El relato de la resurrección de Lázaro contiene el
versículo más corto de la Biblia. Son dos palabritas: "Jesús lloró."
El versículo más corto, pero lo dice todo: "¡Cómo lo quería!"
Hermanos, Dios no tiene favoritos. Dios nos ama a todos por igual: con un
amor eterno, infinito, inmenso.
Como hombre, Jesús lloró por su amigo Lázaro. Como Dios eterno lo resucitó
de entre los muertos.
Deberíamos pensar en el Amor Eterno de Dios muy a menudo y procurar
responder en nuestra vida con un Amor a Dios, de todo corazón. Y si amamos así
a Dios amaremos también a nuestro hermano (aunque nos caiga mal y aunque sea
nuestro enemigo... Y aunque sea un cura pesado que no deja de molestar con sus
emails... Ja,ja,ja...).
Dios me ama eternamente y por ello existe todo lo que existe. Por ello hemos
venido cada uno de nosotros a la existencia. Por ello ha mandado Dios Padre a
su Único Hijo para que sea nuestro salvador.
Jesús murió y resucitó por cada uno de nosotros para que vivamos
eternamente con Él en el cielo.
Lázaro volvió a morir. De manera que la resurrección de Lázaro sólo nos
interesa en la medida que apunta a la Resurrección de Cristo.
Con este relato bíblico se da un hecho bien interesante. Siendo quizás el
milagro más portentoso de Cristo (Lázaro estaba bien muerto y ya olía mal, pues
llevaba cuatro días sepultado), sólo nos lo cuenta el evangelista Juan.
No lo cuentan ni Mateo, ni Lucas ni Marcos. ¿Por qué? ¿Se lo habrá
inventado Juan? ¡De ninguna manera!
Seguramente lo que pasó, creen muchos biblistas, es lo siguiente:
Marcos, Lucas y Mateo escriben pocos años después de la muerte y
resurrección de Cristo. Y prefieren omitir el relato de la resurrección de
Lázaro, pues ocurre a pocos quilómetros de Jerusalén (Betania es el Sant Joan
Despi, de Jerusalén. Esta al ladito, como Sant Joan Despí está al ladito de
Barcelona) y ocurre también muy cerca, en el tiempo, de la Pascua de
Jesús.
Se omite para que, siendo un milagro tan portentoso, no despiste de la
muerte y resurrección que realmente nos interesa: la de Cristo.
En cambio, Juan escribe su evangelio más tarde y las comunidades de
creyentes ya tienen los primeros tres evangelios. Ya nadie duda que lo
principal del evangelio es la muerte y resurrección de Cristo.
En la Eucaristía, es Cristo resucitado quien se hace presente, tan
discretamente, en el pan y el vino consagrados. Nos hace participar de su
inmortalidad. En nuestro cuerpo, que un día se descompondrá, como el de Lázaro,
ya entra una semilla de inmortalidad.
Hermanos, Dios nos ama con un Amor Eterno, infinito e inmenso. No permitirá
jamás de la vida que la muerte tenga la última palabra sobre nuestra
existencia.
Hemos leído en la primera lectura: “Yo mismo abriré vuestros
sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío...”
Que María Santísima, todos los santos y santas del cielo y todos los
ángeles de Dios nos ayuden a dar siempre gracias a Dios de todo corazón, por su
inmenso Amor, y nos ayuden a ser portadores ENTUSIASTAS, de este Amor, a
nuestros hermanos.
¡SONRÍE, QUE DIOS TE AMA!
¡Que paséis un buen domingo!