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¡”No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo!”. Tres veces ha
repetido Jesús hoy la misma expresión...
Es una invitación
muy clara a desprendernos de nuestros miedos y situarnos en el camino de la
confianza.
Todos tenemos miedos...
Miedo al virus.. Miedo a las incertidumbres laborales... Miedo a no sanar las
heridas que llevamos… Miedo a no recibir la ayuda de Dios...
Y ante nuestros
miedos Jesús nos dice hoy tres veces: “no tengáis miedo”. ¡¡Es balsámico!! Si te imaginas a Jesús
diciendo a ti “Miguel, ...., no tengas
miedo”… tres veces seguidas, cuatro, cinco... La frase se convierte en una
pomada milagrosa sobre nuestras heridas, sobre
nuestros miedos... Serena nuestro espíritu y nos lleva a poner en Él la
confianza...
Esto es rezar desde
la vida. Llevo a la oración mi vida, mis miedos... y me imagino a Jesús
dirigiéndome estas palabras... “No tengas miedo...”. Y recibo el don de la
confianza. Recuerdo: la Palabra de Dios es performativa: produce aquello que
dice.
Ahora doy una idea de cada una de las tres
afirmaciones donde Jesús dice: “no tengáis miedo”.
1. “No tengáis miedo a los hombres”. Estamos en el capítulo 10 de Mateo, versículo 26. El
capítulo 10 ha empezado con la llamada de los doce, después el envío a la misión
y las persecuciones que sufrirán. Es fácil imaginar la reacción de miedo de los
discípulos, de desconcierto, de temor ante la misión que Jesús les
propone. “Lo que os digo en la
oscuridad, decidlo a la luz, ...”.
Por tanto, este “No tengáis miedo a los hombres” está
dicho en un contexto de evangelización. En la evangelización no podemos tener
miedo de los hombres, del qué dirán, del qué pensarán. ¿Cuántas veces nos
callamos por miedo? Pues, Jesús nos dice... “No tengáis miedo”... “que no sepan que voy a misa”... “que no sepan
que amo a la Iglesia”, “que no sepan que rezo”... Esto es tener miedo de los
hombres... No nos escondamos... Estamos llamados a ser luz, y la luz no se
esconde bajo una mesura.
No podemos tener
miedo... Hemos de ser indiferentes a lo que piensen de nosotros. A nosotros
sólo nos ha de preocupar lo que Dios piense de nosotros... “No
tengáis miedo a los hombres”, ni de lo que puedan pensar o decir...
“A quien se declare
por mí ante los hombres… Y si uno me niega...”. Recomiendo no
entréis en discusiones estériles... dad vuestro testimonio de vida, como Jesús
te ayuda en tu vida ordinaria, porque esto es irrefutable.
2. “No tengáis miedo a los que matan el
cuerpo...”.
Esta expresión “No
tengáis miedo a los que matan el cuerpo...” también nos habla de una
evangelización valiente y audaz. Me impresionan muchísimo las palabras de San
Pablo hablando de todo lo que le ha supuesto la evangelización: “Cinco veces
recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con
varas, una vez fui apedreado, tres veces padecí naufragio, un día y una noche
pasé en los abismos; muchas veces en viaje me vi en peligros de ríos, peligros
de ladrones, peligros de los de mi linaje, peligros de los gentiles, peligros
en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre los
falsos hermanos, trabajos y fatigas en prolongadas vigilias muchas veces, en
hambre y sed, en ayunos frecuentes, en frío y desnudez”. San Pablo no tiene miedo a los que matan el cuerpo.
Digamos a Jesús: “Dame un amor a ti como el de San Pablo, que me lleve a
evangelizar con su ardor.”
3. “Por eso, no
tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones”. Es una llamada a
la confianza radical y total. Si un pájaro no cae a tierra sin que lo
permita nuestro Padre. ¡Cómo no
confiaremos en Dios Padre que nos ama! Por esto hablo de confianza total y
radical. No confiar un poco, sino que la confianza se instale en la raíz misma
de nuestro ser (confianza radical) y llegue a todos los ámbitos de nuestra vida
(confianza total).
Como la que nos
mostraba el profeta Jeremías ante la traición de sus propios amigos, dice: “Pero
el Señor es mi fuerte defensor.” “… pues te he encomendado mi causa”.
Si Dios existe, si
Jesús es su Hijo, si creemos lo que Jesús nos enseña en el evangelio, sólo
tenemos un camino… confianza radical y total.
“Confianza ciega” como dice Santa Teresa del Niño Jesús.
Hagamos un momento
de silencio y visualicemos a Jesús dirigiéndonos las palabras “No tengáis
miedo...” dos, tres, cuatro veces...