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Las lecturas de hoy nos muestran dos momentos claves de la
Historia de la Salvación:
. En la primera lectura contemplamos la
desobediencia de Adán y Eva.
. Y en el evangelio contemplamos el sí de María,
la obediencia de María, que hará posible la encarnación de Dios.
La Historia de Salvación nos recuerda que hay una lucha entre el bien y el
mal. Esta historia, esta lucha, continúa también ahora en el siglo XXI. Nos es
necesario tomar consciencia para ver que
estamos llamados a luchar contra el mal.
En esta Solemnidad, la Historia de Salvación nos presenta un contraste
entre la belleza de María y la fealdad del pecado.
Esta
Solemnidad nos recuerda una cosa muy importante: sólo hay una cosa que
contamina y hace daño al hombre: el pecado.
El mundo
esto lo ha olvidado El mundo ha perdido el sentido del pecado. El mundo tiene
miedo de muchas cosas: del terrorismo, del cambio climático, de la crisis, y de
muchas cosas más, pero, no tiene miedo del pecado que sale del corazón del hombre,
que es el que provoca el terrorismo, el cambio climático y la crisis.
Esta
situación ambiental influye en los creyentes, y nosotros tendríamos que
descubrir el pecado como el origen de tanto mal que vemos a diario. Hemos de
aprender a mirar de esta manera porque nos determina y motiva a luchar contra
el pecado.
Cuando
vemos las noticias, que tienen todas un tono bastante negativo. Es necesario
que pensemos: “¡¡esto proviene del pecado!!”. Hemos de aprender a mirar de esta
manera porque nos determina y motiva a luchar contra el pecado.
En la
Escritura se dice que Jesús es Salvador. ¿Salvador de qué? Salvador del pecado.
Jesús viene para liberarnos del pecado, de todo este pecado que vemos en las
telenoticias y de nuestro pecado personal. Si suprimimos el pecado hacemos
innecesaria la redención de Jesucristo.
Me decía
un joven: “Dios ya no parece necesario”. Yo le
dije: “es todo al contrario...:
Jesucristo es más necesario que nunca”. Le hice ver como el origen del mal tan
abundante de hoy en día es el pecado...
Esta Solemnidad nos dice algo muy importante:
Dios es más fuerte que el pecado… María es la prueba de todo esto, de la fuerza
del bien sobre el mal, por esto, nosotros la miramos, la contemplamos, le
rezamos.
Hoy es un día para
contemplar a María, contemplar gozosamente la belleza de María, ella llena de
gracia, de santidad, sin defecto, sin mancha. Única. Un signo resplandeciente
de la eficacia de la salvación de Jesucristo. Antes que Jesús realice la
salvación, la redención, María ya recibe
sus efectos. Y es así por un singular privilegio divino.
El
salmo quería ayudarnos a entrar en esta contemplación cuando recitábamos: “Cantad
al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas”.
María
es esta primera obra prodigiosa de la gracia de Dios, ya que desde el principio
de su existencia ha estado plena de gracia.
Nos hace falta mirar a
nuestra madre, ver cómo es, su belleza,
la plenitud de gracia, de santidad, sin defecto, sin mancha.
Su grandeza y belleza
nos ayuda a admirarla, nos mueve a amarla y nos invita a imitarla.
Hoy con toda la Iglesia damos gracias a Dios por las maravillas que ha obrado
en María, que nos han de causar admiración...
Al considerar las
maravillas que Dios ha hecho en María, es necesario considerar también las que
quiere hacer en nosotros. Dios también quiere quitar el pecado de nuestra
vida...
Estamos en el tiempo de Adviento. Hoy María, en este
inicio del tiempo de Adviento aparece como modelo para vivir el adviento. Ella
llevó nueve meses a Jesús en su sino.
Ella tuvo nueve meses para prepararse para su llegada. Ella nos enseñará cómo
hemos de prepararnos nosotros. Nuestra espera se ha de ver enriquecida por
María, nos es necesario acercarnos a ella.
María nos enseña a vivir el adviento, si miramos a María
encontraremos... serenidad, profundidad, vida interior. No está distraída en
mil cosas, está centrada en lo que es importante: la venida de su hijo.
Aprendamos de María...