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XXVI Domingo del Tiempo Ordinario: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". |
XXVI Domingo del Tiempo Ordinario: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña".Sat, 27 Sep 2014 23:54:00
CAMINEO.INFO.-
EZEQUIEL 18, 25-28 SALMO 24. FILIPENSES 2, 1-11 MATEO 21, 28-32
Hemos dicho con cierta insistencia que Dios nos habla a través de su Palabra. Los textos que leemos no lo hacemos porque sean bonitos o antiguos, sino porque entendemos que a través de esta Palabra, Dios nos está hablando a cada uno.
Esto quiere decir que hoy Jesús me dice a mí: “Francesc, te aseguro que los publicanos y las prostitutas te llevan la delantera en el camino del reino de Dios”.
¡Carai! ¡¡Casi nada!! Esto me interpela, a mí y a todos, claro. Y de aquí surgen dos preguntas: ¿Qué están haciendo los grandes sacerdotes y los notables del pueblo que lleve a Jesús a hablar así? ¿Qué están haciendo las prostitutas para que Jesús hable así de ellas?
La parábola que hemos leído nos da la respuesta. De entrada esta parábola puede parecer un poco simplista. Uno dice que sí y no va, el otro dice que no, y sí que va. Y queda muy claro quien ha hecho lo correcto.
Pero la parábola de Jesús no va por este camino tan simplista. El contexto de esta parábola nos ayuda a entenderla. ((Antes de esta parábola, dos escenas: Jesús maldice una higuera porque no encuentra fruto, y después los grandes sacerdotes y los notables del pueblo le preguntan con qué autoridad hace lo que hace, y la escena de después de la parábola de hoy, es la explicación de la parábola de los viñadores homicidas.))
Es muy habitual para interpretar un texto, y así lo hacen los expertos en Biblia, ayudarse de los textos que hay antes y de los textos que hay después.
Pues, los textos del contexto nos hablan de la no aceptación de Jesús por parte de los grandes sacerdotes y de los notables del pueblo. Y es en este contexto que la parábola de hoy se nos la hace más comprensible.
El hijo que dice que no “Pero después recapacitó y fue” simboliza a los pecadores, publicanos y prostitutas que de entrada negaban a Dios, dicen No a Dios con la vida que llevan, pero después de escuchar a Juan Bautista se han arrepentido de su vida de pecado y han dicho sí a Dios. El hijo que dice que sí, pero después no va, simboliza a los maestros de la ley, fariseos, grandes sacerdotes, que de entrada han dicho que sí a Dios, pero, después con su vida están negando a Dios, porque rechazaron a Juan Bautista el profeta “vosotros no recapacitasteis ni le creísteis” y ahora rechazan a Jesús. ((¡No quieren trabajar en la viña!, con el simbolismo que esto tiene.)) ¿Por qué? Porque se creen buenos. Ellos no se han de convertir. Ya son justos. No son pecadores. En ellos no hay arrepentimiento. Y con esta actitud viene Juan Bautista, y ni caso. Viene Jesús y ni caso. Aquí hay orgullo, autosuficiencia, y falta de humildad.
Recupero las dos preguntas que hacía al inicio: ¿Qué están haciendo los grandes sacerdotes y los notables del pueblo que lleve a Jesús a hablar así? No reconocen el mal que hacen. Se creen buenos, no les hace falta la conversión. ¿Qué están haciendo las prostitutas para que Jesús las sitúe por delante de los demás? Han reconocido su pecado, y se han convertido.
Jesús ha comprendido la diferencia profunda entre “los justos” y los pecadores, y es por esto, que se atreve a pronosticar que los pecadores pasarán delante de los “justos” en el camino hacia el Reino de Dios; no por el hecho de ser pecadores, sino por el hecho de estar más receptivos a la gracia, más deseosos de la salvación.
Y a partir de aquí tres breves reflexiones/interpelaciones:
• ¿A quién nos parecemos más a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo que se creen buenos y justos y que no necesitan convertirse, o a los publicanos y prostitutas que reconocen su pecado y desean la conversión? ¿A quién nos parecemos más? Mirada interior/oración. A mí, me parece que nos parecemos más a los notables del pueblo.
• No nos engañemos y digámoslo claro: resulta más difícil la conversión del justo que la del pecador. El pecador no tiene nada a perder y mucho a ganar. En cambio, el justo cree que no tiene nada a ganar, ya se cree bueno, no tiene nada a ganar. Y aquí está parte de su problema.
• ¿Qué hace creer a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo que son buenos? La práctica religiosa. Ellos son muy religiosos, esto les lleva a pensarse que son buenos, y entonces, quedan cerrados a Juan Bautista o al mismo Jesús, porque ya son buenos.¡¡Que no nos pase lo mismo!! No podemos substituir la conversión y la fidelidad al evangelio por la mera práctica religiosa. No podemos caer en el gravísimo error de que nosotros no necesitamos conversión…
Todo esto es un tema capital, sino la dureza de las palabras de Jesús estaría fuera de lugar.
Jesús acaba la parábola preguntando: “¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?”. Preguntémonos sinceramente. ¿Soy yo de aquellos que hace lo que el Padre quiere? ¿Soy yo de aquellos que tiene su vida planteada para hacer lo que el Padre quiere?
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