CAMINEO.INFO.-
JEREMÍAS 20, 10-13
Salmo 68, 8-10. 14 y 17. 33-35
ROMANOS 5, 12-15
MATEO 10, 26-33
“¡No
tengáis miedo! ¡No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo!” Tres veces ha repetido Jesús hoy la misma expresión...
Pienso que nos hace mucho bien escuchar esta expresión...
Todos tenemos nuestras cosas, dificultades, dudas, incertezas,... y escuchar a
Jesús diciéndonos “no tengáis miedo” es
balsámico... Si lo repites, una vez y otra, y piensas que Jesús te lo dice a ti...
Es como una pomada milagrosa sobre nuestras heridas... serena el espíritu y hace
poner en Él la confianza...
¿Por qué Jesús les dice esto? Porque les vio, imagino, con
cara de desconcertados, temerosos... ¿Por qué este desconcierto?
Para
entender bien el evangelio de hoy hace falta situarlo en su contexto. Estamos en
el capítulo 10 de Mateo, versículo 26. El capítulo 10 ha empezado con la llamada
de los doce, a continuación, el envío a la misión, y, después, les anuncia las
persecuciones que sufrirán, y, finalmente, viene el texto de hoy, que es una
invitación a la confianza.
Por
tanto, el contexto es el de la evangelización. Los discípulos no veían nada
claro, esto de la evangelización...
Para
ellos era una cosa que no habían hecho nunca, y una cosa que no se hacía en su
tiempo, y para la cual no se sentían preparados... de aquí su cara de
desconcertados... y que Jesús les diga tres veces... “No tengáis miedo”.
Ahora paso a explicar brevemente las tres afirmaciones donde
dice: “no tengáis miedo”.
1. “No tengáis miedo a los hombres. Lo que os digo en la
oscuridad, decidlo a la luz...” En la evangelización no podemos tener miedo
de los hombres, del qué dirán, del qué pensarán. ¿Cuántas veces nos callamos por
miedo? Pues, Jesús nos dice... “No tengáis
miedo”... “que no sepan que voy a misa”... “que no sepan que me amo la Iglesia”,
“que no sepan que rezo por ellos”... Esto es tener miedo a los hombres...
No podemos tener miedo... Hemos de ser indiferentes a lo
que piensen de nosotros. A nosotros, sólo nos ha de preocupar lo que Dios piense
de nosotros...
Amar es buscar el bien de los demás. Al evangelizar estamos
buscando su bien... estamos amando. Por tanto, evangelizar es amar, y no podemos
tener miedo de amar.
Podemos sentir vergüenza de muchas cosas,
pero, no de hablar de Cristo y de nuestra fe...
2. “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo...”. Con estas palabras Jesús nos indica la posibilidad de
que en la tarea evangelizadora se pierda la vida. Seguramente, a nosotros no nos
tocará vivir esto, pero hemos de tener un amor y un deseo de evangelizar
equivalente a dar la vida por Jesucristo. El hecho material de morir no se nos pide,
pero, sí la entrega equivalente.
Esta expresión “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo...” también nos habla de una evangelización valiente
y audaz. Me impresionan muchísimo las palabras de San Pablo, hablando de todo lo
que le ha supuesto la evangelización:
“Cinco veces recibí de los
judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas, una vez fui
apedreado, tres veces padecí naufragio, un día y una noche pasé en los abismos;
muchas veces en viaje me vi en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros
de los de mi linaje, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros
en el desierto, peligros en el mar, peligros entre los falsos hermanos,
trabajos y fatigas en prolongadas vigilias muchas veces, en hambre y sed, en
ayunos frecuentes, en frío y desnudez”.
3. “No tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones”. Es una llamada a la confianza. A confiar a que Él está con
nosotros y vela por nosotros. No nos deja nunca solos, y, menos cuando procuramos
evangelizar.
Hoy el profeta Jeremías nos daba un ejemplo de confianza.
Ante la traición de sus propios amigos dice: “El Señor es mi fuerte defensor”. No tiene miedo, ¡sabe que Dios está
con él!.
A Él confiemos nuestra causa, evangelicemos desde el firme
convencimiento que Él es quien actúa en el corazón de los hombres y mujeres a los
que queremos evangelizar.
Dice el final del evangelio de hoy: “A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé
por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los
hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos.”
Nos
pasa lo mismo que a sus discípulos: era una cosa que no habían hecho nunca, y
una cosa que no se hacía en su tiempo, para la cual no se sentían preparados, y
Jesús a nosotros como a ellos nos dice... “No
tengáis miedo”.