No hace muchos días, desde una televisión estatal, alguien afirmaba que el cristianismo y alguna otra religión hacían daño a la ecología, pues dando más importancia al espíritu que a lo material, hacía que la persona mirara sin interés la materia, lo cual está dañando seriamente a la ecología.
Hay que decir sin ambages que nada más contrario a la verdad. En el libro que inicia la Biblia (Génesis), se dice muy al principio (cap. 2. vers. 15): “Tomó, pues, Jahvéh Dios al hombre y lo dejó en el jardín del Edén para que lo labrase y cuidase”. Si Dios puso al hombre en la tierra para que la cuidase, es el creyente quien tiene una razón infinitamente más fuerte que cualquier otra, pues es un mandato de Dios.
Más todavía. Hace dos mil años ¿alguien se preocupaba de la limpieza de las riberas de los ríos o de los lagos? Jesús si; que mandaba recoger lo que había sobrado tras la comida en la ribera del lago (Mat 14. 20) y también, en otra ocasión, hizo lo mismo (Mc 8.8) y en Luc. 9,17 se repite lo mismo. No considero falta de respeto afirmar que el primer ecologista de quien tenemos noticias es Jesucristo.
El respeto a la creación, en el pensamiento de Benedicto XVI, se da porque esa creación es el “liber naturae”, el “libro de la naturaleza” que forma parte esencialmente de esta sinfonía a varias voces en que se expresa el único Verbo, si bien es cierto que el centro de la revelación divina está el evento de Cristo.
¿Más razones para respetar la naturaleza? El Prólogo de San Juan afirma con relación al “Logos” divino que “por medio de la Palabra (Verbo) se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho”.En Colosenses se afirma también, en relación a Cristo, que es “primogénito de toda criatura” y que “todo fue creado por él y para él”. ((Col 1, 15-16).Por eso la Sagrada Escritura nos invita a conocer al Creador observando la creación.
San Buenaventura, junto con la gran tradición de los Padres Griegos, ve en el Verbo todas las posibilidades de la creación, y dice que “toda criatura es Palabra de Dios, en cuanto que proclama a Dios”.El mismo Concilio Vaticano II, en la constitución “Dei Verbum” declara que “”Dios, creando y conservando el universo por su Palabra, ofrece a los hombres en la creación un testimonio perenne de sí mismo”.
En resumen: cualquier persona, contemplando la creación, se admira; el cristiano la agradece a Dios y la respeta.