CAMINEO.INFO.-
ISAÍAS 58, 7-10
SALMO 111
CORINTIOS 2, 1-5
MATEO 5, 13- 16
¡Qué textos tan geniales, tan bonitos nos presenta hoy la Palabra de Dios!
La primera lectura, qué poesía, qué fuerza, qué capacidad interpeladora,
qué contenido. Nos relata, muy bellamente, cuál es el bien que hemos de hacer:
“Parte tu pan con el hambriento,
hospeda a los pobres sin techo,
viste al que ves desnudo,
y no te cierres a tu propia carne”.
Y las consecuencias de hacer el bien:
“Entonces romperá tu luz como
la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia,
detrás irá la gloria del Señor. ...Brillará tu luz en las tinieblas, tu
oscuridad se volverá mediodía”.
¡Cuánto bien nos hace hacer el bien! Cuántas consecuencias positivas se
derivan de hacer el bien: consecuencias espirituales, anímicas, psicológicas,
etc.
Cuando no estamos bien, el mundo (new age) te dice: “haz meditación”, “haz
yoga”, “búscate a ti mismo”, “analiza tus constelaciones”... Este movimiento
hacia uno mismo el Papa lo descalifica con estas expresiones, dichas en diferentes
puntos del Evangelii Gaudium: “una
búsqueda interior inmanentista”, ”formas de espiritualidad del bienestar”,
”dinámicas de autoayuda y de realización autoreferencial”, ”disfrute espurio de
una autocomplacencia egocéntrica”.
Cuando no estamos bien el cristianismo te dice: “sal al encuentro del
otro”, “ama”, “date”.
¡Qué diferente una cosa y la otra! Y qué diferentes los resultados... ¡¡No
hay nada tan sanador como amar!! Preguntemos en la oración al Señor ¿¿cómo
puedo amar más??
Paso al evangelio. Recuerdo que en un grupo de jóvenes me tocó por primera
vez en mi vida preparar una oración. Y escogí el evangelio que hoy hemos leído.
Y un veterano se mira la oración y me dice: “es un evangelio muy típico”. Yo callé, ante un veterano, amigo mío, aceptas
el comentario, pero para mí, reciente converso, leer estas palabras, que
entendía que Jesús me las decía a mí ¡me parecían una bomba!
Y es que es una bomba que Jesús nos diga hoy a cada uno de nosotros: “Eres la sal de la tierra” “Eres la luz del
mundo”. Nos ha de subir la autoestima, ha de cambiar la manera de vernos a
nosotros... Somos sal, somos luz.
Y no dice “eres una cosa que sala”, “una cosa que hace luz”. ¡No! Es que
eres sal y luz. Es identitario. Forma parte de nuestra identidad. Si no somos
sal y luz, nuestra identidad se
desvanece, se diluye, va desapareciendo... ¿somos sal? ¿somos luz?
Y los dos ejemplos que pone Jesús “sal y luz”. Hacen referencia al otro.
Uno no es sal para sí mismo, uno no es luz para sí mismo. La sal tiene sentido en
cuanto que sala, la luz tiene sentido en cuanto que ilumina. Ser sal y ser luz
nos lleva hacia los demás.
Aquí enlaza perfectamente la primera lectura y el evangelio, que se
iluminan mutuamente. ¿cuándo somos sal? ¿cuándo somos luz?... cuando hacemos el
bien, especialmente a favor de los más pobres.
Hagamos ahora un momento de silencio… y que cada uno dialogue con Jesús
cómo ser sal, cómo ser luz, en el ambiente, en la familia, en el trabajo, en la
escuela...