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V Domingo de Pascua

Sat, 02 May 2015 23:56:00
 

CAMINEO.INFO.-

HECHOS DE LOS APÓSTOLES 9, 26-31
SALMO 21
PRIMERA  SAN JUAN
3, 18-24
JUAN
15, 1-8

Domingo pasado no contemplábamos una aparición de Jesús resucitado, sino una afirmación suya que nos lo hacía vivo y presente en nuestra vida: “Yo soy el buen Pastor”·

Hoy seguimos en esta misma línea: no contemplamos una aparición de Jesús resucitado, sino una imagen que nos da de sí mismo: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”. Una imagen muy pascual porque también nos habla de un Jesús vivo y que comunica vida.

La figura del Buen Pastor daba mucho juego, pero Jesús quedaba como alguien que estaba fuera de nosotros. En cambio, la imagen de la vid y los sarmientos pone sobre la mesa un tema capital para los cristianos: participamos de la vida divina, participamos de la vida de Dios, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Santo, el Espíritu de Jesús, habita en nosotros. Cristo nos comunica su propia vida, aquello que le hace vivir.

Los filósofos de la sospecha (Marx, Nietzsche, Feuerbach) acusaban al cristianismo de imponer una moral de esclavos, porque no habían entendido este tema capital de nuestra fe.

Ciertamente, si todo lo que Jesús dice en el evangelio lo hemos de vivir con nuestras propias fuerzas naturales, la nuestra es una moral de esclavos. Pero, si Cristo vive en nosotros, si Cristo actúa en nuestras vidas, si Cristo nos envía su Espíritu, el Espíritu Santo,
si Cristo nos comunica sus gracias por los sacramentos. Entonces, nada de moral de esclavos, sino todo al contrario: la vida cristiana, como aquello que lleva a plenitud todo aquello que es verdaderamente humano.

El amor es humano, Cristo lo lleva a plenitud. El perdón es humano, Cristo lo lleva a plenitud. La amistad es humana, Cristo la lleva a plenitud. La alegría es humana, Cristo la lleva a plenitud. Compartir es humano, Cristo lo lleva a plenitud, etc…

¿El que no conoce Dios: puede amar?, ¿puede perdonar?, ¿puede ser un buen amigo?, ¿puede compartir? Sí, y tanto que sí. Pero no con la plenitud que lo hace un cristiano movido por el Espíritu de Jesús.

Por esto, somos personas resucitadas, porque en estas dimensiones tan humanas, vivimos una vida nueva que viene del Cristo. La vida cristiana es un misterio de comunión con Jesús.
Si amamos poco, si nos cuesta el perdón, si no estamos alegres, si ser generosos es poco habitual, es que el Espíritu de Cristo no habita demasiado en nosotros.

Siguiendo la imagen del evangelio, quiere decir que el sarmiento no está creciendo demasiado, quiere decir que el sarmiento no está bien injertado en la vid, no recibe bien la vida de la vida,... y, por tanto, no da fruto.

Seis veces ha salido la palabra “fruto”. ¿Qué será este fruto? Si Jesús es la vid y nosotros los sarmientos, entonces, dar fruto será amar como Jesús, perdonar como Jesús, preocuparse de los pobres como Jesús, olvidarse de uno mismo como Jesús, compadecerse como Jesús, hacerlo todo como Jesús. Porque la vida que habita dentro de Jesús (la vid), es la vida que habita dentro de nosotros (los sarmientos).

¿Y cómo seremos capaces de dar este fruto? Con más comunión con la Vid, con Jesús. ¿Y cómo tendremos más comunión con Jesús? Eucaristias mejor vividas, y más eucaristías, quizás, también entre semana. Más proximidad al evangelio (Buena Noticia). Más opción decidida para hacer el bien.

Por tanto, de nosotros depende estar unidos a la vid por una pequeña ramita, por la cual apenas pasa vida, o por un tronquito fuerte y consistente que deja pasar grandes dosis de Espíritu Santo.

Es que Jesús mismo se expresa en este sentido, muy claramente: “Permaneced en mí, y yo en vosotros”. “...no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”. “…el que permanece en mí y yo en él...“. “...porque sin mí no podéis hacer nada.” “Si permanecéis en mí...”.

¡Qué gran deseo tiene de comunión con nosotros! (“en mí”) ¡Es sorprendente y gratificante! ¡¡Y esta comunión genera frutos!! ¡¡Contempladla!!

¿Damos fruto? Sí, bastante cosas hacemos. ¿Podríamos dar más? Pienso que sí. ¿Nos llama el Señor a dar más fruto? Pienso que sí.

Que esta imagen de Jesús (la vid) y la nuestra (los sarmientos) nos ayude a desear estar más fuertemente injertados en Él, para dar más fruto...







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