lo como”…

. el yugo de la apariencia, lo que pensarán los otros. Por este yugo hay personas que en el verano, se cierran una semana en su casa, para hacer ver que han marchado de vacaciones. El pesadísimo yugo de la apariencia, que tiene muchas manifestaciones.

. el yugo de la moda... es que esto ya no está de moda... ¡¡y no nos lo ponemos!!, y ¡¡¡hemos de comprar más...!!! Dice el Kempis: “El lujo es un artificio de la vanidad para ocultar la miseria del alma. (S. XV)

. el yugo de un cuerpo perfecto, ayer con los adolescentes de la kt-kolla nos bañamos en una piscina, unas cuantas horas, al acabar una chica, delgada, decía: “que bien, nos habremos adelgazado un poquito”. El yugo pesadísimo...

. el yugo de una economía que para funcionar parece que necesite esclavos y no personas libres.

¡¡Y tantos otros yugos!! Y Jesús nos quiere liberar de estos yugos, pesadísimos, que nos cansan, que nos agobian, que nos roban la vida. Seguir a Jesús, “venid a
mí”, comporta irnos liberando de estos yugos y poder descansar en Él: “yo os aliviaré” “encontraréis vuestro descanso”.

Liberados de los yugos, siguiendo a Jesús, descubrimos un reposo y un descanso en el Señor que nos retorna la vida.

Que la comunión con Jesucristo, benévolo y humilde de corazón, nos ayude a ser más sencillos, desprendernos de nuestros yugos y aprender a reposar en el Señor.









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