CAMINEO.INFO.-
HECHOS DE LOS APÓSTOLES 2, 1-11
Salmo 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34
CORINTIOS 12, 3b-7. 12-13
SAN JUAN 20, 19-23
Amo
la liturgia. ¡Es una fuente de vida, de gracias, de enseñanzas! La liturgia nos
educa, nos guía, nos ayuda a hacer camino...
De
todas las fiestas litúrgicas la que a mí más me gusta, más me impresiona es la
que hoy celebramos: Pentecostés. Explico el porqué, que nos puede ayudar a
profundizar el sentido de esta celebración...
Cuando
celebramos la Navidad celebramos que Jesús
nació. Litúrgicamente hacemos presente este acontecimiento tan bonito,
tan entrañable y que tantas cosas nos ilumina, pero, podríamos decir que es un
acontecimiento referido a Jesús. Nosotros
contemplamos el misterio, miramos de participar, de hacerlo nuestro...
pero el acontecimiento está referido a Jesucristo.
Cuando
en la Semana Santa celebramos la pasión y muerte del Señor, litúrgicamente hacemos
presente este acontecimiento que tanto dice a nuestra vida, pero, lo que decíamos
antes, es un acontecimiento referido a Jesucristo.
Lo
mismo podemos decir del domingo de Resurrección, nosotros miraremos de
participar, de hacer nuestra la resurrección, de entenderla un poco más, pero, es
un acontecimiento referido a Jesucristo.
En
cambio con Pentecostés pasa una cosa totalmente diferente. Somos nosotros el objeto
de Pentecostés. El acontecimiento no está referido a Jesucristo, sino a nosotros.
Somos
nosotros los que al hacer presente litúrgicamente, el acontecimiento de Pentecostés,
recibimos el Espíritu Santo. ¡¡Es una fiesta impresionante!! Aquello que pasó ahora
hace dos mil años, vuelve a hacerse presente litúrgicamente, y nosotros como los
discípulos recibimos el Espíritu Santo. ¡¡Brutal!! No es un acontecimiento
referido a Jesucristo, sino a nosotros, de aquí su belleza y transcendencia.
Con
este sentido se expresa la oración colecta de hoy: “…derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la
tierra y realiza ahora también, en el corazón de tus fieles, aquellas
maravillas que te dignaste hacer en los comienzos de la predicación evangélica”.
Se vuelve a repetir sobre nosotros aquello que pasó en el principio...
Segunda
idea: ¿¿Y qué hace el Espíritu Santo en nosotros?? ¿Y cómo sabemos que lo vamos
recibiendo? ¿Cómo se manifiesta en nuestra vida?... Miro de explicarlo con los móviles...
Éste
es mi segundo móvil (lo enseño). El primero no lo he encontrado. Como veis, con
este móvil podía hacer pocas cosas: llamar, recibir llamadas, enviar sms (que
me los cobraban) y hacer unas fotos patéticas.
Después
vino éste... aquí ya podía tener whatsapp, las fotos eran buenas, y tenía
alguna aplicación que era útil...
Y
éste es el que tengo ahora: todo lo que tenía antes, más llamadas donde ves a
la persona, un montón de aplicaciones para las cosas más variadas, puedo viajar
por toda la red, me hace de GPS para ir en coche, etc....
Con
el Espíritu Santo, pasa una cosa muy parecida... Si tenemos vida espiritual, si
invocamos el Espíritu Santo, si confiamos en su acción en nuestras vidas, si
vivimos celebraciones como ésta, con mucha hambre y sed del Espíritu Santo, entonces,
tenemos cargada en nosotros la última versión del Espíritu Santo, que nos permite
hacer un montón de cosas...
Y
tenemos una vida cristiana actual, alegre, de acuerdo con los tiempos que
corren. Porque el Espíritu Santo, está actuando en nosotros con intensidad.
Pero,
si el Espíritu Santo es un desconocido, no lo invocamos, no confiamos demasiado,
entonces, estamos con una versión antigua del Espíritu Santo, que nos permite hacer
muy poquitas cosas. Y nuestra vida cristiana está anclada en el pasado, no
evoluciona, no nos llena, está bajo mínimos.
Y
pensemos que hay gente, muchísima, que ¡¡no tiene ni móvil!! (en el sentido
figurado, no real) y les hemos de explicar que es magnífico esto de tener móvil,
que es magnífico esto de tener el Espíritu de Dios en nosotros, que nos guía, y
nos hace hacer cosas que sin él ¡serían imposibles! Presumimos de móvil, ¿y no
presumiremos de lo que Dios hace en nosotros?
¿Qué
versión del Espíritu Santo tenemos cargada en
nuestro corazón? ¿La que venía de serie? ¿O lo hemos ido actualizando?
Necesitamos
actualizar la fuerza, la presencia del Espíritu Santo en nosotros. Amén.