CAMINEO.INFO.-
Abrán escuchó de Dios: “Sal de tu tierra y de la casa
de tu padre, hacia la tierra que te mostraré”. Y Abrahán dejó su
estabilidad en la ciudad de Ur, sus posesiones,
sus comodidades, su clan familiar, y sin saber donde iba se pone en
camino...
Esto es la Cuaresma, un ponerse en camino: dejar cosas,
(el ayuno nos ayuda a dejar cosas: dejamos televisión, dejamos gastos, dejamos
caprichos, dejamos distracciones, etc.), y nos ponemos en camino para encontrar
a Dios (oración), y en camino para encontrar al hermano (caridad).
La Cuaresma ponerse en camino, es un itinerario para
crecer, para avanzar, con un objetivo doble: amar más a Dios, amar más al
hermano...
Hoy la liturgia nos presenta Abrahán como modelo en la
escucha a Dios, modelo en la confianza en Dios,
se fía, se arriesga, confía,... Abrahán es modelo de fe, de una fe vivida que
se plasma en la vida... La fe no son ideas teóricas, la fe se concreta en la
vida.
Nosotros estamos
invitados por la Iglesia a ponernos en camino, invitados a concretar en nuestra
vida este camino de crecimiento con las prácticas cuaresmales...
Estamos viviendo ya
el segundo Domingo de Cuaresma. ¿Nos hemos puesto ya en camino o no?... Ahora
ya tendríamos que tener definidas –desde la oración- nuestras prácticas cuaresmales.
Dios quiere nuestra
conversión… ¡¡respondamos a su llamada!!
Pasemos a dar alguna luz de las gracias que nos quiere
conceder este evangelio. Allá donde dice “Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano
Juan” ponemos nuestro nombre... Jesús nos toma a nosotros... “Miguel,
Antonio, Marta...”
“Se los llevó aparte a una montaña alta”. Jesús se nos lleva en lo alto de una montaña. La
montaña es lugar de silencio. Siempre
que vamos a la montaña nos sorprende el silencio. Jesús se nos lleva allá donde
podremos hacer silencio. Porque es en el silencio donde se empieza a escuchar.
Dos opciones donde nos puede llevar Jesús: a) al silencio cotidiano de nuestra
oración personal. b) al silencio con mayúsculas, al silencio de unos Ejercicios
Espirituales.
Cuando prediqué Ejercicios Espirituales a los jóvenes de
la diócesis, lo primero que me decían la mayoría de ellos que vinieron a hablar
conmigo era una alabanza del silencio... Es curioso: aquello que en principio
les hacía más miedo, “¡¡tendremos que estar callados, no podremos hablar, ni
comiendo, no tendremos móvil!!”, ¡¡cuando llega el momento es aquello que más
valoramos!! ¡¡Cuanto bien nos hace el silencio!! Porque nuestro silencio nunca
está vacío, es un silencio lleno de una presencia.
Santa Teresa de Calcuta empezaba una oración muy bonita
diciendo: “El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la
fe, el fruto de la fe es el amor,...”.
• Continuemos ...”Se
transfiguró delante de ellos”.
¡Jesús también se transfigura delante nuestro! En el silencio, en la oración
prolongada, descubrimos un nuevo Jesús. Lo vemos como nunca lo habíamos visto
antes. Pasa algo sorprendente: conocemos Jesús, sí, desde hace muchos años,
pero en la oración prolongada se produce un nuevo conocimiento: más divina, más
interior, más interpeladora, más amorosa, más experiencial.
Esta experiencia no es
fácil hacerla en el día a día... En cambio en los Ejercicios Espirituales se
palpa un nuevo Jesús, se descubre un nuevo Jesús, como antes no lo habíamos
visto.
Pedro dice: “Señor, ¡qué bien se está aquí!”. Que
bien que se está en el silencio, que bien se está con Jesús. Es un
aprendizaje... estar a gusto con él… no porque toca...
• “... y una voz desde la nube decía”. También
nosotros en el silencio, ya sea de la oración, o de los Ejercicios
Espirituales, oímos hablar a Dios. ¡¡Dios que nos habla!! ¡Es muy fuerte! Oímos
“”una voz”” que te da intuiciones de hacia dónde... Una voz que te comunica el
cómo... Una voz que clarifica enredos... Una voz que te dice lo que necesitas
escuchar... porque Dios sabe lo que necesitas.
Y el Padre dijo: “Escuchadlo”. A nosotros nos lo
dice: “¡escuchadlo!” Hemos de escuchar a Jesús. Es la única cosa que Dios Padre
nos ha mandado directamente: “¡Escuchadlo!” Lo escuchamos… en el silencio de la
oración, en los Ejercicios Espirituales, o en la Palabra de Dios...
• “Levantaos...”
Mateo utiliza aquí el verbo en griego “egeire” que es el mismo que hará servir
para hablar de la resurrección de Jesús. ¿Qué nos quiere decir con esto? Que
este acontecimiento de oración es un acontecimiento que nos resucita. ¡¡La
experiencia de oración nos hace participar de la vida nueva del Cristo!! ¿Que
bonito, eh? ¡Cómo cuadra todo!
• “No temáis”
Cuántas veces Jesús en el evangelio nos dice “no temáis”. ¡Sorprende! En la
oración Dios nos comunica esta gracia, la paz, no tener miedo. Es, quizás, la
primera experiencia del que reza... la paz, no tener miedo a nada... ¡qué gran
don!
Hagamos ahora un momento de silencio y le pedimos a Jesús
que esta Cuaresma vivamos la experiencia de la transfiguración.