CAMINEO.INFO.- Empezamos
un nuevo tiempo litúrgico. El Tiempo Ordinario, en el cual vamos contemplando
la vida de Jesús, su predicación, sus milagros, sus enseñanzas, sus opciones, su manera de hacer.
La
finalidad de este tiempo litúrgico es conocer más a Jesús, enamorarnos más de
su persona, de sus criterios, de su manera de hacer, de sus actitudes.
Puede
ser bueno al empezar este tiempo litúrgico preguntarnos: ¿cada vez lo conozco
más? ¿cada vez estoy más seducido por él? ¿cada vez entiendo mejor su grandeza? Si no respondemos “Sí”…
Tendríamos que revisarnos.... Preguntarle a él: “Señor que no avanzo… que cada vez no te conozco más… ¿qué pasa Señor?”
Hacerlo pensando en renovar nuestro encuentro personal con
Jesucristo ahora que empezamos el tiempo indicado para conocerlo mejor.
Fijaros qué dos acciones atribuye San Juan
Bautista a Jesús: “quita el pecado del mundo”, “es el que ha de
bautizar con Espíritu Santo”.
Jesús nos libera del pecado y nos comunica el
Espíritu Santo. Síntesis perfecta del cristianismo.
Tradicionalmente, en occidente hemos puesto
más el acento en la primera dimensión: Jesús liberador de la esclavitud del
pecado. Y oriente, ha puesto más el acento en la segunda dimensión: Jesús
comunicador del Espíritu Santo. Las dos se complementan y enriquecen nuestra vivencia.
Resumiendo: empezamos un nuevo tiempo litúrgico, se nos
invita a un nuevo encuentro con Jesús que nos libera de todo aquello que no nos
deja ser felices y que nos comunica su principio vital, se nos comunica él
mismo.
Cómo no desear enamorarnos más de
su persona, de sus criterios, de su manera de hacer, de sus actitudes...
Como que estamos en
el occidente todo el tema de Jesús como liberador del pecado lo tenemos más
asumido. Hoy me gustaría profundizar la expresión de Juan Bautista: “Es el
que ha de bautizar con Espíritu Santo”.
Si nos preguntara un
niño: ¿Cuándo nos bautiza Jesús en el Espíritu Santo?” Todos responderíamos
diciendo: en nuestro bautismo.
Dice Rainero
Cantalamesa, predicador de tres papas: “Debemos decir que Jesús Resucitado no
bautiza en Espíritu Santo únicamente en el sacramento del bautismo, sino que
también bautiza en la eucaristía, también cuando escuchamos su palabra, siempre”
(siempre nos quiere bautizar en el Espíritu Santo).
Dios siempre nos
quiere dar el Espíritu Santo, porque Dios desea, más que nada en el mundo, la
unión con nosotros. Dos personas que se aman, ¿qué quieren...? ¡¡estar
juntas!! Pues, Dios que nos ama, lo que
desea es unirse a nosotros. Dios, os lo aseguro, tiene unas ganas locas de
estar más en vosotros, de estar más presente en vuestros corazones. Es lo
propio del que ama.
Y esta unión con
nosotros la hace en el Espíritu Santo. Dándonos el Espíritu Santo. Espíritu
Santo es el Espíritu de Dios.
En el Bautismo
fuimos bautizados en el Espíritu Santo, recibimos el don del Espíritu Santo,
pero Dios que desea la unión con nosotros desea seguir comunicándonos el
Espíritu Santo.
¡¡Es como si un
padre se conformara en hacer un abrazo a un hijo y nunca más no le hiciera
otro!! ¡¡¡Los padres se mueren de ganas de abrazar a sus hijos!!! Mucho
más nuestro padre del cielo dará el
Espíritu Santo, se unirá, a todo aquel que lo pida.
Cada día, cada
mañana, cada tarde, cada noche, a cada paso, en cada lugar, en cada momento, en
cada actividad, ¡¡Dios desea unirse a nosotros!! Desea bautizarnos en el
Espíritu Santo. Y qué encuentra muchas veces... un corazón cerrado, despistado,
centrado en otras cosas...
Tomemos consciencia
del continuo bautismo que Dios quiere hacernos en el Espíritu Santo.