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Domingo XXVIII T.O. : "La boda está preparada "

Sun, 12 Oct 2014 00:22:00
 

CAMINEO.INFO.-

Is
25, 6-10a
Sal
22
Fp
4, 12-14. 19-20:
Mt 22, 1-14:

Como la parábola de la semana pasada, ésta también nos habla del rechazo de Jesús por parte de los dirigentes del Pueblo de Israel. Pensemos que estamos en el capítulo 22 de Mateo, a pocas semanas de la muerte de Jesús. De aquí el sentido de estas parábolas.

Expliquemos la parábola: El rey es Dios. El hijo es Jesús. ¿Y qué es la boda? La boda es una gran fiesta, un gran banquete para celebrar la alianza de Dios con la Humanidad, con nosotros. Dios hace en Jesús una alianza nueva y eterna. Nuestro Dios es el Dios de la alianza, el Dios que pacta con los hombres, es el Dios que se casa, que se compromete con nosotros. Los primeros en rechazar la invitación a la boda son los notables del pueblo. Los que acogen la invitación al banquete, son gente de toda clase: pobres, ricos, judíos, no judíos, etc.

Cuatro ideas breves a partir de esta parábola:
1. Un banquete de boda es una imagen muy poética y sugerente para hablar de la vida cristiana. ¡A todos nos alegra recibir una invitación a un banquete de boda! Esto nos ayuda a entender que la vida cristiana es una invitación que Dios hace a cada uno de nosotros.
¡Hemos sido invitados! Nos ha de ayudar a tomar conciencia de que la vida cristiana es una invitación, un ofrecimiento. Dios no nos pide nada… Dios nos ofrece la vida.

Un Dios que pide cosas es un “dios” un poco latoso, pero un Dios que ofrece, que invita, es una imagen mucho más correcta de nuestro Dios deseoso de comunicar vida.

2. En las bodas hay alegría, fiesta, fraternidad. Que sea un banquete de bodas también nos ayuda a entender que la invitación es a un reino festivo, alegre, gozoso. La vida cristiana vivida en profundidad es siempre alegre y gozosa. No hay santos tristes. Sí que hay santos que pasan por dificultades, pero no santos tristes. Si estamos tristes es porque no llevamos las gafas de la fe puestas. Si Jesús es nuestro buen pastor que siempre nos acompaña ¿cómo podemos estar tristes? Nos hemos de poner las gafas de la fe y mirar nuestra vida como la mira Dios y nos llevaremos grandes sorpresas.

Pienso que demasiadas veces vivimos un cristianismo tristón, como si esto de ser cristiano fuese una carga que hemos de ir arrastrando. Y eso no puede ser. La alegría y el gozo es signo de identidad de los cristianos. Se preguntaba el papa Benedicto en su primer libro sobre Jesús: “¿Cómo se ha podido llegar al cristianismo aburrido y aletargado que vemos en los tiempos modernos y que conocemos por experiencia propia?” Palabras fuertes del papa “cristianismo aburrido y aletargado”. A la pregunta sólo tengo una respuesta: la superficialidad. Nos hemos quedado en la superficie del cristianismo.

3. La tercera idea surge de una pregunta: ¿A qué nos invita Dios? Cuando nos invitan a una boda sabemos muy bien a qué nos están invitando… ¿A qué nos invita Dios? Dios nos invita a participar de su propia alegría, su propia vida. ¡Participemos de la vida de Dios! Y no es una manera de hablar. ¡Qué Dios tan generoso! Por la presencia del Espíritu Santo en nosotros, ¡Dios habita en nosotros!, ¡Dios vivifica nuestra existencia con su presencia!

Y esto se realiza en cada eucaristía donde entramos en unión, en comunión con Jesús, con Dios. Esta parábola es muy eucarística. La eucaristía es también un banquete. Todo cuadra. Invitados a participar de su alegría, de su vida.
4. La invitación de Dios es seria. Compromete toda nuestra existencia. Rechazar lo que Dios me ofrece no es indiferente. Rechazar este don significa excluirme voluntariamente de la bendición de Dios. Y esta invitación de Dios es constante: cada día, Dios me ofrece nuevas gracias, nuevos dones y yo puedo acogerlas o rechazarlas.

Con nuestra vida de cada día: ¿Estamos acogiendo el don precioso que Dios nos quiere comunicar?

¿Verdad que sorprende bastante que los invitados a la boda del hijo del Rey rechacen esa invitación? Y que la rechacen a cambio de seguir con su rutina: sus campos, sus negocios. Esto quiere ser imagen de lo que quiere decir rechazar el don de Dios. ¿Eh, que es incompresible que rechacemos la invitación a la boda? ¡¡Pues, igual de incomprensible es que rechacemos el don de Dios para seguir con nuestra rutina!! ¡Acojamos el don de Dios!

Vemos dos “rechazos”. El rechazo de los dirigentes del pueblo de Israel y el rechazo del que no llevaba traje de fiesta. ¿Qué quiere decir esto del traje de fiesta? Está en la fiesta, está en la boda, pero no participa de la fiesta, no va vestido de fiesta. ¡No “se entera” de nada! Es lo que decía: No ha descubierto la vida cristiana con una invitación personal de Dios. Se ha quedado en la superficie y no sabe gozar del cristianismo. Y le suena a chino esto de que participemos de la vida de Dios. ¡¡Que no nos pase como éste!! Que está, pero no participa de la fiesta.









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