1.- Hay muchos temas, hoy, que merecen nuestro comentario. E intentaré referirme a todos ellos. Sin duda, el más atractivo es el de Juan Bautista. Su figura, su imagen, su conducta, su talante ha llamado siempre mucho la atención. Digamos que no deja indiferente a nadie. Y eso que nos ocurre hoy, ya acontecía en tiempos de Jesús, en la Palestina ocupada por los romanos. En ese tiempo, la fama de Juan el Bautista fue muy grande. Muchos pensaban –lo dicen las Escrituras— que él era el Mesías, Elías u otro cualquier profeta vuelto a la vida. Debería sorprender su humanidad fuerte, su austeridad permanente, su sinceridad hiriente. Es obvio que cuando Juan aparece, el pueblo judío vive días de espera, de tensión, de incertidumbre, de alegría contenida y, sobre todo de esperanza por la llegada del Mesías. Ese personaje mal definido por los judíos de entonces, que iba a ser quien sacara al pueblo de sus calamidades. Se esperaba un gran jefe militar y político que terminase con la dominación romana, pero también a un mago, a un taumaturgo, a alguien que todo lo podía hacer para salvar a su pueblo. Relacionar a Juan con el esperado Mesías no era –parece— muy adecuado con esas ideas preconcebidas de entonces, pero lo extraordinario de su figura llevaba a algunos a pensar que él era el esperado. Por eso le preguntan directamente si él es el Mesías. Y Juan, inequívocamente, dice que no, que él anuncia la llegada de Aquel que tenía que venir. No fue ambiguo. No podía serlo según su carácter. Despejadas las dudas –ante fariseos y saduceos— de que él no era el Mesías dejó claro que el Esperado estaba ellos, entre la multitud que esperaba y escuchaba anhelante. Añade que el que va a venir bautizará con fuego y Espíritu…
2.- Dice el Bautista en el Evangelio de san Juan que acabamos de escuchar: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el bautiza con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios». Está dicho todo, ¿no? Y si en el evangelio de Mateo de la semana pasada se narraba, igualmente, la impresionante teofanía trinitaria que explica una de las realidades más importantes de nuestra fe, tendremos que aceptar que el Bautismo del Señor es otro de los “hechos estrella” de los evangelios. Y con esa presencia del Dios Trino en la historia, en la vida cotidiana de los hombres, teniendo a Juan el Bautista como testigo, y con la presencia de cientos y cientos de judíos que iban a bautizarse, Jesús de Nazaret comienza su formidable recorrido por la vida de los hombres y mujeres de todos los tiempos a la búsqueda de la paz y de la reconciliación con Dios, que eso es, en definitiva, la Redención, el camino de Salvación.
3.- Quiero referirme ahora a esta primera etapa del Tiempo Ordinario. Iniciábamos el lunes pasado, tras la fiesta del Bautismo del Señor, este Tiempo fuerte que se parte en dos… Es el espacio litúrgico que aplica al relato evangélico una velocidad media, una velocidad de crucero. Vamos a completar muchos domingos más de este Tiempo Ordinario. Hasta el noveno, porque el 1 de marzo es ya Miércoles de Ceniza y comienza la Cuaresma… Y todo relacionado con el método astronómico de acuerdo con los cálculos habituales para la determinación de estas fechas santas. Costumbre que nos viene de tiempos de Jesús y que también realiza, con alguna diferencia, la religión judía. El día de Pascua de este año 2017 será el 16 de abril. Luego, tras el tiempo de Pascua y Pentecostés volveremos nuevamente al Tiempo Ordinario el lunes 5 de junio. Y, en fin, este correr de las fechas, con sus diferentes ubicaciones en el calendario civil y el desarrollo de los acontecimientos de la vida de Jesús es lo que mantiene viva la Liturgia, que no es otra cosa que un santo instrumento para mejor mostrar la Palabra de Dios.
4.- Volvamos a comentario de las lecturas. Y así este domingo segundo del tiempo ordinario, como no podía ser de otra forma, tiene su continuidad y paralelismo con el domingo pasado, con el último de la Navidad, con la fiesta del Bautismo del Señor. Es Isaías hoy, como el domingo anterior, quien nos describe la misión de Cristo en una profecía bella y certera que, sin duda nos llena de alegría. La espera de Jesús por el Pueblo de Dios se adentra en el tiempo pasado. Era una gran esperanza. Pero el pueblo judío lo olvidó, o no supo verlo con exactitud. Pero lo profecía está ahí, como esperándonos, superando tiempo y espacio. La Palabra de Dios es eterna porque se hizo bajo la inspiración del Espíritu.
5.- Comenzamos la lectura de la primera carta del apóstol Pablo a los fieles de Corintio. Es una carta muy interesante, pues San Pablo con ella quiere devolver la paz y el orden a una comunidad que había tenido muchos problemas. Escrita desde Éfeso en, probablemente, el año 57, Pablo recrimina el mal comportamiento de algunos miembros de una Iglesia que había fundado el mismo y por la que, sin duda, siente un gran cariño. Hoy, para nosotros, el mensaje de ese primer fragmento es el ofrecimiento que hace el apóstol de gracia y paz en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Y, en definitiva, está claro que eso es lo que tenemos que buscar: nuestra santificación dentro de una paz interior que nos haga mejores. Es cierto que los tiempos actuales no son fáciles, y que comportamientos deleznables son acometidos por algunos de nuestros hermanos, pero eso no es nuevo, ya sucedía lo mismo en el Corinto de hace casi 20 siglos. Y será la bendición permanente que nos llega del Cielo lo que nos ayudará a superar todos los problemas.
6.- Otro de los grandes temas de este domingo es la Jornada Pontificia y Mundial sobre las Migraciones, que este año tiene el slogan, marcado por el Papa Francisco que dice: “Por los emigrantes y exiliados”. La Iglesia universal celebrará en este día un apoyo generalizado a que este fenómeno tan difícil, tan duro y con tantos problemas, se convierta en alegría y progreso y deje los tintes trágicos que tiene en muchas ocasiones. No hay más que pensar en la llegada a las costas españolas de los cayucos (barquillas) con inmigrantes ilegales africanos. En ellos, muchas veces, llegan cadáveres. La inmigración sigue llegando a pesar de la crisis económica que tanto no afecta un hecho frecuente y muy dramático. Y la jornada de hoy es para dar a ese grave problema una dimensión cristiana, un posicionamiento de acuerdo con los consejos de nuestro Maestro, Jesús de Nazaret, que él fue también emigrante siendo niño. Recapacitemos, de manera muy especial, sobre este gran problema.
7.- Y quiero terminar ya este largo comentario de hoy con el Bautismo. Este domingo, como el anterior, contemplamos el Bautismo del Señor y nos debe traer una valoración fuerte de nuestro propio bautismo. Es verdad, que aquel bautismo nuestro se llevó a cabo “sin permiso”. Nadie nos preguntó. Pero el efecto del Espíritu en nuestro cuerpo y nuestra alma nos ha ayudado, nos preservado hasta ahora. Y ha sido la semilla indeleble para que comprendiéramos que estábamos consagrados a Dios. Hemos tardado en entenderlo. Unos lo habremos hecho más tarde. Otros, antes. Tanto da. La cuestión es que Dios no nos abandona. Y solo habrá que decir, como el salmo “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”. El Espíritu debe estar presente en nosotros si hemos aprovechado los dones que comunican en el bautismo. Y se me ocurre que ello nos viene especialmente bien hoy. Mañana lunes, día 18, comienza el Octavario por la Unidad de los Cristianos, jornadas de oración por la unidad que se hacen, igualmente, en todo el mundo y que cumplen 103 años. Oremos unidos para que sólo haya un rebaño y un único Pastor: Cristo Jesús.