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DOMINGO VI DELTIEMPO DE PASCUA |
DOMINGO VI DELTIEMPO DE PASCUASun, 21 May 2017 22:21:00
CAMINEO.INFO.-
Nos
hemos de dejar seducir, contagiar, por la profundidad de la promesa que
hoy se nos hace en el evangelio: “y mi Padre lo amará / haremos morada
en él / el Espíritu Santo, que enviará el Padre / será quien os lo
enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”. (...)
Esto
cuando es rezado y contemplado, nos cambia interiormente. Lo que Jesús
promete no falla. Nos hemos de dejar contagiar por la alegría de sus
promesas. Dice un salmo: “La promesa del Señor es un escudo para los que
se refugian en Él”. Las promesas como un escudo. Una imagen muy del
Antiguo Testamento, pero, al mismo tiempo, una imagen muy poética. Sus
promesas como aquello que nos permite defendernos, estar seguros, tener
seguridad en las luchas de la vida.
Los padres, a veces, se
desesperan porque sus hijos no les hacen caso de sus palabras. Los
padres dicen a sus hijos cosas muy buenas para su bien, para su
crecimiento, para su maduración, porque corrigen algún defecto... y los
hijos, a veces, ni caso... Lo mismo pasa con nuestro Padre del cielo,
que por Jesucristo, nos hace unas promesas, que es necesario acoger,
contemplar, rezar. Dice hoy Jesús: “El que me ama guardará mi
palabra”... Hacer caso de su promesa, acogerla...
Una promesa de
que Él estará con nosotros. Él está dentro de nosotros como una fuerza,
como una presencia, Dios mismo latiendo dentro de nosotros. Dios vive
actuando en nosotros. Jesús no nos deja solos. ¡Qué gran misterio!
De
aquí nace la luminosa expresión que hemos oído en la primera lectura en
los Hechos de los Apóstoles: “El Espíritu Santo y nosotros”.
Hemos
de aprender a descubrir esta presencia en nosotros: cuando tenemos una
alegría especial, cuando los problemas parecen más pequeños, cuando
amamos más a los demás y nos miramos a nosotros con más
benevolencia...Esto es Dios vivo y presente en nosotros. Esto es
Pascua!! Dios que “pasa” por nuestra vida.
Cuando Dios es con
nosotros, las complicaciones de la vida no nos tienen ellas a nosotros,
sino que nosotros las tenemos a ellas. Nosotros no dejamos de ser
señores de nuestra vida por el hecho de tener complicaciones, porque
Dios está con nosotros.
Va muy bien por la noche, en la plegaria
personal, preguntarnos: ¿hoy Dios dónde ha estado más presente? Nos
vamos educando así para verlo. Si miramos bien, lo veremos en todas
partes.
Pienso que la esencia del cristianismo, es precisamente
esta inhabitación de Dios en nosotros. Para que se entienda mejor,
expresiones sinónimas (que no equivalentes) a inhabitación:
“divinización, participar de la naturaleza de Dios, ser hijos de Dios,
recibir el Espíritu Santo”. Todas estas expresiones apuntan a Dios que
habita en nosotros.
¡Dios habita en nosotros!, gran misterio. Y
si Dios es amor y si al Espíritu Santo le podemos decir el Espíritu de
Amor. Esto quiere decir que la manifestación de Dios a nosotros más
clara, más palpable, etc., ¡¡es amar!!
Dios que es amor nos
habita, como más habitados estemos por Él, más brotará de nosotros la
caridad. Es un termómetro, inmejorable, de la vida cristiana. Que
coincide con el juicio final: no se nos juzgará por sabernos los
mandamientos, ni estar bautizados, ni por haber ido a misa muchas veces.
Seremos juzgados por las obras de misericordia, según nuestro amor.
El
Dios que nos habita quiere ver en nuestras vidas los frutos de esta
inhabitación... También al atardecer, a parte de preguntarnos dónde Dios
ha estado más presente, nos podemos preguntar dónde habría podido amar
más, a quién habría podido amar más... Y pedir la gracia de hacerlo en
la próxima... que así sea...
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