XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Jesucristo, Rey del Universo

Bauman, sociólogo que salía en la portada del magazine de La Vanguardia a principios de este mes, ha acuñado un término que ha hecho fortuna. Él habla de “sociedad liquida”, todo es líquido, nada dura, valores cambiantes, no hay compromisos, todo es mutable. Ante esta foto que él hace, contemplamos un evangelio que está hoy especialmente impregnado de seriedad, de densidad, de sentido, de esencialidad.

O en el prefacio de hoy se nos llama a construir un reino de “el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz”. ¡¡Qué palabras!! Aquí no hay nada líquido y mutable, sino valores sólidos, implicación, una vida implicada, o mejor dicho comprometida, como dice el Papa Francisco.

Digo esto porque el otro día el Papa hablaba a los jóvenes y les decía que en un plato de huevos con bacón, la gallina está implicada, y el cerdo (el chanchito, decía el Papa) está comprometido. Y pedía a los jóvenes, no implicación sino compromiso; les pedía que diesen la vida por su fe, por sus creencias, por sus valores.

Jesús nos ha dicho hoy, a cada uno: “Conmigo lo hicisteis”. Pienso que en toda la historia de la Humanidad no hay ninguna frase que haya generado tanta bondad, tanta caridad, tantos gestos de amor, tantas iniciativas, tanto compromiso, como esta. ¡Ninguna! “Conmigo lo hicisteis”.

La eucaristía es el sacramento de su presencia en ella, al leer el evangelio entendemos que Jesús nos habla. Por tanto, hoy Jesús pasa por entre los bancos y nos va diciendo al oído: “conmigo lo hicisteis”, “conmigo lo hicisteis”. Y este “Conmigo lo hicisteis” pide compromiso.

Este jueves nos presentaron la Campaña de Cáritas para los próximos tres años. El audiovisual de este año es muy bueno. Algunas frases...

“¿En qué mundo vives? ¿“Vives en el mundo de tu burbuja?, ¿vives en el mundo del ciberespacio?, ¿vives en el mundo de los espectadores?, ¿vives en el mundo de los que miran hacia otro lado? ¿Vives en el mundo de los acomodados? ¿Vives en el mundo de los que pisan?, ¿vives en el fatigado mundo de la “butaca ball”? ¿Vives en el mundo del shopping? ¿Vives en el mundo de la competitividad? ¡¡Abre los ojos!! Mira que pasa en el mundo real: aparecen fotos con personas paradas, desahuciadas, empobrecidas y fotos que reclaman un cambio.

Un cambio que vendrá sobretodo de dejar atrás la indiferencia, y salen algunas frases muy bonitas:

Martin Luther King: “No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena”

En una camisa la frase: “La indiferencia es agresión.” En una pared: “Un mundo diferente no puede ser construido por personas indiferentes”. Y se nos propone la vacuna contra la indiferencia.

Añado yo: Hay muchas vacunas contra la indiferencia: sentido de justicia, dignidad de la persona,.... pero, pienso que la mejor vacuna contra la indiferencia para un cristiano es la que Jesús nos da hoy: “conmigo lo hicisteis”. ¡¡Qué fuerza tienen estas palabras!! ¡¡Cómo permanecer indiferentes!! ¡Jesús nos pide compromiso!.

Abundo un poco más en esta idea a través de una pregunta: ¿qué tiene a ver el evangelio de hoy con la primera lectura o el salmo, donde Dios se nos presenta como el Buen Pastor? ¿Qué tiene a ver una lectura con la otra? Porque sabemos que están relacionadas.

La respuesta que yo daría es: si yo he recibido la acción del Buen Pastor, que me ha buscado, que me ha llevado a apacentar, que me ha hecho reposar, que me ha envenado, que me ha puesto bueno, que me ha alimentado, si el Buen Pastor ha hecho todo esto en mí, ¿cómo puedo dejar de hacer esto mismo hacia mi prójimo? ¡¡Imposible!!

Una conclusión de esto: no hago el bien para salvarme, sino porque me siento salvado, hago el bien. ¡¡¡Porque me siento salvado hago el bien!!! Caritas Christi urget nos. El amor del Cristo, el amor de Dios, nos mueve, nos catapulta al compromiso hacia los hermanos.

 Por tanto, para vivir este evangelio, no como una imposición, no como unos deberes a hacer, nos hace falta experiencia de Dios.

Una manera de evaluar nuestra experiencia de Dios: ¿podríamos escribir el salmo del Buen Pastor? ¿Tenemos una experiencia de Dios que nos permita escribir el salmo del Buen Pastor? ¡¡Tendríamos que poder!! Cuando leo un salmo me gusta pensar qué experiencia de Dios hay en este salmista para expresarse de esta manera. Todo salmo nace de una experiencia de Dios. ¿Cómo va nuestra experiencia de Dios?

Acabo ya, nos ha tocado “el gordo” a todos. ¿Qué es “el gordo”? Hemos estado agraciados con las capacidades que hacen posible la fraternidad: capacidad de acogida, de escucha, de ser cercano, de decir palabras de ánimo, de ayuda, de empatía, de compasión, de respeto, de perdón, de gratuidad, de compartir, de defensores contra la injusticia.

¡¡Estas capacidades son la riqueza más grande que tenemos!! ¡¡Y las tenemos todos!! ¡¡Nos ha tocado el gordo!!

Que nuestra experiencia de Dios, que Jesús que hoy nos dice “Conmigo lo hicisteis”, nos mueva a poner  nuestras capacidades al servicio de los demás.