CAMINEO.INFO.-
Necesitamos buenas noticias,
estamos rodeados de malas noticias y de tragedias y desastres por todas partes,
y nuestro corazón necesita buenas noticias.
Y hoy el ángel ha dicho: “No temáis, os traigo una buena noticia, una
gran alegría para todo el pueblo”.
Pero, esta no es una buena
noticia antigua, de hace muchos años, o lejana; ha pasado lejos de aquí. ¡¡Esta
buena noticia nos implica directamente!! ¡¡Nos pasa a nosotros!! ¡Qué bien! ¿No?
Una buena noticia donde nosotros estamos implicados directamente, donde nosotros
no somos unos espectadores de una cosa que pasa, sino participantes de la buena
nueva...
Fijaros que el ángel dice: “¡os ha nacido un Salvador!”. Lo dice
como una cosa que les pasado a los pastores y por tanto, también a nosotros: “¡os ha nacido...!”
Hoy el ángel nos ha dicho a
cada uno de nosotros: “Te traigo una buena noticia, que llevará a tu corazón una gran alegría: ¡te ha nacido
tu Salvador!”
¡¡Esta buena noticia es la mejor
buena noticia del mundo!! Mucho mejor que la buena noticia de que te toque la
lotería. Si te toca la lotería tienes más dinero, ¿y qué? ¡Hay gente tan pobre
que lo único que tiene es dinero! En cambio esta buena noticia te habla de uno
que te salva, y te salva porque tiene la capacidad de cambiar tu corazón...
¿Quién
puede cambiar el corazón del hombre? ¿Quién puede sanar un alma herida? ¿Quién
puede transformar el odio en amor? ¿Quién puede llevar arrepentimiento,
reconciliación y paz? ¿Quién puede responder a las grandes preguntas del sentido
de la existencia humana?
Sólo
hay una respuesta: Jesucristo. ¡¡De aquí nace la alegría de la Navidad!!
Los
empresarios, crean puestos de trabajo
Los
profesores y maestros, comunican conocimientos
Los
políticos, gestionan las cosas públicas
Los
programas de autoayuda y psicólogos, te ayudan a hacer pequeños cambios para mejorar
algún aspecto de tu vida y a entender qué te pasa.
¡¡¡Todo
esto es bueno!!! Pero ¿puede alguna de estas realidades transformar verdaderamente
el corazón de las personas? No. Sólo la fuerza del amor de Jesús puede hacerlo.
Os dais
cuenta, es el amor de Cristo
quien
puede cambiar el corazón del hombre,
quien
puede sanar un alma herida,
quien
puede transformar el odio en amor,
quien
puede llevar arrepentimiento, reconciliación y paz.
¡¡Y de
aquí nace nuestra alegría navideña!! Hoy nace para mí, mi Salvador. ¡Hoy nace para
ti, tu Salvador!
¡Y este “hoy” es un “hoy”
real! La celebración litúrgica de hoy y de los próximos ocho días lo que persigue
es que Él nazca en ti. Que tú tengas un corazón suficientemente abierto, suficientemente
dócil, para que Él nazca en ti de una manera nueva y se haga más presente a
partir de este momento.
¿Aquella noche quién vio la
luz? La vieron los pastores, gente sencilla y humilde. Seamos como ellos...
Orígenes, un hombre muy sabio
de los siglos primeros, nos dice: “¿Qué me ayuda a mí que el Verbo (Jesús) haya
venido a este mundo si no nace en mí?”. Genial pregunta... porque apunta hacia
el sentido de esta celebración: Jesús no quiere volver a nacer a Belén, quiere
nacer en nuestros corazones.
Papa Francisco en una homilia de
Navidad: “Dios, enamorado de nosotros, nos
atrae con su ternura.”
“Así, ..., saborearemos el verdadero espíritu de Navidad:
la belleza de ser amados por Dios”
Dejemos que este Niño nos hable,
dejemos que nos hable de sobriedad, dejemos que nos hable de misterio, dejemos
que nos hable de ternura, dejemos que nos hable del amor de Dios. Desnudo de todo
artificio, nos muestra aquello que es esencial.
Todo esto ha de ser
contemplado, rezado, pensado, para que la alegría de la Navidad nazca en nuestros
corazones. Esta alegría no es superficial, ni comercial, no es una alegría huidiza,
como una estrella fugaz en la noche. ¡Es la alegría que nace en el silencio del
fondo de nuestro corazón!