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Domingo XXII del Tiempo Ordinario: "tú piensas como los hombres, no como Dios." |
Domingo XXII del Tiempo Ordinario: "tú piensas como los hombres, no como Dios."Sat, 30 Aug 2014 22:58:00
CAMINEO.INFO.-
JEREMÍAS 20, 7-9 SALMO 62 ROMANOS 12, 1-2 MATEO 16- 21- 27
Las vacaciones son un tiempo de descanso, de relax, de desconexión de las tareas habituales, un tiempo de viajar, de hacer cosas diferentes... Y todo esto, es bueno y nos hace bien. Si lo hemos planteado y vivido cristianamente, son actividades que nos acercan a Dios. No hacemos vacaciones de Dios. Es más, las vacaciones nos pueden permitir hacer experiencias de Dios que en la vida ordinaria no serán habituales. Para una persona con mirada de fe, la naturaleza puede ser una gran manifestación de Dios, una gran teofanía, ¡que llegue a emocionar!
Yo personalmente, destacaría un encuentro de Dios en el grupo. Fue en los Campamentos que hicimos en Canet con adolescentes de la parroquia. Como que yo sabía que no podría hacer la oración que hago habitualmente, pensé, a ver si descubro a Dios más presente en las cosas ordinarias. Y lo descubrí, especialmente, en el grupo, en el buen ambiente, en la buena relación entre todos, en el reír, en el pasarlo bien haciendo lo que sea, hasta pelando unas patatas... “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. ¡La mirada de fe nos permite descubrirlo tan presente!”. Las vacaciones son también una experiencia para hacer después “memoria agradecida”. Repasar lo que se ha vivido, hacer memoria, ver como Él se ha ido manifestando, y darle gracias. ¡Un ejercicio muy importante! Así hacemos lo que dice San Pablo en la segunda lectura... “presentar vuestros cuerpos como hostia viva”. Todo es vivido desde Él, todo coge sentido por Él. “Por Cristo, con Él y en Él.”
Pero dejemos las vacaciones, porque este lunes ya es uno de setiembre. Quiere decir que iniciamos un nuevo curso... Es un momento importante. La manera como empecemos un curso, marcará el desarrollo del mismo. Y en este momento, tenemos diversos obstáculos a salvar: la inercia de las vacaciones, haber perdido, un poco, el ritmo de la vida espiritual, el hecho de que cuesta volver a coger el ritmo. Todo esto nos podría llevar a pensar:
. Otro curso... buf... . Este año paso, ya he hecho bastante. . He de hacer más la mía.
Pero ante todo esto, el hoy Señor nos lanza una estocada... “tú piensas como los hombres, no como Dios”. Con Él no podemos renegociar un contrato a la baja, con Él no podemos regatear. Porque si no, nos dice como a Pedro: “Quítate de mi vista, Satanás”.
¿Qué quiere decir “tú piensas como los hombres, no como Dios”? San Pablo en la segunda lectura nos lo responde: “Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto”.
Al empezar el curso, esto es todo un programa de vida. Olvida lo que has pensado tú, olvida lo que te viene de gusto a ti, olvida lo que has hecho siempre por rutina. Y entra en el camino que el Señor te propone, de descubrir qué quiere que hagas este curso.
Y en este discernimiento que hemos de hacer, yo el primero, no rehúses la cruz, lo que cuesta, lo que no te acaba de gustar. “Entonces dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”.
Parece que seamos masoquistas, pero ojo, ¡¡no lo somos!! Porque siguiendo su magisterio, sus enseñanzas descubrimos la Vida. Por tanto, cuanto más lo sigamos, cuanto más radicalmente lo sigamos, como mejor hagamos este discernimiento del que hablaba, más encontraremos la Vida.
Al empezar el curso me preguntaré: ¿cómo puedo negarme más a mí mismo? Mejor dicho: ¿cómo me pide el Señor que me niegue a mí mismo? ¿Qué quiere decir en el curso 2014-2015 que tome mi cruz y le acompañe? ¿De qué manera quiere el Señor que pierda por Él mi vida? ¿Qué he de dejar, qué he de hacer para perder por Él mi vida?
Son preguntas ineludibles para empezar bien el curso. Son preguntas que hemos de hacernos y hacérselo en el silencio de nuestra oración personal.
En este discernimiento que tenemos planteado hemos de descubrir la sabiduría misteriosa de la cruz gracias a la cual el hombre vive, y recibe la vida. Esto es muy importante. Aquí nos lo jugamos todo.
Cuando hacemos el discernimiento, cuando nos hacemos aquellas preguntas, estaría bien hacerlo mirando un Cristo crucificado. Sabiduría de Dios, necedad para el hombre.
Jesús nos ha dicho hoy: El que quiera venirse conmigo…”. Hagamos, ahora que iniciamos el curso, una opción más fuerte, más valiente, más intensa, por la persona de Jesucristo, para que nos dé un corazón nuevo capaz de amar como el suyo... que nos lleve a la Vida.
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